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Destinos / LA MARAVILLA DEL REDUCTO DE BWINDI EN UGANDA

No va más: encuentro con los gorilas de montaña

Es un hecho consumado que cuanto más nos cuesta conseguir algo, mayor es la recompensa si se alcanza. Si hablamos de viajes la máxima multiplica su sentido. Mucho de esto es el origen del inefable estado de felicidad y éxtasis al que se llega cuando se divisa por primera vez, bajo una espesa niebla en los bosques de Uganda, un gorila de montaña. Es casi una catarsis.

Día 08/10/2012 - 10.14h

Llegar a la reserva natural de Bwindi, en la cordillera montañosa que divide políticamente Uganda de Ruanda y el Congo, sigue teniendo mucho de aventura y de paciencia. Es uno de los pocos lugares en el mundo donde el hombre no es la única fuerza dominante. La carretera desde la capital Kampala hasta Kisoro, en el límite del parque nacional, está repleta de hoyos, baches, largos tramos sin asfalto, camiones, inamovibles luces largas, mucho polvo y cientos de bicicletas cargadas de recipientes amarillos para el agua de la vida. Me río de los exámenes de conducir por puntos que se estilan en Europa. Esto sí que es el test definitivo. No me quedo corto si afirmo que se trata de un auténtico desafío para un hijo adoptado del carné por puntos... Este trayecto, sufrido y no exento de riesgos, es el primer paso obligado y costoso para llegar al remoto bosque impenetrable de Bwindi.

Una vez en Kisoro, a primerísima hora de la mañana, partimos en busca del último refugio del gorila de montaña. Sólo aquí sobrevive en libertad esta especie que es primo hermano del ser humano. Durante la travesía estaremos en todo momento acompañados de los guardias y protectores del parque, si bien tendremos los bolsillos un poco más vacíos por el previo pago de 500 dolares, canon desmedido para unos y muy justificado para otros que se debe abonar como ayuda para el desarrollo de los cercanos pobladores de las montañas, los míticos pigmeos.

Tras horas de ardua caminata por el húmedo, tupido y caluroso bosque, descubrimos lo que al principio parecen ser difuminadas sombras Conforme nos acercamos se van revelando como figuras casi humanas. Hemos alcanzado el objetivo. Son gorilas de montaña que se recrean, indiferentes a nuestra presencia, en sus cotidianas tareas que tan impactantes y gratificantes resultan a ojos del recién llegado... la emoción me embarga al ver a un macho de dorso plateado liderando y protegiendo a su grupo, a los jóvenes gorilas intimidar y pavonearse con sus golpes en el pecho y sus exhibiciones de agilidad y fuerza o un bebé gorila, siempre bajo los ojos protectores de su madre, descubriendo un nuevo mundo lleno de retos, ilusiones y sobre todo peligros.

Este mundo, salvaje aunque acotado (es el tributo que debe pagar por existir), del que disfrutan los gorilas no habría sido posible sin el esfuerzo de conservacionistas como la doctora Dian Fossey, quien descubrió para la humanidad a unos animales fascinantes y únicos, los increíbles gorilas de montaña. Desde aquí mi humilde tributo a quienes, como ella, luchan sin descanso por mantener y proteger las bellezas y maravillas de la Tierra para las generaciones venideras. Su labor permite a los viajeros soñadores de espíritu disfrutar de una pincelada de lo que signfica la manida expresión de 'los gorilas en la niebla'. Es sólo durante un breve espacio de tiempo, pero vale por la eternidad... y yo estuve allí.

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