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el baúl de los deportes

Rafa Nadal: «Llevo cuatro días sin cenar, me dan una carne picada asquerosa»

Hace casi un cuarto de siglo se publicaron en ABC las primeras y curiosas reseñas sobre el legendario tenista español, entonces un niño

Nadal anuncia su retirada: «Me ha llevado tiempo tomar esta decisión»

Rafa Nadal, jugando en Sevilla en 2001, donde, con 15 años, consiguió su primer punto ATP
Ángel Luis Menéndez

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Nadal, como todo el mundo, tiene un pasado. Fue casi siempre, desde la cuna, tenista, pero también fue niño y adolescente. Rebuscar en la hemeroteca permite extraer del baúl de la memoria impresa dos curiosidades principales de sus años iniciales en el deporte: la primera que, pese a su corta edad, era citado por su nombre completo, «Rafael», mucho más serio y formal que la cariñosa abreviatura que se ha convertido en universal: «Rafa»; la segunda, que a base de raquetazos le fue ganando protagonismo y espacio en las páginas de los periódicos a otro Nadal que entonces era mucho más popular: su tío Miguel Ángel, futbolista internacional que militó en el Mallorca (1986 a 1991 y 1999 a 2005) y en el Barcelona (1991 a 1999).

El primer y entrañable título del legendario tenista mallorquín aparece condensado en las cinco líneas de un breve publicado en ABC el 28 de agosto de 2000: «Dos españoles, campeones del mundo en infantiles: los mallorquines Rafael Nadal y Tomeu Salva, ambos de catorce años, ganaron ayer el Campeonato del mundo en categoría infantil disputado en Praga al vencer en la final a Rusia».

Diez meses después, una referencia para la historia. La crónica a doble página de la final de 2001 de Roland Garros, la madre de todos los torneos para Nadal. Aquel partido lo disputó un español, Álex Corretja, hoy dicharachero comentarista televisivo que tantas veces ha entrevistado durante los últimos años a Rafa a pie de cancha. El catalán perdió ante el brasileño Kuerten (6-7, 7-5, 6-2 y 6-0), pero de la decepción emergió aquel día una columna periodística de esperanza y premonición: «El futuro de la 'Armada' está garantizado».

«La derrota de Corretja no debe sembrar inquietudes por el futuro del tenis español. La continuidad de la 'Armada' en los puestos de privilegio está asegurada. Prueba de ello es el triunfo de Carlos Cuadrado en la final júnior. El barcelonés, que mide 1,80, aunque los médicos le han dicho que crecerá un par de centímetros, posee una derecha prodigiosa, similar a la que a su edad exhibía su ídolo, Ferrero, cuando en el 98 quedó a las puertas del título... Pero Cuadrado no está solo. Es una muestra más de la progresión constante del tenis español, que cubre ya todos los estratos de edad hasta el punto de garantizar un futuro halagüeño para la próxima década... Mientras que el presente, y una buena parte del futuro, se sitúa en manos de Juan Carlos Ferrero (21), están a punto de dar el salto Tommy Robredo (19), Marc López (19), Albert Montañés (21), Carlos Cuadrado (18), Fernando Verdasco (18) y Rafael Nadal (15), una gran promesa de la que todos los técnicos hablan y no paran».

El joven y talentoso mallorquín siguió dando pasos en su carrera deportiva acudiendo a diferentes torneos nacionales e internacionales. Su forma de manejarse en la pista llamaba la atención en todos ellos: «En las pistas del Real Club de Tenis Betis comenzó la primera ronda del cuadro final de la Copa Sevilla (septiembre de 2001), con un cuadro de 32 jugadores procedentes de Noruega, Austria, Francia, Bulgaria, República Checa, Croacia, Alemania y 18 españoles. El público asistente pudo presenciar un tenis de gran calidad y supo valorar el esfuerzo del club para facilitar a los aficionados del deporte de la raqueta ver tenis de calidad con entrada libre... El joven Rafael Nadal, campeón del Open de Tenis de Palma de Mallorca, derrotó a Israel Matos Gil, en un interesante partido por 6-4 y 6-4… El italiano Stefano Galvani, cabeza de serie número dos, venció a la joven promesa del tenis español, Rafael Nadal, de sólo 15 años e invitado por la organización, por 3-6, 6-1 y 6-3». Galvani, por cierto, acabo ganado aquella Copa Sevilla.

