Opinión
Enseñanzas de las elecciones europeas
El sistema electoral que tenemos en España, con su objetivo de potenciar el bipartidismo, ha acabado por crear una cierta partitocracia, que, como muestran los resultados del domingo, ha entrado en crisis
Que las elecciones europeas son unas elecciones sui géneris nadie tiene que recordarlo. La mejor prueba es que una inmensa mayoría de los ciudadanos desconocen qué es el Parlamento Europeo , qué es lo que hace y qué influencia tiene en sus vidas cotidianas lo que allí se tramita. Pero también está fuera de duda que las elecciones europeas han sido siempre, desde que se iniciaron en 1987, un significativo barómetro para conocer el estado de opinión de los ciudadanos y un indicador muy fiable acerca de sus intenciones de voto en el futuro. En España, por ejemplo, el triunfo del Partido Popular en las europeas de 1994, cuando aún gobernaba Felipe González, fue el prólogo de las victorias populares en las municipales y autonómicas de 1995 y en las generales de 1996. De la misma forma, en 2009, cuando gobernaba el PSOE, ganó el Partido Popular, augurando así la estrepitosa derrota de Zapatero de 2011. Por eso, todos los partidos y todos los ciudadanos conscientes y preocupados por la política de nuestro país tienen hoy el deber de analizar con suma atención los resultados de las elecciones del domingo.
Ya se sabe que con los resultados electorales a veces pasa como con los datos estadísticos, que, convenientemente torturados, pueden acabar por decir cualquier cosa, pero hay algunos indicios en estas elecciones europeas que, por mucho que se les torture, no dejan de enviar mensajes meridianamente claros. Y, diría más, profundamente inquietantes. Que nadie puede esconder. El primero de esos mensajes que no hay manera de disimular es el del tremendo batacazo que se han pegado los dos primeros partidos españoles . Los dos partidos que en los 36 años de régimen constitucional han sido los que han gobernado España o que, desde la oposición, constituían la alternativa de gobierno.
Muchos periódicos y comentaristas han titulado «pierde el bipartidismo ». Así es: los que han perdido son los dos grandes partidos. Y ellos son los primeros que tienen que afrontar con valentía el análisis de lo que los ciudadanos han dicho en esa macroencuesta que, en definitiva, son las elecciones europeas.
El PSOE ha perdido 2.561.563 votantes desde las anteriores europeas. Y si lo comparamos con los resultados de las generales de 2011, ha perdido 3.393.659, lo que significa que el 48,7 por ciento de sus votantes de hace dos años le han abandonado. Por su parte, el Partido Popular ha perdido 2.615.674 votantes respecto a las europeas de 2009. Y ha perdido 6.775.990 electores respecto a los que le dieron la mayoría absoluta en noviembre de 2011, lo que significa que el 62,5 por ciento de los que votaron entonces no lo han votado ahora. Estos son los datos. Unos datos que impresionan en los dos casos. Como anunciaba al principio de estas reflexiones, existen torturadores de cifras capaces de convencer a quien quiera convencerse de que la cosa no es tan grave. Pero allá los torturadores de cifras y allá los que quieran consolarse con paños calientes.
Hay que tener en cuenta que el 38 por ciento de los votantes del domingo se han decantado por opciones que están por la ruptura de principios constitucionales básicos. Ya sea por un republicanismo confeso (IU y Podemos ), o porque son declaradamente independentistas (ERC, CiU, Bildu, BNG). Este dato es nuevo en el panorama electoral español porque en las anteriores europeas, de 2009, los partidos que no estaban plenamente con la Constitución tuvieron resultados insignificantes. Esto hay que analizarlo con atención.
Como también hay que reconocer que la izquierda (PSOE, IU y Podemos) ha sumado 6.400.000 votos, mientras que el centro-derecha (PP, Ciudadanos y Vox) solo llega a 4.800.000. Sin saber bien si UPyD, con su millón de votantes, estaría con la izquierda o con la derecha. Todos estos datos son un motivo para la reflexión de los dos grandes partidos. Para la reflexión y para la toma de decisiones . Aunque sean duras, difíciles y drásticas. Los resultados han demostrado de forma palpable algo que los políticos que pisamos la calle estábamos percibiendo durante los últimos años: la desafección de los ciudadanos hacia los dos grandes partidos.
Las causas pueden ser varias. Desde luego, a los socialistas les sigue pasando factura su desastrosa acción de gobierno frente a la crisis económica, que agudizaron con sus errores. De la misma forma que el Partido Popular probablemente esté sufriendo el desgaste de gobernar ahora en circunstancias difíciles. Pero no es solo eso. Es una realidad que los ciudadanos sienten lejanos a los políticos de estos partidos y han empezado a votar a otros partidos que hablan más con ellos y que dedican más tiempo a explicarles en los medios de comunicación cuáles son sus propuestas políticas, aunque sean totalmente erróneas.
Es una realidad incuestionable que el sistema electoral que tenemos en España, con su objetivo de potenciar el bipartidismo, ha acabado por crear una cierta partitocracia, que, como muestran los resultados del domingo, ha entrado en crisis. Y esta es la palabra clave en estos momentos. Nuestro sistema político está en crisis. Pero las crisis son siempre oportunidades. Oportunidades para cambiar todo lo que no funciona. Es el momento de la valentía, de llamar a las cosas por su nombre, de desconfiar de todos los inmovilistas y de los conformistas.
El PSOE y el Partido Popular tienen que reaccionar. Desde luego, porque los resultados han sido muy preocupantes y no auguran nada bueno para ellos. Pero, sobre todo, porque España y los españoles necesitan dos grandes partidos nacionales que sean alternativas atractivas de gobierno. Uno, de corte socialdemócrata, y el otro, liberal-conservador. Y mal que les pese a algunos, la salida de esta crisis pasa necesariamente por el debate ideológico.
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