CO2M
El primer delator espacial contra el cambio climático dirá quién y cuánto contamina
Europa lanzará a finales de 2026 una misión para detectar el dióxido de carbono emitido a la atmósfera por la actividad humana. Los países que no cumplan sus cuotas quedarán al descubierto
La carrera para poner la energía solar espacial al alcance de la mano se intensifica
![Cámara de confinamiento óptico en la sala limpia de Thales Alenia](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/09/25/OpticalAIT_OpticalconfinementchambercopyrightThalesAleniaSpace(8)-R77GK7EEtIPbez0OiuykVJN-1200x840@diario_abc.jpg)
Hasta hace poco, acceder a este lugar, una gigantesca sala de la compañía Thales Alenia Space en Cannes (Francia), era prácticamente imposible. Aquí se integraban los satélites de defensa del ejército francés. Alto secreto. Ahora, los operarios, vestidos con batas y con la cabeza y ... los pies cubiertos para garantizar la máxima pulcritud, se dejan ver a través de los cristales. Lo que tienen entre manos también exige un trabajo delicado y de precisión. Se trata de la carga útil, la parte instrumental, de un satélite CO2M (Copernicus Anthropogenic Carbon Dioxide Monitoring), el primer delator espacial para combatir a un enemigo que supera fronteras: las emisiones de dióxido de carbono (CO2) provocadas por la actividad humana que influyen en el cambio climático.
En principio, la misión estará compuesta por dos satélites que formarán parte del programa de vigilancia medioambiental Copernicus de la Agencia Espacial Europea (ESA). Está previsto que se lancen a partir de finales de 2026. Más adelante podrá sumarse un tercer artefacto.
En la Cumbre de París (COP 21) de 2015, cerca de 200 países acordaron la necesidad de mantener el calentamiento mundial lo más lejos posible de los 2 °C por encima de los niveles preindustriales. El gas que más contribuye al calentamiento es el CO2, emitido a la atmósfera principalmente por fuentes naturales (la respiración de los seres vivos, las erupciones volcánicas o la descomposición orgánica), pero también por la combustión de carbón, petróleo y gas de nuestras industrias y automóviles. La misión de la ESA será la primera capaz de distinguir entre esas dos fuentes de CO2.
«Las emisiones producidas por la actividad humana forman una especie de penacho con una densidad muy alta de gas. Pero la columna puede ser producida por un fabricante de petróleo o tratarse de un incendio natural. Por eso, para estar seguros de su origen, los satélites medirán junto con el CO2 otros gases característicos de las actividades humanas, como el dióxido de nitrógeno (NO2)», explica Yvan Baillion, director de programas europeos de observación de la Tierra en Thales Alenia Space.
![Los dos satélites CO2M cubrirán todo el planeta cada cinco días](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/09/25/CO2M_artisticview%c2%a9OHB-U58462254247DmE-760x427@diario_abc.jpg)
Sin excusas
Actualmente cada país calcula sus emisiones totales a partir de las asociadas a sus sectores económicos y su consumo de combustibles fósiles, unas estadísticas más o menos confiables pero que a veces son difíciles de verificar. Con CO2M, será más fácil ver hasta qué punto los estados cumplen o no los acuerdos internacionales, ya que sus datos, gratuitos y precisos, estarán disponibles para todo el mundo. Además, ningún país podrá excusarse alegando de que carece de herramientas para medir sus emisiones. Esto cambia las reglas del juego.
La misión volará a unos 735 km de altitud -casi el doble que la Estación Espacial Internacional (ISS)- en una órbita heliosíncrona (sincrónica al Sol), lo que significa que siempre tomará las medidas a la misma hora del día. El dúo «proporcionará una cobertura global cada cinco días. Si se suma un satélite adicional, la constelación cubriría el planeta cada tres días y medio», explica Ian Bennett, director de Sistemas de Observación de la Tierra en OHB System, principal contratista del satélite. El aparato es fruto de un consorcio de más de treinta empresas de quince países europeos. En España, Thales Alenia ha fabricado parte del instrumento, como los transpondedores que establecen la comunicación con la estación de control.
En la sala limpia de Cannes, denominada así por las condiciones controladas para minimizar la presencia de partículas contaminantes, la carga útil del satélite, una masa de 580 kilos (el satélite completo pesa cerca de 2.000 kilos), se somete a pruebas mecánicas y de compatibilidad electromagnética. Entre los instrumentos, un espectrómetro de titanio y cerámica que se enfría a 23º C bajo cero para asegurar la estabilidad y el alineamiento de sus 16 componentes ópticos. En diez meses estará completamente integrado. El CO2M será sensible a una fluctuación del 0,1 % en el CO2 atmosférico y ofrecerá una imagen global de toda la Tierra con una precisión que permitirá incluso identificar las emisiones de una ciudad como París o Madrid.
La pareja permanecerá diez años en órbita y, previsiblemente, será reemplazada después por una nueva generación, de la misma forma que se sustituyen los satélites Sentinel de observación de la Tierra.
Simonetta Cheli, directora de Programas de Observación de la Tierra de la ESA cree que CO2M cambiará la forma en la que los países se enfrentarán al cambio climático. «Los satélites de medio ambiente nos dan datos que son objetivos, no tienen opinión, por eso son tan importantes para ayudar a los políticos a tomar decisiones», explica. CO2M está «concebido como una solución tecnológica espacial a la implementación de la COP 21, un instrumento con una resolución muy precisa que hasta ahora no teníamos», continúa.
MÁS INFORMACIÓN
«Durante la pandemia, gracias al programa europeo Copernicus, vimos cómo los gases de efecto invernadero bajaron a la mitad en ciudades como Madrid, Milán o Roma, lo que nos da idea de la importancia del espacio para medir el clima», afirma Cheli.
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