ARTE
Yayoi Kusama: «Todos los artistas serios sufren fricciones mentales»
BILBAO
La creadora japonesa, de 94 años, que expone en el Guggenheim de Bilbao, concede una entrevista en exclusiva a ABC Cultural. Confiesa que siempre ha sido «una buscadora de la verdad»
Yayoi Kusama, la artista de 94 años que vive desde 1977 en un psiquiátrico de Tokio y es un icono global
Había muy pocas esperanzas, por no decir ninguna, de conseguir entrevistarla. Hace muchos meses, cuando el Guggenheim de Bilbao anunció su programación expositiva para 2023 y supimos que habría una retrospectiva de Yayoi Kusama, lo primero que hicimos fue solicitar al departamento de ... prensa del museo una entrevista con la artista japonesa. La respuesta fue inmediata: «No va a conceder ninguna». Se ha prodigado muy poco en los medios. Su delicada salud tampoco le ha permitido acudir a España para la presentación de la muestra. Nos quedamos todos con las ganas de verla y, sobre todo, de escucharla. Para conocer sus pensamientos sobre el arte, sobre la vida, sobre la muerte, debíamos contentarnos con leer su autobiografía, 'La red infinita'.
En las salas del museo bilbaíno están presentes todas sus obsesiones, todos los fantasmas que Kusama ha tratado de exorcizar en sus siete décadas de incansable trabajo. Sus sempiternos lunares, sus cotizadísimas calabazas, sus esculturas blandas de formas fálicas, sus habitaciones de espejos del infinito... Musa de la contracultura en el Nueva York 'hippie' de los 60, icono pop contemporáneo y musa de Louis Vuitton a sus 94 años, sus exposiciones arrastran a legiones de fans en todo el mundo. A buen seguro, la de Bilbao no será una excepción y supondrá un gran éxito de público.
Desde 1977 vive en un hospital psiquiátrico de Tokio, donde ingresó voluntariamente y de donde sale diariamente al vecino estudio para trabajar. Aunque el covid dio al traste con la rutina. Y, cuando ya dábamos por perdida la ocasión de entrevistarla, una llamada telefónica nos devolvió la ilusión. Sus asistentes habían quedado encantados con el resultado de la exposición en Bilbao, hablaron con la artista y aceptó conceder una única entrevista. Eso sí, con condiciones: un cuestionario por mail con solo diez preguntas. Aceptamos el reto, aun sabiendo que se podía escapar en las respuestas y que no habría opción de repreguntar cuando así lo hiciera. Pero la tentación era demasiada y aceptamos las reglas. Con una pequeña trampa: en cada pregunta colamos unas cuantas de más. Por si las moscas.
—En 2020 escribió unas hermosas palabras que bien podrían ser su epitafio. Decía que cuando muera, quiere que contemplemos su obra «como una tumba bellamente construida» y que, «pese a las más oscuras profundidades del dolor, el sol sigue brillando». Son palabras de optimismo y de esperanza. ¿Cómo se encuentra de salud, de ánimo y de fuerza? ¿Sigue trabajando a diario, sin intención de jubilarse?
—Me he dedicado al arte toda mi vida, desde el nacimiento hasta la muerte. Sigo preparando exposiciones y trabajando todos los días en una nueva serie de cuadros que empecé en 2021.
«A la hora de crear obras de arte, siempre he mantenido una actitud de buscadora de la verdad»
—Hoy vivimos la cultura de la cancelación. Se ha impuesto la ideología 'woke', que quiere acabar con todo lo políticamente incorrecto: se censuran obras de arte, libros, canciones, películas... Usted, que siempre ha sido políticamente incorrecta y ha abogado por la libertad, ¿qué opina de esta imposición sobre lo que hay que hacer y pensar?
—A la hora de crear obras de arte, siempre he mantenido una actitud de buscadora de la verdad. Como artista, he tratado de expresar en mi obra cualidades como la dignidad, la sensación de vitalidad y la humanidad. A partir de ahora, recorreré el camino infinito con el deseo de seguir desarrollando mi arte.
—Usted fue una niña de la guerra. Vivió Hiroshima y Nagasaki, Vietnam... Bautizó una obra como 'Bomba atómica'. La amenaza nuclear ha vuelto con la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Parece que no hemos aprendido nada de la Historia, ¿no?
—Estoy en contra de las guerras y del terrorismo. Intento presentar mi mensaje de paz a través de las exposiciones de mi obra.
—Su relación con Japón, y con su familia, ha sido muy compleja. Dijo que era un país corrupto, retrógrado, con una apolillada moral, una aldea de pueblerinos ricos. Sin embargo, ha acabado siendo profeta en su tierra: premios, reconocimientos, un museo en Tokio... ¿Se ha reconciliado con Japón? ¿Y con sus padres? ¿Y consigo misma? O quedan reproches.
