El éxito olímpico de atletas negros fractura a Italia
Las medallas cosechadas por sus atletas negros desata la discusión sobre el derecho a la nacionalidad italiana
El vandalismo racista contra Paola Egonu, de padres nigerianos y oro con el equipo de voleibol, aviva la discusión
La primera atleta transexual paralímpica incendia de nuevo los Juegos de París
Los Juegos Olímpicos de París y el éxito de algunos atletas italianos de color han reavivado el debate en la opinión pública y en el mundo político sobre el derecho a la nacionalidad en Italia. Es un tema que divide al Gobierno. La discusión es encrespada y crea polémica porque obtener la ciudadanía italiana es muy complicado por su legislación restrictiva, mientras en los principales países europeos se otorga más rápidamente. Una noticia ha sido decisiva para que el debate se haya acalorado. La medalla de oro que conquistó por primera vez el equipo femenino de balonvolea, al derrotar en la final a Estados Unidos, creó especial emoción en el país transalpino. De las 40 medallas que ganó Italia, entre ellas 12 de oro, la victoria que emocionó a la nación fue la de voleibol, hasta el punto de convertir a su principal estrella, Paola Egonu (Citadella, Véneto, 1998), hija de inmigrantes nigerianos (el padre era camionero en Lagos, y la madre enfermera), en un símbolo del deporte italiano. «Ha sido un honor vencer delante de Mattarella [el presidente de la República, que asistió al partido]», dijo Egonu.
El debate explotó cuando un mural dedicado a Paola Egonu, en la pared de un edificio frente a la sede del Comité Olímpico Italiano, en Roma, fue vandalizado. Por la noche cubrieron con un spray rosa la piel de la atleta italiana, retratada mientras lanza un balón con las palabras 'stop racismo, odio, xenofobia e ignorancia'. Estas también fueron eliminadas, junto con la palabra 'Italianidad', que era el título de la obra. El general Roberto Vannacci, promovido por el vicepresidente del Gobierno, Matteo Salvini, como líder de la delegación de La Liga en el Parlamento Europeo, afirmó que una atleta negra como Egonu, de 193 centímetros de altura, «no representa a la gran mayoría de los italianos, que en cambio tienen la piel blanca». Esta misma idea, que suscitó una gran polémica y acusaciones de racismo, el general Vannacci ya la había escrito en un libro muy polémico, 'El mundo al revés', publicado hace justamente un año, vendiendo más de 250.000 ejemplares. Representó el lanzamiento del general a la política.
Hace un par de años, Paola Egonu dijo que quería abandonar la selección nacional debido a los persistentes comentarios racistas, llenos también de insultos en redes sociales. Por este motivo, Egonu se marchó a Turquía, para jugar en el equipo VakıfBank de Estambul. Ahora lo hace en la Unión Deportiva Pro Victoria, de Monza.
Representación en los Juegos
La vandalización del mural de Egonu generó una ola de declaraciones de solidaridad, muchas de ellas planteando la necesidad de facilitar la nacionalidad de los hijos de inmigrantes. Paola Egonu obtuvo la ciudadanía italiana a los 16 años, después de que Italia concediera el pasaporte a su padre. Es un caso parecido, en cuanto al retraso en la concesión de la nacionalidad, al de otros atletas, entre los 402 italianos que compitieron en los Juegos Olímpicos de París (208 hombres, y 194 mujeres); 36 de ellos nacieron fuera de Italia. Muchos de ellos tardaron años en conseguir la ciudadanía. Según la legislación vigente, los hijos de padres extranjeros nacidos en Italia pueden solicitar la nacionalidad solo cuando cumplen 18 años, salvo que sus padres hayan adquirido antes la ciudadanía, para lo que necesitan tener diez años de residencia legal e ininterrumpida en Italia. Se hacen algunas excepciones, como en los casos de atletas con una gran proyección, a los que por interés nacional se les concede la nacionalidad antes de los 18 años. Pero, en general, se les permite federarse, a partir de los 10 años de edad, y no pueden participar en competiciones internacionales representando a Italia porque no han cumplido los 18 años.
