Los veranos de los arqueólogos
Myriam Seco: «Me gustaría iniciar algún proyecto subacuático nuevo en la costa andaluza»
La egiptóloga sevillana narra sus inicios en la arqueología y cómo su primera excavación cambió su vida
![Myriam Seco, en la Universidad de Sevilla](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/07/15/1437974622-kcDE--1248x698@abc.jpg)
« Cuando lo pienso hoy en día me da miedo », dice Myriam Seco (Sevilla, 1967) al recordar su primera excavación subacuática en 1998, en el Mar Rojo. Acababa de obtener el 'open water', el nivel de principiante, y se fue a un ... lugar llamado Sadana Island para investigar un pecio que transportaba un cargamento de porcelana china y que quedó hundido entre 37 y 42 metros de profundidad , junto a la pared de un espectacular arrecife de corales. El trabajo lo dirigía el INA (Institute of Nautical Archaeology) de Texas, que tenía una sede en Alejandría, y Seco formaba parte de un grupo muy numeroso en el que había buceadores experimentados y novatos, como era su caso. «Estuvimos tres meses acampados en la playa en tiendas, realizando dos inmersiones diarias a esa profundidad, durante seis días a la semana», relata la intrépida arqueóloga que en ningún momento fue consciente del peligro que implicaba bucear a aquellas profundidades. «Como en el Mar Rojo hay una visibilidad espectacular -explica-, no tomas consciencia de la profundidad en la que estás y no reparas que si te surgiera cualquier problema tendrías que solucionarlo ahí abajo, y para eso es fundamental tener experiencia».
Tenían que caminar, además, casi 500 metros cargados con el material de buceo hasta llegar a una plataforma de hierro que había sido construida para evitar la barrera de coral, desde la que saltaban al agua. Seco recuerda que les trataban «como en un campamento militar». A partir de una hora determinada no se podía estar despierto, la comida estaba muy medida y el agua dulce estaba restringida. « Solo nos dejaban enjuagarnos un poco después de la ducha, que era con agua salada . Teníamos incluso que lavar la ropa en el mar». Recuerda que después de estar cinco semanas viviendo en tiendas de campaña, pasaron un fin de semana en un hotel de Hurgada. «Yo no quería ni salir de la habitación. Me parecía increíble poder pisar suelo sin arena, bañarme en una bañera y tener sábanas y toallas limpias». Uno de los momentos más agradables en Sadana Island era cuando a la caída de la tarde se duchaba y se ponía los botines con calcetines. «Nunca olvidaré esos pequeños detalles que te enseñan a valorar las cosas más simples», subraya.
Guarda muy buenos recuerdos de aquellos días en que vivía «ilusionada en un subidón de emociones constante». Fue una vivencia positiva para ella a todos los niveles. «Por un lado, aprendí a bucear, y por el otro, se me abrieron las puertas a un futuro profesional que ni había imaginado », continúa la profesora asociada de la Universidad de Sevilla. «Realmente -añade- aquella primera experiencia profesional en el Mar Rojo cambió mi vida . A partir de esa fecha decidí quedarme permanentemente a vivir y trabajar en Egipto».
Después de aquellas primeras inmersiones, continuó unos años como arqueóloga subacuática en las excavaciones del Faro de Alejandría, con los franceses del CEA (Centro de Estudios Alejandrinos) y bajo la dirección de Jean-Yves Empereur . Aprendió mucho sobre arqueología subacuática; «prácticamente todo», puntualiza. Después regresó al Mar Rojo, donde organizó un proyecto de prospección, entre Marsa Alam y el Wadi Gawasis; y en el Líbano. En ambos casos, junto a profesionales franceses. Posteriormente, llevó a término un proyecto hispano libanés para excavar un pecio fenicio en Tiro.
Su familia siempre le apoyó para esta aventura y sus amigos sabían que desaparecía no solo los veranos, sino casi todo el año. «Durante mis primeros diez años de excavaciones, estaba prácticamente todo el tiempo fuera de casa», pero « no me sentía diferente; me sentía como alguien que hacía lo que le gustaba », remarca.
