Estrasburgo tiene una estación de tren (así llegamos mis dos amigas y yo desde otra ciudad francesa), a partir de la cual se puede ir andando por una de las calles principales, cruzando la Grande île de Strasbourg. Por el camino se ve la Iglesia de Santo Tomás. Continuamos el recorrido hasta llegar a la Place Kléber. Esta plaza se encuentra muy cerca de la principal zona comercial y también está a tiro de piedra de Notre Dame de Strasbourg, la catedral. Es de estilo gótico y de color rojizo, sin lugar a dudas es una de las más prestigiosas e impresionantes que he visto en toda la Galia. Dentro de la catedral se erige un reloj astronómico. En la plaza aledaña se encuentra la Maison Kammerzell, una de las casas con más encanto que verás en Estrasburgo, con la fachada tallada ricamente en madera. En las inmediaciones también está el Palais Rohan, otra foto imperdonable. Desde la Plaza de Gutemberg se accede a una calle desde la que se goza de la mejor perspectiva de la fachada de la catedral de frente
En Estrasburgo se apostan unos barcos estilo bateaux mouche que ofertan agradabilísimos paseos por el río, un brazo de agua que recorre la ciudad como en Ámsterdam. Cerca del lugar de atraque está el Musée Alsacien, donde puedes aprender más de la cultura de la región. Un poco más adelante llegamos a uno de los barrios más famosos: Los Ponts Couverts, unas torres de piedra maciza a cada lado del puente conforman la imponente entrada al barrio de la Petite France. Para mí, ésta es la zona de más encanto de Estrasburgo, con sus canales, sus casas de colores con vigas de madera, sus balcones decorados con flores... ¡es una preciosidad!
Volvemos sobre nuestros pasos al centro, buscando algo para comer por las bellas calles del corazón comercial de la ciudad. Elegimos para la ocasión, economía manda, un kebab, el típico sitio barato para comer en Francia. Seguimos a continuación en dirección este para dejar a nuestra derecha la universidad y el jardín botánico. Así llegamos a la bella plaza del Palais du Rhin, amén de la Place de la République. Tiramos a la derecha por la Avenue de la Liberté y luego a la izquierda cruzando el río por la avenida Allée de la Robertsau, que se convertirá en Avenue de l'Europe, avenida que nos llevará directamente al parque del Consejo Europeo y al resto de edificios relacionados con la UE. Cansadas ya de tanto pateo, decidimos coger un autobús que nos llevara de vuelta al centro. Por algo menos de dos euros cualquier punto de la ciudad es accesible en transporte público.
Recomiendo probar los pretzels, los pasteles franceses y las variadas y exquisitas tartaletas de frutas naturales, chocolate... sin olvidarnos del típico bizcocho de estilo alemán conocido como Kugelhopf. Que no se me olvide destacar que el símbolo de la región alsaciana son las cigüeñas, que en variados formatos se ofrece como el souvenir más típico y apropiado. Parece ser que los niños vienen de Alsacia. O eso cuentan algunos listillos...
Si además nos encontramos en fechas apropiadas, no se puede dejar de lado el excelente 'Marché de Noel' que se instala cerca del Palacio Rohan. A ojos de muchos representa a la perfección la quintaesencia del tipismo francés en época navideña.
Estrasburgo completa su oferta siempre a la mano con una ubicación privilegiada que le permite estar conectada con cuatro países en nada de tiempo. Capitales de la talla de Bruselas, París, Fráncfort o Luxemburgo se sitúan a pocas horas de tren. La situación de enclave estratégico en el corazón de Europa, tan cerca de estos póquer de países, es lo que hace de Estrasburgo un lugar tan especial, al margen de su incuestionable belleza: es una de mis ciudades favoritas en Francia, supongo que por la combinación de la típica arquitectura de casas alemanas (un estilo a las belgas y holandesas pero de mayor tamaño) y calles estrechas con iglesias románicas y góticas, amén de jardines y vistas preciosas desde los puentes. En el debe quizás encuentro que es algo cara para la media del país. Pero no tanto, no se vayan a asustar.
