«El hombre del corazón de hierro» (***): Heydrich de cerca y de lejos
La película encuentra a Heydrich, profundiza en su sórdido interior, pero antes de llegar al fondo se pasa, digamos, «al enemigo»
Hace poco se estrenó «Operación Anthropoid» , que es el nombre que recibió la misión de un comando checo enviado desde Londres para matar a Reinhard Heydrich, máxima autoridad nazi en la Praga ocupada. En esta película inglesa, dirigida por Sean Ellis, todo el foco de la mirada estaba puesto en el relato de la operación y en punto de vista del comando. «El hombre del corazón de hierro» narra el mismo suceso, pero cambia el foco, o el enfocado, pues se centra en el personaje de Heydrich, interpretado con enorme furor por Jason Clarke. El francés Cédric Jimenez sigue al personaje desde su juventud airada a su imparable ascenso dentro de los núcleos más duros del nazismo y lo clava, ya desde el título, con la descripción que hizo de él el propio Hitler.
Señala su inhumanidad pero a partir de un retrato matizado, en el que tanto pesan sus obsesiones y crueldades como sus aspectos familiares (tan oscuro y diabólico es su trazo como el de su esposa, que interpreta con muchos pliegues Rosamund Pike). La película encuentra a Heydrich, profundiza en su sórdido interior, pero antes de llegar al fondo se pasa, digamos, «al enemigo», y pega su cámara a los movimientos de la resistencia y a los preparativos y consecuencias de la operación, dándole de lado a su protagonista y negándose como «biopic». Como si Cédric, llegado ahí, dijera: «Ya no puedo más contigo, Heydrich».
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