Eva González, habilidad al servicio del equipo

Eva es joven, sí. 22 años recién cumplidos. Pero se mueve por la pista de 40x20 metros desde los seis. «Empecé a jugar al fútbol sala por mi hermano, que siempre iba a verlo. Era muy pequeña pero cogía una pelota y me ponía a corretear por allí. Me di cuenta de que me gustaba mucho y se lo dije a mis padres, que no dudaron ni un segundo en apuntarme». Ahí empezó un camino que en sus inicios, como muchas de sus actuales compañeras, recorrió rodeada de niños. «En el equipo de mi pueblo, en Alhaurín de la Torre, era la única niña. Luego de alevín empecé a jugar con el Torcal, que es donde he estado toda mi vida hasta el año pasado que fiché por LBTL Alcantarilla, y cuando cumplí la edad que ya no podía jugar con niños me enfoqué totalmente en el equipo femenino».

En aquella época «solo pensaba en disfrutar», pero pronto sus habilidades la llevaron a las categorías inferiores de la selección, por las que transitó con una precocidad inusitada. Con 13 años jugó en la sub-17, luego fue la más joven en la sub-18, y pasó por la sub-19 y la sub-21 antes de dar el salto a la absoluta con solo 19 años y cumplir «un sueño grandísimo». Ahí ha coincidido con referentes como la propia Peque o Anita Luján, que han desbancado a Iniesta, su ídolo de la niñez, y a las que le gustaría emular. «Quiero trabajar cada día para ser mejor, y a partir de ahí ojalá pueda llegar a ser como ellas».

Aunque su número favorito es el 9, confiesa que más que el gol lo que le hace disfrutar es el uno contra uno en banda: «Me da la vida, pero también me considero una jugadora de equipo e intento adaptarme un poco a lo que se necesite en cada momento. A veces no termino de conseguirlo... pero siempre lo intento».

Profundizando en sus características como jugadora aflora una de las claves que apunta Peque para señalar a Eva. «Me considero muy trabajadora y me exijo mucho a mí misma. Intento mirar más por el bien del grupo que por el mío y tener siempre los pies en el suelo, algo a lo que me ha ayudado mi familia. Sé que por muy bien que me vaya ahora, si dejo de trabajar con humildad todo puede cambiar». Por eso estudia, y tras acabar un grado en Educación Primaria hace un Máster de Profesorado. «La vida del deportista es corta y en el fútbol sala femenino es difícil ganarse la vida. Por eso hay que tener, como yo digo, un plan A».

En noviembre de 2025, si nada se tuerce, Eva podría jugar con España el primer Mundial femenino de la historia, un viejo sueño al que la FIFA por fin ha accedido. Colocada en la encrucijada de si preferiría ganarlo o que el fútbol sala femenino fuese profesional, lo tiene claro: «Todas soñamos con ser campeonas, pero si se diese lo segundo tendríamos muchas más oportunidades de jugar Mundiales y otros torneos». Otra respuesta que vuelve a dar la razón a Peque.