El Atlético sufre para pasar de ronda en la Copa del Rey

Javier Asprón

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06/01/2024
Actualizado a las 21:05h.

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La Copa hace tiempo que dejó ser un plato de buen gusto para el Atlético de Simeone. La competición se le atraganta sobremanera desde aquel ya lejano título de mayo de 2013, cuando Miranda llevó al éxtasis a los aficionados rojiblancos con un cabezazo imperial en el Bernabéu. Desde entonces se han ido acumulando los fiascos, algunos muy sonoros, sin que a nadie dentro del club parezca importarle demasiado. Hay otras prioridades.

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Ante el Lugo se vio otro de esos partidos de aparente apagón general, con poca o nula fluidez, sin capacidad o ganas de tomarle la medida. Ni siquiera el gol tempranero de Correa sirvió para que el Atlético, dos divisiones por encima de los locales, diera un golpe en la mesa y aprovechara para solventar la papeleta con rapidez. Prefirió vivir a merced de los acontecimientos y casi lo paga. Los cambios al descanso y el acierto de Memphis impidieron la debacle, pero la imagen no fue buena.

Tal y como había avisado, Simeone planteó el partido como una oportunidad de lucimiento para los menos habituales. También para aquellos que son casi invisibles para él, tipo Javi Galán o Soyuncu. Ambos fueron protagonistas. El primero, inédito con la camiseta rojiblanca desde el 2 de noviembre, aprovechó un buen balón largo de Saúl para centrar desde la izquierda a Correa en el tanto que abrió el marcador nada más iniciarse el choque (minuto 2). Fue un comienzo prometedor para el lateral, al que se vio con ganas después de desesperar a su técnico en sus últimas apariciones. Pero volvió a faltarle continuidad. Acabó diluido, como el resto de sus compañeros, sin muchos más méritos para disputarle el puesto a Lino o Riquelme, los hombres que tiene por delante en la lucha por el carril izquierdo.

Lo de Soyuncu es un caso aparte. Entre lesiones y errores su paso por el Atlético se está convirtiendo en un calvario. El turco venía de ser expulsado ante el Sevilla con roja directa a los tres minutos de saltar al campo, y en Lugo le puso colorado Leandro Antonetti, joven y espigado delantero nacido en Murcia, pero de nacionalidad puertorriqueña, que le ganó por velocidad tras superar también por alto a Giménez, y que igualó el partido con un disparo ajustado al palo al que no pudo llegar Oblak.

Fue un tanto con polémica, porque la jugada se inició con una petición de penalti del Atlético después de que Tabuaço, portero del Lugo, derribase a Azpilicueta tras enredarse con el balón en el área. El árbitro no pitó y el balón largo lanzado por el guardameta para librarse de los problemas fue el que Antonetti le ganó a Giménez. Una jugada muy de los madrileños.

Entre uno y otro gol se vio una versión desdibujada de un Atlético aún no repuesto del varapalo de Girona. El Lugo, en cambio, echó mano del extra de ilusión y empuje que suele acompañar a los equipos coperos de menor categoría para hacerse con el mando del partido. Los gallegos se llevaban todos los balones divididos y su presión acrecentaba la caraja visitante.

De la ofensiva del Atlético casi no hubo más noticias en toda la primera mitad, salvo un zurdazo mal pegado de Memphis que golpeó en el lateral de la red. Riquelme, uno de los pocos habituales que salió de inicio junto a Oblak y Witsel, era el que más lo intentaba. También el que más palos recibía de la defensa rival.

En la otra portería había más actividad. Narro y Antoñín entraban con facilidad por las bandas y Antonetti, decidido a convertirse en el héroe del duelo, obligaba a Giménez a sacar el balón sobre la línea de gol en otro disparo a bocajarro.

Las sensaciones del Atlético eran tan malas al descanso que Simeone decidió dar entrada, de golpe, a De Paul, Koke y Griezmann. El conjunto colchonero ganó empaque y presencia, aunque la fotografía general aún tardó en cambiar. Antes, Giménez volvió a salvar a su equipo sacando sobre la línea un remate al larguero de Castrín. Y también antes, González Fuertes perdonó la segunda amarilla al lucense Quintana después de una dura entrada a Witsel.

Fue al empezar a asomar en la memoria las sonrojantes derrotas ante la Cultural y el Cornellá cuando Memphis consiguió devolver la tranquilidad al Atlético con un doblete en ocho minutos que resolvía la eliminatoria y les permitía empezar ya a pensar en la Supercopa de Arabia. Allí podría no estar Azpilicueta, que se marchó del campo antes de tiempo doliéndose de la rodilla.