La vigente ley fue aprobada en el 1992. Ningún gobierno, ni siquiera de izquierda, fue capaz de reformarla. Ahora, los partidos políticos vuelven a discutir sobre un problema que se arrastra desde hace muchos años, con posiciones muy enfrentadas. Los datos parecen que obligan a actualizar la ley, porque muchos expertos consideran que, después de 32 años, está superada. En el sistema escolar italiano están matriculados casi 900.000 niños extranjeros, muchos de ellos nacidos en Italia, hijos de trabajadores inmigrantes que residen legalmente en el país. Representan el 10,6 por ciento de los 8,2 millones de escolares del país transalpino.
Las alternativas
La izquierda aboga por el 'ius soli', es decir, quien nace en Italia obtiene automáticamente la ciudadanía, independientemente de la de sus padres. Es el modelo utilizado en Estados Unidos y en Francia (siempre que los padres del menor ya dispongan de un permiso de residencia. En Francia están dando marcha atrás y se quiere limitar el ius soli). En Italia, un país de llegada y tránsito de inmigrantes, los expertos no ven realista el «ius soli». Además, las encuestas indican que una gran mayoría de italianos, más del 80%, la rechaza. Se suele plantear como una opción posible y más correcta la de vincular la ciudadanía a la conclusión de un ciclo de estudios ('ius scholae'). La primera ministra, Giorgia Meloni, se opuso firmemente en el pasado a la ciudadanía por derecho de nacimiento, pero precisó que estaba abierta a la concesión de ese derecho más rápidamente para los niños que completan la escolaridad obligatoria en Italia, que termina a los 16 años. Una posición más liberal tiene el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, líder de Forza Italia, quien fue el primer político en condenar la desfiguración del mural de Egonu, expresando en la red social X su «total indignación por el grave acto de racismo. Ánimo, Paola eres nuestro orgullo», escribió Tajani.
Después, declaró a 'Il Messaggero' que se debía agilizar el camino para conceder la ciudadanía a los niños nacidos en Italia de padres inmigrantes que crecen y están escolarizados en el país transalpino. «La fortaleza de nuestra nación y su potencial económico provienen de la capacidad de integrar a la gente que viene de fuera», afirmó Tajani, destacando que «no puede haber italianos de serie A y de serie B». «Miren, mi apellido es árabe», sentenció Tajani, que es claramente posibilista sobre el 'ius scholae'. Este miércoles ha declarado a 'La Repúbblica': «Nos tenemos que despertar. El mundo ha cambiado. El país está maduro para el »ius scholae«', dijo el ministro de Exteriores.
Sin embargo, en 2018 ya se frenó en la Cámara de los diputados un proyecto sobre el 'ius scholae', que establecía que un niño nacido en Italia, o que haya llegado antes de cumplir 12 años, puede solicitar la ciudadanía tras completar un ciclo escolar de cinco años. Frente a la posición aperturista del vicepresidente y ministro de Exteriores, el otro vicepresidente y líder de la Liga, Matteo Salvini, se mostró inflexible: «No hay necesidad ni urgencia de cambiar la ley de ciudadanía. Existe ya una ley que funciona», dijo Salvini. La Liga y Hermanos de Italia se enfrentan a Forza Italia, porque su propuesta de 'ius scholae`se aproxima a la del partido Democrático, y advierten a Tajani: »Basta de ideas de izquierda«.
Está por ver si la euforia tras las olimpiadas, la indignación por el ataque racista sufrido por Paola Egonu y la fuerte crisis demográfica que sufre Italia -el índice de natalidad está a la cola de Europa- dan un impulso definitivo para actualizar la ley sobre el derecho a la nacionalidad, o se impone el rechazo al multiculturalismo todavía muy arraigado en Italia.
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