El desfile de Davidelfin era el gran azul, ahora que dicen las revistas de moda que nos olvidemos del azul. Pues zas, azulete. Digamos que azul Klein (o Montana). O azul mono de mecánico, dependiendo de lo finolis que nos pongamos. La colección también era un poco geométrica y Mondrian.
Su público, el habitual, la gauche delfín. Alaska y Mario Vaquerizo (el mismo amor, el mismo tinte del pelo), Juan Gatti, Elena Benarroch...
Y, como siempre, Bimba Bosé abriendo el espectáculo. Rotunda, hipnótica, avasalladora, imponente, la única mujer con muslos encima de la pasarela.
Una cosa que las seres humanos de debajo de la pasarela agradecemos. Y, como todas, iba encaramada en unos imposibles tacones de Louboutin.
Unos tacones Empire State. Catorce centímetros de rascacielos en los pies. Pero Bimba, la bomba, como si fuera en bailarinas. La música, otra vez la subyugante «Each man kills the thing he loves», primero con Ingrid Caven y luego con la propia Bimba.
También se oyó «Entre mil dudas», de Fangoria. Todo queda en casa. O entre amigos (cielos, éste era el título de un programa de Moreno, y nada más alejado del rondeño).
Si el azul fue el protagonista absoluto en Davidelfin, en Juanjo Oliva hubo azul y otros. Una colección que compartía cromatismo con los peces tropicales del Aquarium de Madrid.
En primera fila, una habitual de Juanjo Oliva, Elena Salgado, que como se entere el alemán del rotativo «Frankfurter Allgemeine» de que la ministra de Economía de Zapatero ha ido a Cibeles Madrid Fashion Week la volvemos a tener.
También estaban Carmen Lomana, como en el anterior (combinando perfectamente su collar de ámbar con el «kelly» verde), la modelo Nieves Álvarez, Elena Tablada, su madre y Felipe Varela, otra vez al lado de Cuca Solana.
Varela ha confirmado que vuelve a Cibeles. En la sala de prensa se bromea con que Doña Letizia trajo el currículo de su diseñador de cabecera, aunque vino disimulando de Adolfo Domínguez, y se lo dio a Cuca Solana. Sea como sea, lo que más me llama la atención de Felipe Varela, el hijo pródigo, es su físico (abalorios aparte). Es inquietante.
Transparente como una salamanquesa y cuadrado como los culturistas antiguos. Como Mickey Hargitay, el marido de Jayne Mansfield (y padre de Mariska), que fue Mister Universo en 1955. Hipnótico también.