Paco Azorín: con la ópera a Madagascar
el peor viaje de mi vida
El director de escena decidió hace un año fundar la ONG Ópera Sin Fronteras. Su primer proyecto fue en Madagascar, el quinto país más pobre del mundo.... La cosa no empezó demasiado bien
Paco Azorín: «La base del teatro es el trabajo en equipo, y eso es una compañía»

Se abre el telón. Estamos en Madagascar, año 2023. Vemos el restaurante de un hotel. En escena, dos hombres blancos, canosos, de entre 65 y 70 años. Valencianos, para más señas. Están con dos niñas malgaches de entre 14 y 16 años. Son muy ... afectuosos con ellas. Les dan besitos, las acarician, les hacen regalos, les dan dinero.
Podría ser el principio de una obra de teatro o una ópera, pero no. Es el inicio del viaje a Madagascar del director de escena Paco Azorín: «No sé si ha sido el peor de mi vida, pero sí uno de aquellos iniciáticos de verdad». Azorín, que ha hecho producciones para el Real, el Liceo, Maestranza y muchos otros teatros, decidió hace un año fundar una ONG, Ópera sin fronteras, para impulsar proyectos educativos alrededor de la ópera. El primero, en Madagascar.
Se habían preparado tanto como pudieron: «Habíamos hecho un curso de iniciación a la cooperación, pero lo que te encuentras ahí es infinitamente más duro», admite. Aunque en los folletos de viaje se destacan los encantos de sus paisajes y la riqueza de su fauna, económicamente Madagascar es el quinto país más pobre del mundo.
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El objetivo: crear ahí una ópera en colaboración con niños y niñas del país. «Fuimos de la mano de Agua de coco, una ONG que trabaja ahí desde hace más de 25 años», impulsando iniciativas educativas que puedan dar mejores expectativas de futuro a los más jóvenes. «Llegué a Madagascar con un complejo de colonialista brutal porque, aunque no quieras, les hemos quitado sus recursos y les hemos llevado 'regalos' terribles. Tenía ganas de pedirle perdón a todo el mundo». Y entonces, al llegar al hotel el primer día, vieron a aquellos dos hombres. Con las niñas. «Luego supimos que eran valencianos y que estaban haciendo turismo sexual. Terrorífico».
Poco a poco, el equipo fue encontrando el encaje entre sus expectativas, su labor y la realidad cotidiana del país: «La situación es tan crítica que trabajar con niños y niñas haciendo un taller de teatro y música quiere decir que los estás sacando de la calle un rato (de pedir limosna, de la prostitución)». «¡Hay niñas de 8 años ejerciendo la prostitución por la calle!», se exclama.
«Me preocupo cuando veo los precios de las entradas de ópera, por muchos descuentos que haya»
El proyecto implicaba, en una primera fase, hacer una toma de contacto con los niños, hacer talleres de danza, de música, de teatro, y empezar a crear, desde cero, esa ópera nueva. «No vamos a hacer una ópera y nos marchamos, sino que los formamos». A los muchachos y a sus profesores, porque mientras Azorín y su equipo están en Europa, allí siguen preparando el espectáculo, que podrá verse el próximo mes de agosto.
Ahora bien, ¿llevar la ópera a Madagascar no es también una forma de colonialismo cultural? «Lo había pensado en algún momento incluso yo mismo», dice Azorín, para acto seguido recordar que no es la primera vez que trabajan con colectivos vulnerables. La primera vez fue con un 'Sansón y Dalila' de Saint-Saëns con personas con discapacidad que ya se ha visto en Mérida, Sevilla y Aviñón. Después, con 'El monstruo en el laberinto' en el Gran Teatro del Liceo, con jóvenes de institutos catalanes de alta complejidad. La fórmula es siempre la misma: «Les explicamos que hay un instrumento artístico, la ópera, que une teatro, música, danza, escenografía, y que puede ser una parte fundamental en su desarrollo porque los ayuda a expresar sus ideas, miedos, proyectos...».
Azorín está a punto de presentar en Oviedo su puesta en escena de 'La Traviata' de Verdi. Acaba de montar por cuarta vez la ópera contemporánea 'María Moliner', esta vez en Tenerife; abrió la temporada del Teatro Real con 'Medée', y en febrero volverá al teatro, con 'Los Watson', en el Teatre Nacional de Catalunya.
En Madrid prepara otro proyecto que protagonizarán personas sin techo, 'El Requiem de la calle'. «Tengo una cierta inquietud social», asegura. «Me preocupo cuando veo los precios de las entradas de ópera, por muchos descuentos que haya. La ópera se ha alejado mucho de lo que un día fue. Cuando Verdi estrenaba sus óperas realmente era un espectáculo para el pueblo. No puedo trabajar solamente para un sector de la población, necesito saber que lo que hago puede ayudar a las personas, más allá de la cantidad que tengan en su cuenta bancaria».
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