Cine
El círculo (**): Tardío retrato del viejo futuro
Este cóctel, que podría y debería ser explosivo, se queda un poco sin gas por el mero paso del tiempo
No diremos que «El círculo» camina dando vueltas, pero sí que recorre senderos ya conocidos , y no por ello menos tenebrosos. En una conversación de café, la película podría resumirse como una mezcla entre «Black mirror» (2011) y «El show de Truman» (1998), un espectáculo en el que Truman ya somos todos, como Espartacos sin valor. Y por si no han visto el espejo oscuro de Charlie Brooker, la serie lleva varios años sorprendiendo por su habilidad para buscar las cosquillas morales al progreso tecnológico.
James Ponsoldt escribe y dirige su «redondel» a partir de la novela de Dave Eggers, publicada en el ya lejano 2013. Los casi cuatro años transcurridos son un abismo en el entorno tecnológico, pero esto no es nada al lado de las dos décadas que se van a cumplir de la mejor película de Jim Carrey. Así que este cóctel, que podría y debería ser explosivo , se queda un poco sin gas por el mero paso del tiempo.
Pese a la falta de novedad, el debate sigue siendo apasionante. El espectador usa los ojos de Emma Watson para ir desenredando el relato . Ella soporta sobre sus estrechas espaldas (bien) casi el cien por cien de los planos. La chica consigue trabajo en la primera empresa tecnológica del mundo, un paraíso laboral liderado por el gurú Tom Hanks, y (nos) va descubriendo el lado oscuro del envidiable entorno. «El círculo» cuenta por tanto con dos intérpretes de primer nivel y con los medios necesarios para dejar huella, pero quizá porque sus pasos caen casi siempre sobre pisadas preexistentes o porque al final la intriga es demasiado transparente, el impacto se ve atenuado.
Lo mejor de la película llega después de su final , circunstancia buena y mala a la vez. El asunto central debería preocuparnos a todos, ahora que la privacidad es algo definitivamente pasado de moda y que los grandes hermanos tecnológicos saben más de nosotros que la madre que nos parió.
En el otro lado de la balanza, la cita a Google y a Apple, a Twitter y a Facebook, tampoco es tan explícita como para emocionar por su atrevimiento, al estilo de «La red social». Y Tom Hanks, convincente como siempre, escasea en la pantalla . Su carisma estaba llamado a robar la función, al estilo de Ed Harris en «El show de Truman». La falta de valentía a la hora de rematar la faena, la línea poco sutil con la que se critica lo obvio, es el último pecado de una cinta que también parecía nacida para triunfar.
Del currículum de Ponsoldt, lo más interesante parece la serie cómica «Master of none», que tampoco destaca por su dirección. Aquí tampoco sobresale su sentido del humor. Para cerrar la crítica, otra virtud: la actuación creíble y postrera del gran Bill Paxton , poco después fallecido.
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