Destinos

ABCViajar

Destinos / EL ARTE DE LA BUENA VIDA EN BILBAO SE PONE A TIRO

De las Siete Calles a la Alhóndiga

Día 08/10/2012 - 10.14h

Una vez más, durante mi última visita a Bilbo, volvió a sucederme: estiré al máximo mi estancia, absolutamente enganchado por esta maravillosa ciudad, gran desconocida para muchos prejuiciosos, y la amabilidad y educación de sus gentes. Respeté el protocolo y comencé la jornada adentrándome en las Siete Calles, que es como;llaman al casco viejo los bilbaínos.

Accedí a través del Puente del Arenal. Desde esta perspectiva merece la pena y mucho pararse a observar la ría de Bilbao y las vistas que dibuja el centro de la ciudad, incluido el teatro Arriaga (dedicado al que llamaron 'Mozart español'). Su fachada es impresionante, única en el neobarroco de finales del XIX.

Perderse en las Siete Calles es lo suyo. Además, no resulta difícil. Basta con echar a andar, ver tiendas, bichear libros o visitar monumentos como la iglesia de San Nicolás, cuya fachada le hace competencia a la del Arriaga. Tuvimos suerte, casi siempre se tiene en este templo tan solicitado para las bodas. Fuera de la iglesia asistimos en directo a un aurresku con motivo de un enlace matrimonial. Gran momento para disfrutar y aprender. Se trata de una danza vasca muy popular en el norte de España, observamos cómo bailan al son del chistu (flauta) y tamboril, hasta que llega un momento que hacen una especie de reverencia y finalmente un bailarín desafía al otro y viceversa. La verdad que es muy interesante como cada uno muestra sus agilidades. Igual que observar las caras de respeto y admiración de la concurrencia: el aurresku aquí no es cualquier cosa. Hablamos de arte, esa consideración tiene.

Llegaba la hora de tomar algún que otro zurito (vaso pequeño de cerveza) o txacoli (vino blanco) acompañado de los famosos pintxos (pequeña ración de comida acompañada casi siempre con pan). Son innumerables los sitios para degustar tales manjares, no cabe otra expresión. Cada establecimiento tiene su pintxo estrella, aunque ha de confesar que se lleva la palma en calidad-precio el bar Santa María, situado en la calle que le da nombre. Para mi gusto, y no soy el único, sirven uno de los mejores txacolis de Bilbao. Para bordarlo pedimos unos cuantos pintxos, incluido el exquisito chipirón relleno de txangurro (centollo). Si uno quiere una información más detallada de la gastronomía vasca sugiero que lea cualquiera de las obras de Juan Bas, oriundo del lugar y profundo conocedor de la excelencia de la cocina de aquí. Por cierto, también le ha dado a la pluma en Playboy y Penthouse...

El estómago estaba repleto. Imposible decir no a los pintxos. En Bilbao es fácil que se vaya la mano con la comida. Casi fue una pena, porque si no hubiésemos acudido al restaurante Perro Chico, situado al otro lado de la ría, concretamente en la calle Arechaga. Allí el tema setas es excelente.

En plena digestión nos dirigimos a la Alhóndiga, un antiguo almacén de vino donde incluso se comercializaba el líquido elemento. Bilbao sabe de crear nuevos espacios y de calidad en el mobiliario urbano. La 'nueva' Alhóndiga se inauguró en mayo de 2010, después de nueve años de obras para arreglar el recinto. Junto con el Museo Guggenheim (visita obligada y absolutamente fundamental) oposita, con fundamento, a ser el centro de cultura más importante de la ciudad.

La entrada impresiona bastante. Observamos una serie de columnas que representan una época y un lugar en el mundo. Como viajeros que somos era inevitable pararse en cada una. Creo que son 43, si no perdí la cuenta. Lo curioso de las columnas es que sustentan tres cubos, que a su vez albergan un aula cultural, una biblioteca, una mediateca, cines y áreas deportivas (desde abajo incluso puedes ver perfectamente cómo nada la gente en la piscina del tejado a través del techo acristalado de uno de los cubos. Qué impresión). Un día de éstos tengo que darme un chapuzón en las alturas y cambiar el punto de vista.

Con todo, lo que más me sorprendió fue la tranquilidad, amabilidad y el buen rollo que había en la biblioteca. Incluso los libros están al alcance de la mano y no escondidos y en alto como en muchos otros sitios. No sólo se pueden leer los volúmenes, también es posible navegar por internet e incluso hay un espacio reservado para que jueguen los niños. Es un lugar ideal para pasar un domingo, imposible aburrirse. Sin duda es el concepto de lo que una ciudad debe ofrecer a sus vecinos. He leído que la idea se va a exportar: algún político quiere trasladar algo parecido a la antigua fábrica de tabaco en Sevilla. Veremos.

De regreso, más buena vida. Volvimos a nuestras queridas Siete Calles, cenamos unos pintxos y buscamos alojamiento para dormir en cualquiera de las pensiones-hostales del casco viejo. Habrá quien piense en sitios sucios e incómodos para dormir. Ni hablar del peluquín: la mayoría de ellas son casas antiguas que albergan dormitorios con espacios grandes y muy bien acondicionados. Recomiendo pensión Roquefer en la calle Lotería.

Hasta la próxima, Bilbo... Por ahora.

Compartir

  • Compartir

publicidad
Consulta toda la programación de TV programacion de TV La Guía TV

Comentarios:
Camino de Santiago

Encuentra los mejores restaurantes

Por tipo de cocina

Lo bello
lo útil