Ya lo decía Jacques Delors: «Cuidado, Alemania es Alemania más los 16 "länder"». Un sistema complejo. Pero estable y, sobre todo, predecible. Frente a la cacofonía del bazar autonómico español, el federalismo cooperativo que caracteriza a la Alemania que nace de la Ley Fundamental de 1949 sirve de espejo para la pregunta definitiva: ¿Es eficaz el modelo de Estado español? La retórica patriótica y rencorosa que recalienta en España el debate sobre el reparto del poder; la falta de grandes consensos entre los grandes partidos nacionales unida a la tentación centrífuga de los partidos nacionalistas y regionales; y la inoperancia del Senado y de las comisiones interterritoriales a la hora de fraguar los consensos entre el centro y las autonomías llevan a cada vez más voces a denunciar la ineficacia del modelo de descentralización abierto y asimétrico que recoge la Constitución de 1978.
Y es la calidad legislativa, administrativa y de los servicios públicos —y no las esencias ni los presuntos atributos nacionales de unos y de otros— la que determina la competitividad de los Estados en el contexto mundial. «La UE y la globalización han llevado a una competencia entre sistemas políticos que hace que un sistema de toma de decisiones rápido y un alto nivel de flexibilidad organizativa sean necesarios para competir con otras jurisdicciones», señala Christian Hillgruber, profesor de Derecho Público de la Universidad de Bonn.
En la partida de la influencia global y del G-20, las formas de Estado cuentan. Y la alemana ha generado la salida más rápida a la crisis dentro de la UE en un país que crece ya al 3% del PIB. «La magia del sistema alemán es que una vez que se alcanza un consenso, se han conectado dos niveles de significación política, el vertical entre el centro y las regiones, y el horizontal entre la Cámara Baja o Bundestag (expresión de los intereses de la Federación) y el Senado o Bundesrat, donde converge el interés de los estados federados», señala a ABC Ulrike Guérot, experta del European Council on Foreign Relations. «El éxito del modelo federal alemán resulta de las excelentes instituciones diseñadas tras la Segunda Guerra Mundial y de la falta de tensiones lingüísticas», apunta el analista Thomas Klau.
A pesar de que en Alemania coexisten hoy hasta siete combinaciones diferentes de coaliciones de gobierno, el Ejecutivo de Angela Merkel y los 16 «länder» aprobaron en tiempo récord tres leyes de reforma económica que han permitido al país capear el temporal de la crisis. «Las regiones sabían la responsabilidad que tenían», explica un funcionario del Senado alemán.
¿Dónde está el secreto? En un sistema cooperativo en el que «la federación legisla y las regiones administran», con un reparto inicial de competencias claro entre el centro y los entes federados (ver ficha), y un dinamismo controlado que puede resumirse así: si se quitan competencias a las regiones, se incrementa el número de leyes que puede vetar el Senado federal, y viceversa. El tipo de toma y daca que se vio en las reformas constitucionales de 1994 y 2006.
«Cuantos más poderes permanecen en manos de las regiones o les son transferidos —además de los poderes originarios que no se les puede arrebatar—, menor es el nivel requerido de participación de los "länder" en el nivel federal a través del Bundesrat», explica Hillgruber. El número de leyes que exigen la aprobación del Senado ha ido creciendo desde las 13 «leyes consensuales» en 1949 hasta el 40% actual de producción legislativa federal que puede vetar el Senado. La cámara, presidida de modo rotatorio por cada uno de los 16 ministros-presidentes de los estados y compuesta por 69 miembros, que son a su vez ministros regionales (consejeros autonómicos en la terminología española), es el verdadero vehículo de la participación de las partes federadas en el todo federal, junto a las conferencias ministeriales sectoriales donde gobiernan «a 16» las competencias transferidas, como la Cultura y la Educación.
Un esquema —inalcanzable para el insulso Senado español— que será sacudido desde junio de 2011 por las negociaciones de un nuevo modelo de compensación regional para después de 2019, envenenadas seguro por la anunciada pérdida de fondos regionales europeos de al menos cinco regiones alemanas.
BORJA BERGARECHE
ES SUBDIRECTOR DE ABC