El Sodalicio de Vida Cristiana confirma que el Papa ha decidido que sean suprimidos

La institución conoció la decisión del Papa a finales de la semana pasada, durante la asamblea general que está celebrando sus miembros consagrados en el santuario de Aparecida (Brasil). Dos de sus participantes filtraron la comunicación a la web 'Infovaticana', gesto que ha sido calificado como «despropósito». «Dos sodálites (miembros consagrados del Sodalicio) reconocieron haber violado las reservas del caso y, luego de pedir perdón a los presentes, fueron expulsados definitivamente de la Asamblea», recoge la nota publicada este lunes por el Sodalicio.

Desde el Vaticano han intentado que los detalles de la medida fueran explicados en primer lugar a todos los miembros del Sodalicio de Vida Cristiana, antes de hacerla pública. Una de las decisiones del Papa habría sido nombrar «comisario para la disolución» al sacerdote español Jordi Bertomeu Farnós, quien ha guiado la fase final de la investigación.

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En la Santa Sede se considera que los abusos del fundador y de sus principales colaboradores, abusos psicológicos, de autoridad y sexuales; decisiones institucionales con las finanzas del Sodalicio, y algunas prácticas de formación de nuevos miembros, comprometen el carisma y la espiritualidad cristiana de esta institución.

El Sodalicio de Vida Cristiana fue fundado en 1971 por Luis Fernando Figari en periodo de grandes contrastes en la Iglesia y en la sociedad latinoamericana. De alguna forma, fue una de las respuestas o reacciones de sectores conservadores a las prácticas de los partidarios de la Teología de la Liberación. El derecho canónico la considera una «sociedad de vida apostólica laical de derecho pontificio», pues fue aprobada por Juan Pablo II en 1994.

El Sodalicio está actualmente compuesto por alrededor de 200 laicos consagrados, hombres que optan por consagrar su vida a Dios y vivir el celibato. La propuesta era convertirse en «soldados para Dios», muy activos apostólicamente y en ámbito intelectual y cultural. Entre sus prioridades estaba la promoción de las familias, la evangelización de la cultura, la solidaridad y ayuda a los pobres, la doctrina social de la Iglesia. Entre sus miembros también hay sacerdotes.

Más adelante Figari extendió esa propuesta a mujeres y a parejas, y fundó nuevas instituciones, que llegaron a contar con unos 20.000 simpatizantes. No está claro si la disolución afecta también a éstas, muchas de las cuales tomaron distancia de su fundador y del Sodalicio, en torno al año 2014.

El problema del Sodalicio de Vida Cristiana no era estrictamente el mensaje sino la doble vida de su fundador y de muchos de sus primeros seguidores. Ya en diciembre de 2010 Figari renunció a presidir la institución, tras las denuncias de abuso, aunque alegó «motivos de salud». Fue otra mentira para la lista.

Mientras llegaban denuncias a la Fiscalía peruana y a la archidiócesis de Lima, la situación del Sodalicio precipitó cinco años después con la publicación del libro «Mitad monjes, mitad soldados» de la corresponsal de ABC en Perú Paola Ugaz y del periodista Pedro Salinas. La investigación periodística recogió testimonios de 30 personas sobre los abusos y la doble vida del fundador y algunos altos cargos del Sodalicio. Una investigación interna organizada por los nuevos dirigentes llevó a reconocer abusos psicológicos, físicos y sexuales cometidos contra 36 personas, de las que 19 menores de edad. Por eso, en 2016 declararon a su fundador «persona non grata».

Entre julio y agosto de 2023, dos enviados del Papa Francisco se desplazaron a Lima para entrevistarse con víctimas y dirigentes de la institución y tomar una decisión sobre su futuro. La alternativa era modificar sus constituciones y salvar lo salvable, o disolverlo. Como resultado, el 9 de agosto pasado su fundador Luis Fernando Figari fue expulsado definitivamente. Desde el Sodalicio, vieron con buenos ojos la medida: «Es el fundador histórico del Sodalicio de Vida Cristiana, pero no una referencia espiritual para nuestra comunidad», explicó el superior.

En septiembre y octubre el Papa expulsó a otros catorce miembros de la institución, entre ellos ex altos cargos y un obispo. Sin especificar, en el decreto justifica la medida por casos de «abuso físico, también con sadismo y violencia; abuso de conciencia; abuso espiritual; abuso de oficio y de autoridad; encubrimiento de delitos cometidos dentro de la administración; abuso en la administración de bienes eclesiásticos, abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo».

Después de esta letanía de decisiones, el Vaticano ha concluido que falta un «carisma fundacional legítimo» y que el Sodalicio es inviable.

La dura medida, de la que aún no se conocen las implicaciones inmediatas, habrá dado serenidad y certeza a muchos de los cerca de 200 miembros actuales del Sodalicio, pues emprendieron este estilo de vida con la idea sincera de llevar el mensaje cristiano a la sociedad y se sintieron engañados. El comisario para la disolución ayudará a muchos de ellos a entrar en instituciones de la Iglesia con espiritualidad similar o a fundar desde cero una institución que refleje mejor la propuesta cristiana.