Se encuentra en la mitad de una vasta planicie conocida como 'el mar de arena', reserva natural desde 1919. El cercano pueblo de Cemoro Lawang es el habitual punto de partida para las excursiones, ya sean a pie o en jeep. El amanecer es el mejor momento del día para captar un paisaje único, capaz de erizar la piel del más descreído. Las ofrendas a los dioses de la montaña a base de flores, arroz, frutas y verduras de los vecinos suponen un espectáculo inaudito en Occidente.