La arqueóloga sevillana recuerda «con muchísimo cariño» las campañas de excavaciones en la necrópolis de Dahshur con el Instituto Arqueológico Alemán entre el año 2000 y 2004. Excavaron en la pirámide romboidal y en todo su complejo funerario, subiendo a la pirámide por fuera, cargados con la estación total. «Como egiptóloga, excavar en Dahshur, un complejo arquitectónico construido hace más de 4.500 años, supuso cumplir un sueño», afirma la egiptóloga. Además, aprendió mucho con el alemán Rainer Stadelmann , una de las grandes figuras de la egiptología internacional. «El año pasado abrieron la pirámide romboidal al público y me hizo una ilusión enorme poder entrar de nuevo después de casi 20 años», comenta.
Tampoco olvida la expedición en la que recorrió el Nilo Azul en rafting, durante el rodaje de la película en formato Imax ‘The Mystery of the Nile’. «Me siento una privilegiada por haber visitado el lago Tana y realizado el descenso del río, recorriendo Etiopía, Sudán y Egipto». De este modo, continúa la egiptóloga «se entienden mejor los orígenes y la riqueza de la civilización egipcia. Fueron tres meses de aventura por el río que me permitieron admirar las orillas del Nilo con imágenes de plantas, pájaros, cocodrilos e hipopótamos que en el Egipto actual ya no se ven».
En sus 26 años como arqueóloga de campo, atesora multitud de experiencias, como su paso por el templo de Amenofis III en Luxor junto a la Dra. Hourig Sourouzian , o los 16 años que trabajó junto a los colosos de Memnon , desde el 2000 hasta el 2016. «Ahí es donde por primera vez estuve a cargo de la documentación y base de datos de una excavación, donde por primera vez fui responsable de un sector y, además, me encomendaron hacerme cargo de la gestión con los obreros y el pago. Aquella experiencia me ha servido considerablemente a la hora de organizar mi proyecto de excavación en el templo de Tutmosis III », asegura.
Junto a la famosa Honor Frost
En 2002 estuvo excavando en el puerto sur de Tiro con una misión francesa junto a Honor Frost , una pionera del mundo de la arqueología subacuática que había buceado por todo el Próximo Oriente: Turquía, Líbano y Egipto. Seco conocía su trabajo porque en 1968 lideró una expedición de la Unesco en el Faro de Alejandría, pero quedó impresionada. « En 2002, Honor Frost tenía 85 años y seguía buceando, era fantástica su energía inagotable y su entusiasmo. Nunca se cansaba; era la primera en levantarse y la última en acostarse. Aún recuerdo sus charlas en un balcón frente al mar y me resultaba muy curioso, que no estaba del todo acostumbrada a bucear con el chaleco moderno de buceo», relata.
En estos años ha trabajado con grandes profesionales, pero le hubiera encantado coincidir con un personaje del pasado, Howard Carter, y estar presente en el descubrimiento de la tumba de Tutankamón . «Debió ser un momento espectacular con el que sueña todo arqueólogo », dice. Hace unos años publicó, junto a Javier Martínez Babón, el libro titulado ‘Tutankamón en España: Howard Carter, el Duque de Alba y las conferencias de Madrid’ y disfrutó «enormemente» leyendo las cartas que este famoso arqueólogo escribió a su amigo el Duque de Alba para compartir con él ese fascinante momento del descubrimiento. «Aquel gran arqueólogo británico fue dos veces a Madrid para presentar sus avances en unas conferencias que levantaron gran expectación», anota.
Este verano regresa unas semanas de julio a El Cairo para gestiones administrativas y en agosto a Alemania, para investigar en la biblioteca del Instituto de Egiptología de la Universidad de Tubinga con otro egiptólogo de mi equipo. «Desde 2010 voy a Alemania cada verano, a veces con algunos de los miembros de mi equipo, y allí es donde investigamos los materiales hallados en las excavaciones para poderlos publicar», gracias a los convenios firmados entre Santander Universidades, la Universidad de Sevilla y su proyecto sobre el templo de Tutmosis III. Para excavar en próximos veranos, elegiría trabajos subacuáticos. « Me gustaría volver a excavar en Líbano o iniciar algún proyecto nuevo en la costa andaluza », dice sin revelar más detalles.
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