Y al verano siguiente, nueva cita con Roland Garros y triple alegría para el tenis español: Albert Costa y Juan Carlos Ferrero coparon la final masculina –ganó Costa (6-1, 6-0, 4-6 y 6-3)- y Vivi Ruano y la argentina Paola Suárez se proclamaron campeonas en el dobles femenino. Se disparó la euforia, cimentada en esos éxitos y regada con la fe firme en lo que vendría:

«La tercera final española en Roland Garros es el remate a la magnífica forma de nuestro tenis. En 1994 fueron Bruguera y Berasategui; en 1998, Moyá y Corretja; y ahora, Costa y Ferrero. Además, el título de Bruguera en 1993, su final del 97, su semifinal del 95, las finales de Corretja y Conchita de 2001, los éxitos de Arantxa... Pero ¿habrá continuidad?... Robredo (20 años), Cuadrado (19 y campeón júnior en Roland Garros el año pasado) y Nadal, el mejor jugador del mundo de su edad (15 años), están en la reserva. A Cuadrado y Nadal les queda un largo camino que recorrer...»

Ese camino ya estaba trazado. Tras aquel Roland Garros, la otra gran cita veraniega del tenis mundial, Wimbledon 2002: «También hubo ocasión para que Rafael Nadal sumara un nuevo triunfo en el torneo júnior (6-4 y 6-0 ante el americano Kwon)…». El chaval español comenzaba a destacar de verdad y empezaba a merecer más líneas que las que se escriben en un simple breve o en un párrafo suelto de la crónica general de cualquier torneo:

«Rafa Nadal sigue asombrando y ya está en cuartos del torneo júnior (6-3, 6-0 al sueco Ryderstedt), categoría en la que, desde 1947, sólo ganó Orantes (67) y Javier Sánchez Vicario (87) fue finalista. Es el más joven del cuadro, todavía cadete, pero su 'drive' zurdo resulta demoledor y su concentración asombra. En la pista es frío, calculador y se ha adaptado de maravilla a la hierba. A lo que no se acomoda es a la comida inglesa: 'Estoy en una residencia universitaria y llevo cuatro días sin cenar. Te dan cada noche lo mismo, una especie de carne picada asquerosa. He tenido que ir a un supermercado y me alimento con cacahuetes y patatillas'. Afortunadamente, el desayuno es mejor y come cada día en Wimbledon. 'Aquí la pasta y las pizzas están buenas y aprovecho para ponerme morado'. Ayer, en un revés paralelo, se hizo daño en la zona lumbar. 'El médico me ha dicho que no es nada. Me ha dado una pastillita y me ha dicho que esté tumbado'. Hoy se me dirá con el alemán Petzschner, dos años mayor que él y octavo favorito».

Derrotó al germano, pero en la semifinal se dio de bruces con el reverso del deporte. Y de la derrota extrajo unas sorprendentes -por su madurez con tan pocos años- lecciones que fueron el germen de su leyenda: «Empieza lo duro para Nadal: Lamine Ouahab, un argelino de 18 años, dos mayor que Rafa Nadal, acabó con el sueño del mallorquín. Le apeó de las semifinales del torneo júnior por 6-3 y 7-5. El español llevaba un enfado monumental. Le molesta perder. Excelente señal, que indica que posee un talante ganador. Este Wimbledon marca el final de su infancia tenística. Con cuarto de ESO aprobado, lo que le exigieron sus padres, ahora enfila su preparación hacia el profesionalismo. Así reflexionaba este muchacho con madera de campeón: 'El tenis es una carrera contra el reloj. No puedes despistarte ni un segundo. Ahora empieza lo más duro. Tendré que trabajar mucho más mi físico, vigilar mi alimentación, mejorar muchos aspectos de mi juego y buscar los puntos ATP que me permitan ir entrando en el circuito'».

Rafael siguió esas pautas que él mismo se había marcado, y en abril de 2003, un anuncio tan breve como importante: «Nadal, a un paso del récord: el mallorquín (16 años) está a dos victorias de convertirse en el top 100 español más joven de la historia. Ocupa el puesto 114 del ránking ATP y se quedará por muy poco fuera del cuadro principal de Roland Garros, aunque podría acceder a él si juega en Estoril o por alguna lesión de los que le anteceden en la clasificación».

Y apenas diez días después... «Un récord de juventud: Rafael Nadal, a sus 16 años (nació en Palma de Mallorca el 3 de junio de 1986), y al superar ayer la fase previa de Montecarlo, se ha convertido en el jugador español más joven en participar en el cuadro principal de un Masters Series. Su primer rival será el eslovaco Kucera. Su clase es enorme y la confianza en sus posibilidades increíble. Es famosa la anécdota que protagonizó con el también mallorquín Carlos Moyá. El ex número uno y campeón de Roland Garros le preguntó el año pasado: '¿Rafa, tu firmarías repetir mi carrera'. 'No —contestó el chaval— la pienso mejorar'…»

Tal cual. En Montecarlo 2003 ya avisó al ganar, con 16 años, a Kucera y a Albert Costa. Luego fue eliminado por el argentino Coria en la ronda de dieciseisavos. Llegó el Conde de Godó y aquel crío acaparaba la expectación. En segunda ronda se encontró con un pletórico Álex Corretja y pasó lo que tenía que pasar. Nadal perdió, pero las crónicas de aquel partido dijeron más. Mucho más:

«Se olía el morbo en la pista central del RCT Barcelona. Se medían Rafael Nadal (16 añitos), el grumete de la 'Armada' presente en el Godó, y Alex Corretja (29), el capitán curtido en mil batallas. El chavalín de Manacor inició hace un par de semanas, en el Masters Series de Montecarlo, una rebelión contra el poder establecido en el tenis español... En Barcelona quería dar un paso más en su movimiento revolucionario, añadir otra muesca de renombre al mango de su raqueta… Tenía interés el muchacho en demostrar que lo suyo va en serio... La salida de Alex fue fulgurante: 3-0, con ruptura en el segundo juego. Una exhibición de poderío que no arredró a Nadal. Este crío con cuerpo de hombre (1,82) tiene alma de depredador. Ganador nato, es irreverente, incansable, un vendaval que se entrega en cada bola con la generosidad desbordante de sus 16 años. No en tiende de 'status quo' ni de respeto a los mayores. Para él, todo el que se pone al otro lado de la red debe ser barrido de la pista. Al menos eso apunta con sus zurdazos espeluznantes, sus reveses a dos manos salvajes, sus paralelos pegados a la línea... Reparte golpes ganadores, arriesga en cada acción... Y le salió bien la apuesta. Levantó el 3-0 y se adjudicó seis juegos seguidos para anotarse el set por 3-6. Tiene toda la pinta, por su carácter, por como celebra los puntos, por como protesta las bolas dudosas, pero, sobre todo, por su forma de jugar y las piernas que atesora, de ser el Hewitt español del futuro…

«...A Nadal le gusta ganar los puntos en dos o tres intercambios y todavía no aguanta bien los 'rallys' prolongados. No se ajustan a su perfil agresivo. Ahí se refugió Corretja para hacerse fuerte y apuntarse, después de dos horas y once minutos, los dos sets siguientes por 6-2 y 6-1.. »

No había vuelta atrás. Nadal, todavía «Rafael», ya era «el futuro», «el niño prodigio» del tenis español. Los breves de cinco líneas eran pasado. Ahora su foto y sus palabras llenaban una entrevista a página completa. Con frases que leídas hoy, en la hora de su retirada y 21 años después de ser dichas, provocan ternura y nostalgia:

«Por supuesto que algunas veces piensas que te gustaría ser un día campeón de un Grand Slam. Por orden de preferencia mi favorito es Wimbledon, porque hace muchos años que no lo gana un español (entonces sólo lo había logrado Manuel Santana en 1966), y luego, claro, Roland Garros».

«Me siento más seguro en tierra, pero no me importa cambiar de superficie. Creo que es sólo una cuestión de mentalidad. Me siento cómodo en hierba, en cemento o en moqueta. A mí me gustan todas las superficies».

«Mi tío era entrenador de tenis, a los cuatro años comencé a jugar con él dos veces por semana y ¡mira dónde he llegado! Cada vez fuimos entrenando más, jugamos mucho... y hasta ahora. Hace tres años todavía no era capaz de ganarle un partido a mi tío».

«Por ahora para mí el tenis sí es algo serio, pero juego, sobre todo, para pasármelo bien, para divertirme. No aspiro a nada más, aunque sí que me gustaría acabar siendo un gran tenista».

«El fútbol me encanta. Hasta los 12 años lo practiqué y la verdad es que me gustaba mucho, más incluso que el tenis. Era delantero centro del Manacor, pero me tenía que decidir porque no podía compaginar tantas cosas: el cole, el tenis, el fútbol... Por entonces ya había sido campeón de España alevín e infantil y la verdad es que se me daba bastante mejor el tenis que el fútbol».

«Soy del Mallorca y también del Real Madrid, pero no soy antibarcelonista. Cuando mi tío jugaba en el Barça quería que ganara él».

«No tengo ídolos ni en el tenis ni fuera. Jamás he pedido un autógrafo a nadie. El tenista que más me gusta es Carlos Moyá».

«Siempre juego lo más agresivo posible. Me gusta atacar y pegarle fuerte a la bola y mis mejores virtudes son la capacidad de sacrificio, siempre me entreno a tope, ya que siempre quiero ganar. Nunca doy una bola por perdida ni, por supuesto, un partido».

«Estoy en primero de bachillerato y la verdad es que lo llevo bastante mal ¡Horrible! Nunca he sido un gran estudiante, aunque siempre he aprobado. Pero ahora, aunque lo intento, casi no puedo ir a clase por los viajes. Cuando estoy en Mallorca tengo ganas de descansar. Me gusta estar con mis amigos, ir al cine, a dar una vuelta... pero lo más fácil es encontrarme pescando. Me encanta pescar. En roca, en la playa, en alta mar... en cualquier sitio. El pescado es, además, mi comida preferida».

 

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