Belén Rueda: «Salomé utiliza el sexo porque es la única arma que tiene»
La actriz interpreta en Mérida a la princesa bíblica, en una versión escrita y dirigida por Magüi Mira
Magüi Mira regresa a Molly Bloom, su personaje fetiche

«Herodes, que quería matar a Juan, tenía miedo de la gente, porque todos creían que Juan era un profeta. Pero en el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías salió a bailar delante de los invitados, y le gustó tanto a Herodes que le ... prometió bajo juramento darle cualquier cosa que pidiera. Ella entonces, aconsejada por su madre, dijo a Herodes: 'Dame en un plato la cabeza de Juan el Bautista'». Así relata el apóstol San Mateo en su Evangelio el episodio de la decapitación de San Juan Bautista; la hija de Herodías, naturalmente, era Salomé, un personaje que ha cobrado vida a menudo a través de la pintura, la literatura, el cine, la ópera o el teatro –especialmente por medio de la obra que escribió Oscar Wilde–.
Y a la escena, precisamente, vuelve ahora la caprichosa princesa idumea de la mano de Magüi Mira, autora y directora del espectáculo que se verá en el Teatro Romano de Mérida del 9 al 20 de agosto, en el marco del festival internacional de teatro clásico de esta localidad. Belén Rueda, Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol, Sergio Mur, Antonio Sansano, Jorge Mayor, José Fernández y Jose de la Torre componen el reparto de la función.
Belén Rueda regresa a Mérida después de interpretar allí hace tres años 'Penélope'. «El día de la última representación -recuerda-, todavía con el traje de escena puesto y con el público en las gradas, Fernando, uno de los responsables de la producción, me dijo: 'Si quieres volver, tienes que besar las escaleras de la valva regia' [la entrada a escena central, bajo la estatua de la diosa Ceres]. Y así lo hice, porque estaba deseando volver».
«Mérida posee una energía tan potente que cuando estuve allí la primera vez vi que me sumaba en vez de restar»
Y es que Mérida tiene un magnetismo especial para los actores. Aunque despierta, como confiesa Belén Rueda, «emociones encontradas». «Me produce –explica– una especie de terror pensar en actuar allí, pero al mismo tiempo siento una atracción irresistible. Mérida posee una energía tan potente que cuando estuve allí la primera vez vi que me sumaba en vez de restar. Al llegar al teatro y pensar en las gradas llenas de público me moría de miedo, pero una vez pisé el escenario, noté una energía muy grande. Al principio pensé que me aplastaba, pero luego me puso alas».
Para estar con esta 'Salomé' en Mérida (y en la gira posterior, que seguirá de momento hasta final de año), Belén Rueda ha rechazado o postergado otros proyectos televisivos y cinematográficos. «Merece la pena. Me atrajo mucho la propuesta de Magüi Mira, que se ha basado en la historia real, no en otras versiones anteriores. De alguna manera deshace el mito, es una Salomé distinta de la que tenemos en el imaginario; ella usa el sexo, pero lo hace porque de otra manera no puede lograr lo que quiere».
«Me atrajo mucho la propuesta de Magüi Mira, que se ha basado en la historia real, no en otras versiones anteriores»
Salomé no es, dice Belén Rueda, una niña caprichosa. «Ése es un término que deshumaniza a una persona; parece que continuamente tiene caprichos. La vida de Salomé en el palacio no debió de ser fácil. Era acosada continuamente por Herodes, su padrastro, y ella quería cambiar. Se sentía encerrada y ansiaba la libertad que no tiene –aunque en la época es una palabra que no se pronunciaría, y menos una mujer–. Magüi ha querido buscar la esencia del personaje, de su día a día. No está ejerciendo su capricho las veinticuatro horas, sino que durante buena parte del día está sometida por mucha gente de su alrededor. En primer lugar por su madre, Herodías, que quizás es más caprichosa incluso que Salomé. De hecho, la que tiene la idea de que Salomé pida la cabeza de Juan el Bautista es Herodías, y Salomé, en un momento de locura en una fiesta, probablemente habiendo bebido y tomado todas las drogas posibles, sigue las órdenes de su madre».
Jaula de cristal
«Esta Salomé -continúa- hace escapadas fuera de palacio y ve un tiempo nuevo, liderado por Juan el Bautista, y lo quiere vivir. No es solo capricho; es el ansia de una nueva vida, porque considera la suya, a pesar de los lujos, una cárcel. De hecho, hay un momento en el que ella lo dice: 'Donde mi palabra pueda ser libre estará mi patria. Y no sé lo que estoy haciendo, no sé quién soy, no sé cómo soy, pero sé que huyo de las barras de hierro que han encerrado mi vida'. De alguna manera, ella es consciente de que tiene muchos privilegios materiales, pero no emocionales. Quiere salir de esa jaula de cristal y su manera de conseguirlo es a través de su sensualidad».
Un arma, dice Belén Rueda, que «durante muchos años, y todavía ahora, se ha castigado y se ha demonizado en la mujer. Pero cada uno utiliza las armas que tiene. Salomé es primaria en sus deseos. Pero es inteligente porque su arma más poderosa es la sensualidad y la utiliza para conseguir lo que quiere, aunque –reconoce– pide la cabeza del Bautista movida por su madre y por las drogas. Pero llega un momento en que se da cuenta de lo que ha hecho y se queda horrorizada. Nuestra Salomé está humanizada, tiene muchas capas. Estoy segura de que los que vengan a ver la función descubrirán muchos aspectos de Salomé que no han visto antes».
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También tiene capas Belén Rueda, y una de ellas es la de bailarina –la danza fue su primer amor–. «Estoy feliz, disfruto tanto con la coreografía... Y con la música; hay mucha música en la función, que le otorga un ritmo brutal».
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