La misteriosa señal de radio que vino 'de ninguna parte'
Los astrónomos detectan una misteriosa ráfaga rápida de radio (FRB), que parece venir del exterior de una vieja galaxia muerta, muy lejos de los tipos de estrellas jóvenes y masivas que se cree que están asociadas a esas súbitas explosiones de energía
¿Qué son los FRB o estallidos rápidos de radio?
Mientras el astrónomo Calvin Leung, de la Universidad de California en Berkeley, analizaba los datos obtenidos el verano pasado sobre una serie de intensos y repetidos FRB, se topó con algo totalmente imprevisto. Los FRB son misteriosas y extremadamente energéticas ráfagas de radio de ... origen desconocido que, en apenas unos milisegundos, son capaces de emitir cantidades de energía equivalentes a la que el Sol libera en años.
Debido a su corta duración, resulta extremadamente difícil localizar los puntos de origen de esas potentes y súbitas emisiones. Y el trabajo de Leung consistía precisamente en establecer con la mayor precisión posible la fuente de aquellos poderosos pulsos de radio. Para ello, había desarrollado junto a su equipo un nuevo software que permite combinar los datos de múltiples telescopios e identificar la ubicación de un FRB con una precisión sin precedentes, hasta el equivalente del ancho de un cabello a lo largo del brazo.
Hallazgo inesperado
Pero lo que había empezado como un esperanzador descubrimiento pronto se convirtió en un desconcertante enigma. De hecho, cuando los colaboradores de Leung en el Experimento Canadiense de Mapeo de Intensidad de Hidrógeno (CHIME) utilizaron, como suele hacerse, telescopios ópticos para examinar la zona de la que procede la fuente, se encontraron con la sorpresa de que ahí no había nada. El FRB, denominado FRB 20240209A, parecía venir de las afueras distantes de una antigua galaxia elíptica inactiva, una galaxia muerta que ya no debería contener el tipo de estrellas que se cree que producen estas poderosas emisiones. El trabajo, llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores dirigido por astrónomos de la Universidad Northwestern, en Illinois, se acaba de publicar en 'The Astrophysical Journal Letters'.
Investigaciones anteriores han relacionado los FRB con magnetares, estrellas de neutrones en rápida rotación y con campos magnéticos extremadamente intensos, 'cadáveres estelares' que persisten tras el colapso de estrellas jóvenes y masivas. Pero en el punto de origen de FRB 20240209A no había nada de eso. «Ahora -dice Leung- la pregunta es: ¿cómo vamos a explicar la presencia de un magnetar dentro de esta vieja galaxia muerta?»
En caso de haber tenido magnetares, en efecto, estos deberían haber desaparecido hace mucho tiempo de esta antiquísima galaxia, que tiene 11.300 millones de años, se encuentra a 2.000 millones de años luz de la Tierra y tiene una masa equivalente a la de 100.000 millones de soles.
En busca de una respuesta
«Este no es solo el primer FRB que se encuentra fuera de una galaxia muerta -dice por su parte Vishwangi Shah, de la Universidad McGill en Montreal, Canadá, que refinó los cálculos iniciales de Leung sobre la ubicación del estallido-, sino que en comparación con todos los demás FRB, también es el más alejado de la galaxia con la que se asocia. La ubicación de FRB 20240209A es sorprendente y plantea preguntas sobre cómo pueden ocurrir tales eventos energéticos en las regiones donde no se forman nuevas estrellas».
De los aproximadamente 5.000 FRB detectados hasta la fecha, solo unos pocos han podido relacionarse con una galaxia específica, lo que dificulta enormemente los esfuerzos para confirmar si realmente pueden, o no, ser emitidos por magnetares. Hasta ahora, el 95% de esos FRB han sido detectados por CHIME, y el trabajo de Leung, que consiste en el desarrollo de tres telescopios complementarios, llamados estabilizadores, multiplicará la precisión a la hora de localizar la procedencia de estos misteriosos pulsos de radio.
«Cuando combinemos los tres estabilizadores -dice Leung- deberíamos poder localizar con precisión un FRB al día dentro de su galaxia, lo cual es una mejora sustancial, más de 20 veces mejor que CHIME».
Gracias a esa precisión, los telescopios ópticos, que se usan después de detectar un FRB para observar lo que hay en el punto del que proceden, podrán reducir sus búsquedas e identificar qué tipos de grupos de estrellas (cúmulos globulares, galaxias espirales) son capaces de producir esas fuertes explosiones y, con suerte, incluso identificar la estrella concreta de la que proceden.
«Nuestros resultados -afirma Shah por su parte- desafían las teorías existentes que ligan los FRB a fenómenos en galaxias formadoras de estrellas. Pero la fuente podría estar en un cúmulo globular, una región densa de las antiguas estrellas muertas fuera de la galaxia. Si se confirma, FRB 20240209A se convertiría en el segundo FRB vinculado a un cúmulo globular».
MÁS INFORMACIÓN
«CHIME y sus telescopios estabilizadores -concluye Leung- nos permitirán hacer astrometría a un nivel sin igual con el telescopio espacial Hubble o el telescopio espacial James Webb. Ahora dependerá de ellos profundizar para localizar la fuente».
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