El peor viaje de Luis Zahera: robo en Suiza
En los años ochenta, durante una ruta por el país más seguro del mundo, al actor le quitaron todo lo que tenía, excepto la ropa que llevaba puesta y veinte francos
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Crítica de 'Pájaros': «El aleteo de dos hombres que se prestan las alas
![El actor español Luis Zahera en la presentación de 'Pájaros', que se estrena este viernes](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/03/zahera-efe-Ry1DspQpqZovxWl20ugqysO-1200x840@diario_abc.jpg)
A Luis Zahera se le atragantó Suiza cuando apenas tenía 20 años. Se fue a la aventura con un colega, «Manuel Amigo, que es un gran gaiteiro y aprovecho para saludarlo desde esta entrevista, porque hace mil años que no lo veo», dice. Fue ... en los años ochenta. «Él tocaba la gaita, y yo pasaba la gorra». ¿Literalmente? «Sí, sí, literalmente». Así se costeaban el viaje, de ciudad en ciudad.
Llegaron al país el 20 de agosto. No podrían haber escogido mejor fecha. Su primera parada fue Basilea: «Era el día nacional de Suiza. Veíamos los fuegos artificiales que estaban disparando». Y claro, es bien sabido que para cualquier suizo que se precie es de precepto aflojar la mosca a cualquier gaitero al que oiga tocar el día de la Fiesta Nacional, de modo que «hicimos una barbaridad de dinero ese día».
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Con los bolsillos llenos, mochila en ristre y gaita a todo volumen, emprendieron la marcha. «De ahí fuimos a Lausana, a Zúrich...». Asegura que «aquel viaje que estaba siendo el mejor, y de repente…». De repente acamparon en una zona donde estaba permitido hacerlo y se fueron a desayunar, tan tranquilos. «Suiza es el país más seguro del mundo, la gente incluso dejaba los coches abiertos», cuenta, para apostillar: «Vamos, que no nos cabía en la cabeza que fueran a robarnos». Pero sí, pasó lo que para ellos era impensable. Fue volver del desayuno y «solamente encontramos el sitio, nos lo habían robado todo: la gaita, la documentación, el dinero. Nos quedamos con la ropa que llevábamos puesta y veinte francos».
En los ochenta, por si alguien va despistado, no había ni móviles ni internet: «Tuvimos que ir al consulado, llamar a nuestros padres para que nos mandaran dinero, volver en tren, en Barcelona se nos acabó el dinero, estábamos muertos de hambre».
Tiene algo de guasa que su última película, 'Pájaros', sea una 'road movie' en la que dos hombres atraviesan media Europa para avistar unas aves migratorias. La protagoniza con Javier Gutiérrez y dirección de Pau Durà, a quien agradece que lo haya llamado para encarnar a «un personaje así, un perdedor, un tipo tranquilo, un 'pobriño', que decimos en Galicia». «Generalmente hago personajes duros, aquí en España se encasilla un poco de más a los actores», se lamenta.
El actor presenta 'Pájaros', una 'road movie' en la que encarna a un 'pobriño', un perdedor
Se trata de un personaje, en efecto, muy diferente a todos los que ha hecho antes, pero le resta mérito a esto de cambiar de piel. «Es nuestro trabajo», sin más: «Lo haces, te llega un guión, en cada rodaje tienes compañeros diferentes... Te estoy contando cosas que son obviedades». «Cuando haces teatro, televisión, cine, es todo la misma falsificación, la misma mentira, el mismo entretenimiento, el mismo juego, es el niño que llevas dentro», insiste. Consciente de que a lo mejor no es lo que queríamos leer en un diario, se excusa: «Lamento esta respuesta tan fría, pero no hay ninguna diferencia. Juegas, siempre juegas».
A renglón seguido, me asegura que cuando era joven sentía «la ilusión» de hacer cortometrajes. Ahora, a sus 57 años, la ve en los actores más jóvenes: «Estoy haciendo una serie con Lucía Caraballo, la veo llena de ilusión, como cuando yo tenía 24 años». «Yo no soy muy bueno en las respuestas», vuelve a soltarme, justo antes de dar una excelente explicación: «Pero yo disfruto mucho con mi trabajo. Yo pensaba que a todo el mundo le encantaba su trabajo. Mis hermanos dicen que soy muy ingenuo y muy infantil. Somos unos privilegiados, estamos todo el día jugando. El otro día oía a Sacristán y me identifico tanto con él cuando dice que le encanta subir al escenario porque vuelve a ser aquel niño... Es verdad. Un virtuoso del violín tiene que trabajar mil horas para tocar bien una pieza. Nosotros solo tenemos que volver a ser niños».
Pero eso no garantiza el éxito: «Hay algo de azar, de estar en el sitio adecuado, en el momento justo, y luego el público te elige». «Soy un fraude haciendo entrevistas, estoy convencido», bromea.
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