¿Desde cuándo tenemos grapadoras?
ciencia cotidiana
Abrochadora, corchetera, cosedora o presilladora son algunos de los nombres con el que se conoce a la grapadora en los países sudamericanos de habla hispana
¿A qué se debe la nube blanca que forman algunos extintores cuando se usan?
Las grapas se usan desde la época romana
En la extensa historia de la innovación a menudo se pasa por alto la contribución de lo que podríamos llamar 'inventos banales', esos pequeños ingenios que simplifican nuestra vida sin recibir a cambio el reconocimiento que se merecen. Inventos triviales que han cambiado nuestras rutinas y entre los cuales se encuentran el abrelatas, el humilde sacapuntas, el post-it y, por qué no, la grapadora.
La grapadora es una herramienta que se ha vuelto indispensable tanto en la oficina como en nuestros hogares, facilitando la creación de proyectos creativos y la organización de documentos. Su nacimiento es un claro ejemplo de cómo las necesidades cotidianas pueden dar lugar a inventos ingeniosos que perduran a lo largo del tiempo.
La estructura compacta y eficiente de la grapa revela una estética minimalista, una construcción ingeniosa con la que se logra unir de forma estable las páginas sin comprometer la integridad del papel.
Antecedentes en el campo de la construcción
Las primeras grapas de las que tenemos noticia se fabricaron en hierro y bronce en la época romana y su finalidad era enlazar los sillares de una edificación. Se preferían las grapas de bronce a las de hierro, debido a que eran más duraderas y porque, además, no se oxidaban con el paso del tiempo, por lo que no aumentaban de volumen y no hacían saltar las piedras.
A lo largo del medioevo se emplearon grapas de hierro para atar los sillares de una misma hilada. Solían colocarse por parejas formando un encadenado, además los constructores solían embutir las grapas en el grueso de las piedras, fijándolas con plomo o azufre.
La respuesta a una necesidad regia
De la piedra se pasó al papel. Al parecer el primer prototipo de la «grapadora de papel» surgió como una demanda 'real', una necesidad del rey francés Luis XVII: necesitaba un instrumento que le ayudara a coser sus documentos y organizarlos. Cada una de aquellas primigenias grapas tenía la insignia de la corte real gala.
Por increíble que puede parecernos la primera grapadora no mantenía las hojas unidas, sino que únicamente las perforaba y, una vez agujereadas, había que unirlas manualmente con la ayuda de un cordón. Esta «agujereadora», porque esta era realmente su función, fue patentada por el estadounidense William H Rodger en 1859.
Tiempo después, en 1866, otro estadounidense -George W McGill- diseñó una pequeña máquina de cobre y zinc capaz de atravesar los papeles con una grapa metálica que, además, los mantenía sujetos. Los primeros modelos, a diferencia de los actuales, únicamente admitían una grapa, siendo necesario recargarlos constantemente, y tampoco las doblaba, por lo que una vez que la grapa atravesaba el papel había que cimbrarla a mano. El prototipo fue mejorado trece años después por el propio McGill al diseñar un modelo que era alimentado de forma automática con una tira de grapas.
En 1937 vio la luz la Swingline Speed Stapler No 3, un producto comercializado por la compañía Singline, cuyo mecanismo de carga era idéntico al actual y no siendo necesario aplicar la fuerza de los modelos anteriores, por lo que el grapado era sencillo y práctico. Los modelos que utilizamos actualmente difieren muy poco de la Stapler No 3 y las mayores modificaciones se han realizado, fundamentalmente, en la estética y no en su funcionamiento.
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¿Y qué pasa si nos hemos equivocado y hemos puesto la grapa donde no debíamos? Pues no nos queda más remedio que retirar la grapa. La primera patente de un quitagrapas la encontramos en el año 1969, fue una ocurrencia de Joseph A Foitle de Overlard Park, un estadounidense afincando en Kansas.
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