—Había gente con ideas feudalistas y conservadoras, pero me enfrenté a ella y mostré a todos un camino más humano. Las personas que se sintieron conmovidas por esto me dieron mucho ánimo y me ayudaron a convertirme en miembro del gran mundo del arte.
«Sigo luchando por implantar el Arte Kusama para contribuir mientras viva al amor y a la paz»
—Usted fue no solo pionera de muchos movimientos artísticos, también de movimientos sociales. Ha luchado por el feminismo, la revolución sexual, los derechos de los homosexuales... Y fue de las primeras en hablar honesta y públicamente de la salud mental. Se abrió en canal en su autobiografía. ¿Hay todavía muchas barreras que derribar? ¿Cuáles?
—Sigo luchando por implantar el Arte Kusama para, a través de mis obras, poder contribuir mientras viva al amor y a la paz, a la paz para la humanidad y a un mundo pacífico sin guerras.
«No soy la única excepción al sufrimiento, mental y financiero, de hacer arte»
—Una de sus obras, 'Untitled (Nets)', se vendió en la sala Phillips de Nueva York por 10,5 millones de dólares en 2022. ¿Qué pensó cuando se enteró? ¿Se acordó de las penurias económicas de sus comienzos en Estados Unidos? ¿Le interesa el mercado del arte?
—Todos los artistas serios sufren fricciones mentales. No soy la única excepción al sufrimiento, mental y financiero, de hacer arte. Estoy tan ocupada creando que no me queda tiempo para distraerme con otros asuntos.
—Hoy se habla mucho de apropiacionismo, de derechos de autor, de plagios en el arte contemporáneo... ¿Le perdonó a Andy Warhol haberla plagiado forrando la galería Leo Castelli de Nueva York con serigrafías de cabezas de vacas?
—Me sorprendió que se pareciera tanto a mi idea, pero no me interesó porque mis ideas iban por delante de las suyas.
«La filosofía de Louis Vuitton es la misma que impregna mi moda. Me alegro de haber trabajado con ellos»
—Yayoi Kusama se ha convertido en un icono contemporáneo global. Louis Vuitton la ha convertido de nuevo en su musa. ¿Cómo lleva lo de ser una 'superstar' a los 94 años? ¿No corre el peligro de convertirse en una marca de lujo más?
—Mis diseños y mi moda ya aparecían en varias revistas especializadas cuando estaba en Nueva York. Desde que era joven, llevo ropa diseñada por mí misma. La filosofía de Louis Vuitton, su sinceridad a la hora de adornar el semblante del amor y de una nueva vida, es la misma filosofía que impregna mi moda. Me alegro de haber trabajado con ellos.
—¿Cree realmente en el poder sanador, curativo, del arte? Usted ha dicho que el arte la ha salvado. Afirman que ha hecho de la enfermedad una fortaleza, pero también que teme más a la enfermedad que a la muerte. ¿Es cierto? En 2006 se preguntaba si podría vivir un día venciendo a la muerte. Parece que lo logró. ¿Cómo se lleva con ella?
—Creo arte con la esperanza de que la creación me haga sentirme más tranquila y mejore mi condición física. Con el poder del arte, mi existencia se transformará en un mundo de himnos a la vida que permanecerán inalterables hasta mi muerte.
—¿Ha logrado al fin exorcizar sus demonios o sigue hoy luchando con ellos? ¿Por qué sigue, 46 años después, viviendo en un hospital psiquiátrico?
—Por motivos de salud, he estado viviendo en un hospital. Ahora sigo en el proceso de crear obras.
«Siempre hay que perseguir la felicidad»
—¿Qué queda, a sus 94 años, de aquella joven 'hippie', rebelde, inconformista que quería cambiar el mundo en los años 60? Si mira atrás, ¿se siente satisfecha, feliz?
—Me siento feliz cuando he hecho un buen trabajo. Siempre hay que perseguir la felicidad. Me he esforzado como ser humano que ha estado expuesto a la verdadera humanidad y que, desde la infancia, ha deseado siempre la paz y el amor. Quiero dedicar mi vida a las personas que se conmueven con mi trabajo.
Hasta aquí las respuestas al cuestionario que le enviamos a Yayoi Kusama y que contestó rápidamente. Sabe a poco, la verdad. Son muchas las preguntas que quedan en el aire. Una vida como la suya daría para una conversación en persona, reposada. Pero son 94 años y su salud siempre ha sido muy frágil. Una vida vivida, en la que ha habido muchos momentos en los que ha mirado cara a cara a la muerte. De ahí que nos alegre especialmente leer esta frase: «Siempre hay que perseguir la felicidad».
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