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Destinos / NEUSCHWANSTEIN O LA MEJOR LOCURA DEL REY LUIS II

El castillo de la Bella Durmiente

Construido por Luis II de Baviera a mediados del siglo XIX durante un periodo en el que no eran necesarias las fortalezas, el castillo de Neuschwanstein fue fuertemente criticado por la falta de solvencia del gobierno bávaro en esa época tan convulsa. De estilo neoclásico, el rey impuso unas extravagantes normas para su construcción. Por algo le llamaban el loco.

Día 08/10/2012 - 10.03h

Una de ellas fue que sus trabajadores sólo fueran originarios de Baviera y que los materiales con los que se construyera sólo se obtuvieran de la misma región. El monarca basó su particular inspiración en los cuentos de fantasía y las óperas de Wagner que tanto habían influido durante su juventud. Luis II completó su actuación al morir ahogado en un lago, de manera misteriosa y a los 40 años de edad tras haber sido obligado a abdicar por motivos de demencia. Tanta salida de tono dejó en herencia un escenario de cuento de hadas y un inigualable estilo neogótico.

El castillo se encuentra ubicado en Hohenschwangau, un pequeño pueblo situado al pie de los Alpes y muy próximo a la ciudad de Füssen. Una vez en el susodicho pueblo y siempre que se pretenda visitar el interior del castillo, por supuesto hay que adquirir las pertinentes entradas. Éstas podéis comprarla como pase único para visitar tan sólo el castillo de Neuschwanstein o un paquete combinado con otro castillo que lleva el nombre del pueblo, que fue donde vivió el rey Luis II mientras supervisaba la construcción del que nos ocupa. Así era él.

El camino desde el pueblo hasta los pies del castillo se puede realizar a pie o en unas calesas tiradas por dos enormes caballos. Esta travesía no sorprende tanto por su belleza paisajística, ya que no se puede esperar menos de una región alpina, como por lo gratificante de un bonito paseo de una media hora con una meta que no es otra que el fantástico pórtico del castillo. La entrada a los distintos patios es gratuita, ojo. Las vistas son un imán para las máquinas de fotos.

Las visitas al rocambolesco interior está perfectamente programadas al más puro estilo alemán. Una vez en el lugar debes de pedir cita para pasar, esto quiere decir que dan paso por grupos en los que un guía narra la historia de las distintas salas, a la vez que va a controlar que no hagas fotos por estar terminantemente prohibidas. Entran ganas, pero hay que controlarlas y respetar.

Las salas, en la misma línea que el propio castillo, son como de en cuentos de hadas e inspiradas en las leyendas narradas en las potentes óperas wagnerianas. Bordeando el castillo se encuentra una nueva ruta que va a desembocar al puente de Marienbrücke, situado a 90 metros sobre la cascada de Pöllatfall, desde el que podrás obtener unas increíbles panorámicas del castillo. Puede ser que Luis II estuviera loco, pero parir esta bendida locura es una bencidión para el visitante.

Paradojas de la vida, un rey que por construir un sueño infantil causó la mayor de las ruinas a su gobierno. Sin embargo, en la actualidad y debido a su obra se ha gestado una importante fuente de ingresos para el estado bávaro, resultando ser uno de los castillos más visitados de Europa con 1,3 millones de turistas anuales. También es el monumento más fotografiado de Alemania. Parte de este éxito, sin menospreciar lo conseguido por méritos propios, se debe a que el propio Walt Disney se inspiró en Neuschwanstein para dar vida al de 'La Bella Durmiente', convirtiéndose desde entonces en uno de los principales símbolos de la compañía que tantas veces hemos visto en televisión. Todo un icono de la publicidad. Nada demente por cierto.

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