Jugamos a 'Diablo IV': un viaje desafiante, oscuro y sangriento
Blizzard vuelve con la última entrega de su título de rol, y en esta ocasión recupera la esencia tétrica que había perdido por el camino
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![Jugamos a 'Diablo IV': un viaje desafiante, oscuro y sangriento](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/tecnologia/2023/06/13/Diablo-RefKKsJC6w9JHRKXJmcwhDN-1200x840@abc.jpg)
Tras tres años y medio, la espera ha merecido la pena. 'Diablo IV' ya está con nosotros y ha cumplido las expectativas. El nuevo título de la saga de rol nos vuelve a situar en Santuario, un mundo desgarrado por el conflicto eterno entre ángeles y demonios, que sufre en esta ocasión la vuelta de Lilith, la madre creadora de Santuario. Tendremos que hacer frente a la reina de los súcubos, mientras subimos de nivel, equipamos a nuestro personaje y acabamos por el camino con hordas y hordas de demonios en centenares de mazmorras.
Blizzard ha recuperado la esencia oscura que caracterizaba a la saga, alejándose del toque 'cartoon' que presentaba 'Diablo III', y que fue muy criticado por los fans más acérrimos. Ahora han vuelto a lo anterior, a la segunda entrega, a la madurez que hizo 'click' en los más veteranos y enamoró a los jugadores. La compañía estadounidense ya sabía que esta era la temática que iba a funcionar, y muestra de ello es el 'remake' que lanzaron hace un par de años bajo el título de 'Diablo II Resurrected'. El juego no es gris y negro, no nos confundamos, pero es cierto que han rescatado la atmósfera oscura, tétrica y llena de miseria que era tan características en los primeros títulos de la saga. El mundo es un caos y los personajes sobreviven como pueden, y el tema en conjunto que presenta Blizzard funciona muy bien con esta idea.
En cuanto a la estructura de la historia, el juego cuenta con seis actos, además de un prólogo y un epílogo, siendo el título de la saga más largo hasta la fecha. El punto negativo es que la estructura es muy básica, y se repite en varias ocasiones el mismo planteamiento de: ve a esta ubicación, habla con este personaje y limpia la zona. Al final es una queja menor, el punto fuerte de estos títulos es la jugabilidad —de la que hablaremos más adelante— y no tanto la historia, pero desde ABC nos hubiera gustado que hubieran apostado por una estructura distinta, o quizás, más valiente.
A favor de Diablo IV, en esta ocasión el juego está planteado como un mundo abierto, por lo que el jugador puede seguir la historia en el orden que quiera… siempre que se esté al nivel adecuado. Diablo IV tiene un sistema de nivel automático, pero es cierto que hay tramos —los inicios de acto en su mayoría— que piden un nivel en concreto para realizarlos. Nada te impide enfrentarte al reto antes de tiempo, pero os aseguramos que no vas a salir indemne.
Diablo IV es difícil, y tienes que tomarte alguna que otra pausa para entender mecánicas, habilidades, efectos pasivos, etc. para optimizar el daño y disfrutar de la jugabilidad. A pesar de ello, no nos ha parecido un sufrimiento. Los primeros compases guían de la mano al jugador, por lo que si te tomas la molestia en aprender y entenderlos conceptos, el reto es difícil pero disfrutable. Además, puedes personalizar al gusto a tu personaje, permitiendo escoger un montón de rasgos de su cara, cuerpo, color de pelo, complexión, tatuajes... Esta personalización visual viene acompañada de un montón de aspectos para las armas o la armadura que porta nuestro personaje, aunque lo verdaderamente interesante está en lo jugable, en las cinco clases que tenemos disponibles y todas las posibilidades que nos dan cada una de ellas.
Clases para todos los gustos
El juego base —seguro que se amplia con algún contenido descargable— cuenta con cinco clases: Bárbaro, hechicero, nigromante, pícaro y druida. Cada una tiene un 'gameplay' completamente distinto, y dentro de cada clase hay varias ramas de habilidades, que permiten combinaciones muy distintas. No verás a dos bárbaros iguales, ni tampoco a dos hechiceros. El título premia que experimentes y crees al personaje que más se ajusta a tu estilo de juego.
En nuestro primer paso por Diablo IV nos hemos decantado por hacernos a una pícara, una clase que resalta por la movilidad y el daño explosivo que tiene. Hemos agradecido estos detalles porque las batallas contra los jefes finales piden mucho más por parte del jugador que en títulos anteriores. Cada uno tiene una mecánica propia, y esquivar sus ataques o posicionarte bien es crucial en los enfrentamientos.
En líneas generales hemos disfrutado del combate, es divertido y muy satisfactorio. La experiencia mejora con creces si juegas en compañía, cosa que el juego permite con usuarios de cualquier plataforma, e incluso con desconocidos, por su componente en línea, que trataremos a continuación.
Desde ABC hemos jugado al título en PlayStation 5, y a pesar de no ser la plataforma 'idónea' según los jugadores más experimentados en juegos de rol isométricos, hemos de confirmar que se controla espectacular. No hemos echado en falta el teclado y ratón en ningún momento. Gráficamente el título es puntero, las cinemáticas están muy logradas y el rendimiento es estable en todo momento.
La música, pese a no destacar tanto como nos hubiera gustado, ayudar a generar un atmósfera opresiva y por ende a sentirte dentro de Santuario. En general en lo técnico es un sobresaliente, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado Blizzard con todos sus títulos.
Conexión obligatoria, un gran error
Lo peor del título es su apartado en línea. Diablo IV requiere de conexión permanente obligatoria, porque está planeado como si fuera un MMORPG al estilo de 'World of Warcraft' o 'Lost Ark'. La idea es que siempre te encuentres a otros jugadores por el mundo para realizar las actividades cooperativas, o para disputar encuentros PVP.
El problema es que, a la hora de la verdad, si no juegas con un amigo, la mayor parte del tiempo la vas a pasar tú solo avanzando en la historia principal. Al final el elemento multijugador queda relegado a un segundo plano, y la conexión permanente obliga a que tengas un internet estable o sino jugar al título se convierte en un verdadero 'infierno'.
¿Compra recomendada?
Creemos que te tiene que gustar el género, porque Diablo IV es un pozo de horas. Ya no solo por la extensión de la campaña, entorno a las 30 horas, sino por todo el contenido secundario que hay repartido por el mundo. Desde misiones secundarias (muy disfrutables, aunque con un planteamiento muy corto) a eventos de mundo, mazmorras escondidas, coleccionables y secretos. La experiencia se puede alargar a cientos de horas. Si crees que este título es para ti entonces no lo dudes, disfrutarás de tu estancia en Santuario.
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