El Belén, el árbol, la lotería... y el torneo de Navidad del Real Madrid

Y, en efecto, por esas razones antes enumeradas, el 25 de diciembre de 2004 el cuento se acabó. El Real Madrid jugó la última edición del torneo de Navidad de baloncesto, una cita con 38 años de historia y, en su época de oro, tan tradicional y esperada por los aficionados al deporte como el Belén, la lotería, los saltos de esquí o las luces que colorean pueblos y ciudades.

Su importancia se remonta a un extraño pero noble origen, el de haber nacido como peculiar competición internacional amistosa… pero con carácter oficial. Así, en enero de 1966 el Real Madrid quiso inaugurar a lo grande su nuevo pabellón, ubicado en la antigua Ciudad Deportiva (Paseo de la Castellana donde hoy se alzan las famosas cinco torres). Raimundo Saporta, vicepresidente del club y responsable de la sección de baloncesto, contactó con la Federación Internacional del deporte de la canasta, FIBA, y organizaron la primera edición de la Copa Intercontinental. Participaron el club anfitrión, el Ignis de Varese italiano, el Corinthians brasileño y el estadounidense Jamaco Saints de Chicago. Se disputó en el formato de final a cuatro y vencieron los italianos.

Ese mismo año 1966, apenas once meses después, el torneo cambió de nombre, de fechas y se tiñó definitivamente de Navidad. Entre el 24 y el 26 de diciembre, también con reconocimiento oficial por parte de la FIBA, Simmenthal de Milán, Villeurbanne francés, Benfica de Lisboa y, por supuesto, Real Madrid, disputaron la Copa Latina, esta vez en formato de cuadrangular (todos contra todos). Volvieron a ganar los transalpinos.

En 1967, mismas fechas, 24 al 26 de diciembre, idéntico formato, pero nueva denominación que, eso sí, ya contenía la palabra mágica que lo etiquetaría para siempre: III Torneo Internacional de Navidad. Además del club blanco, participaron el River Plate argentino, el australiano Victoria de Melbourne y el Juventud (hoy Joventut) de Badalona. A la tercera fue la vencida y el trofeo, por primera vez, fue a parar a las vitrinas del Real Madrid.

A partir de ahí y hasta el año 1980, el Madrid fue el dominador absoluto de la cada vez más popular cita navideña. Los ganó todos menos dos. Dos gloriosas e inolvidables excepciones. La primera, en 1971. El conjunto blanco perdió la final ante la Universidad de Carolina del Norte (77-83). El baloncesto estadounidense, entonces lejano y desconocido, deslumbró. Tanto, que aún hoy algunos consideran aquel partido como uno de los mejores que se ha visto en España. «El VII Torneo Internacional de Navidad ha superado en éxito a los seis anteriores. Quizá la presencia del basket norteamericano haya sido un gancho especial», arranca la crónica de ABC.

Pasaron ocho años, todos ellos con triunfos merengues, hasta que en la edición de 1979 llegó la segunda excepción. La potente selección de la Unión Soviética venció al Real Madrid en otro duelo estelar (102-106): «La final resultó espectacular, brillante, dura y muy interesante».

En 1980, con nuevo triunfo del Real Madrid, tiene lugar una circunstancia muy importante que cambia la concepción del evento. Será la última vez que la FIBA entregue medallas a los participantes y, en consecuencia, pierde su insólito revestimiento de oficialidad. A partir de 1981, la organización es potestad única del Real Madrid (bajo el amparo del Comité de Actividades Internacionales de la FIBA) y pasa a ser un torneo amistoso sin más aditamento.

La década de los 80 está marcada por un puñado de nombres propios, todos ellos gloriosa historia del baloncesto. El primero, Arvydas Sabonis (60 años), un pívot gigante en estatura, 2,21 metros, y en autoridad bajo el aro. Precisamente fue el tablero de cristal que sujetaba uno de los aros el que explotó en la final de 1984 debido al contundente mate del lituano, entonces jugador de la selección de la Unión Soviética. Faltaban 2 minutos y 8 segundos para la conclusión del partido, los soviéticos ganaban al Real Madrid (92-78) y, al festivo grito del público «¡que lo pague, que lo pague!», se dio por terminado el torneo de Navidad.

Otra selección también extinta, Yugoslavia, regaló por Navidad a los espectadores las impresionantes maniobras y los incontables triples de Drazen Petrovic. Posteriormente tanto Sabonis como Petrovic jugaron y fueron estrellas en el Real Madrid.

Otro mito del club blanco, en este caso español, Fernando Martín, le dio apellido a la cita navideña. Su trágica muerte en accidente de tráfico el 3 de diciembre de 1989, tres semanas antes del comienzo del campeonato, tiñó de luto y tristeza un evento que a partir de aquel año paso a ser el «Torneo de Navidad Memorial Fernando Martín».

Y una década más tarde, en 1999, el pabellón pasó a llamarse «Raimundo Saporta», nombre que también lleva el trofeo que se entrega al campeón desde 1966. Por cierto, en la última edición, año 2004, se rindió un homenaje conjunto a Saporta y a Fernando Martín. Se disputó a un único partido, como ya ocurría desde el comienzo del nuevo siglo, y el Real Madrid ganó (85-69) al Telemar de Río de Janeiro.

Fue el simbólico adiós a un torneo cuyo palmarés lidera el Real Madrid (25 títulos), por delante de Unión Soviética (3) Yugoslavia (2), Ignis de Varese, Simmenthal de Milán, Universidad de Carolina del Norte, Inmobanco de Madrid, Jugoplastika de Split (Yugoslavia, hoy Croacia), Brasil All-Stars, CSKA de Moscú, Panathinaikos, Ural Great de Perm (Rusia) y Maccabi de Tel-Aviv.

Transcurrido año y medio, a alguien se le ocurrió la idea de recuperar el torneo de Navidad… en verano. El domingo 17 de septiembre de 2006 se celebró el «XLI Trofeo Raimundo Saporta-XVI Memorial Fernando Martín», cuyo nombre es más largo que su historia. El Real Madrid ganó (88-78) al Lietuvos Rytas de Vilna (Lituania). Algunos lo incluyen en la historia cual cita navideña, pero no hubo más. Ni en diciembre ni en pretemporada.

Volviendo al final del cuento navideño, aquel artículo de ABC de hace 20 años afirmaba con rotunda seguridad que el histórico torneo «siempre será, mejor o peor, único e irrepetible». Y, como certeramente se advertía en el titular de la pieza, periodística, la de 2004 fue «la última 'cesta' de Navidad».