Hazte premium Hazte premium

El queso feta, en peligro tras las inundaciones en Grecia

Las inundaciones del pasado mes de septiembre provocaron la muerte de más de 80.000 ovejas y cabras en el centro del país, además de daños irreparables en pastos y campos de cultivo

Las inundaciones en Grecia provocan una crisis sanitaria sin precedentes

Un sandwich con queso feta Unsplash
Marta Cañete

Marta Cañete

Corresponsal en Atenas

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El queso feta es, sin duda, el producto estrella de la gastronomía helena. Presente en la mesa de los griegos en el desayuno, en las denominadas «tyrópitas» de queso; en la comida, como acompañante o en la ensalada griega o «joriatiki»; o al horno, frito, con tomate, a cualquier hora del día, es la base de la dieta griega y se calcula que cada griego consume al año cerca de 12 kg de este delicioso queso blanco.

Los primeros testimonios acerca de la producción de este queso se remontan a la antigüedad clásica, cuando los griegos consumían un queso que se conservaba en salmuera. Según la mitología, la técnica de la elaboración del queso fue trasmitida por los dioses del Olimpo a los mortales. Sin embargo, el nombre le fue dado en época moderna. «Feta» significa en griego «rebanada o loncha», por los cortes que había que realizar al queso para poder conservarlo dentro de barriles.

De la mano de los migrantes que durante el siglo pasado abandonaron Grecia rumbo a Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y Australia, el feta ganó fama internacional y hoy es uno de los quesos más consumidos a nivel mundial.

Denominación de origen

Para que un queso feta obtenga la denominación de origen debe estar producido con la leche de cabras y ovejas que pastan en las regiones de Tesalia, Grecia Continental, el Peloponeso, Macedonia, Tracia y Lesbos; contener al menos un 30% de leche de cabra, haber madurado dos meses en barriles de madera o en recipientes de aluminio y poseer un 43% de grasa y un 56% de humedad.

Según datos oficiales, Grecia produce cada año más de 120.000 toneladas de feta, de los cuales se exportan cerca de 40.000 toneladas. La industria del queso feta, una de las más rentables del país, da unos beneficios de más de 200 millones de euros.

Pérdida del 40% de la producción

Las inundaciones del pasado mes de septiembre, sin embargo, han dejado a su paso incalculables catástrofes en la Grecia Continental y en Tesalia, las dos regiones griegas en las que se concentra más del 40% de la producción del queso feta. Además de las pérdidas en los pastos donde se alimentan los rebaños, se calcula que han fallecido cerca de 80.000 cabezas de ganado, lo que está provocando una crisis sin precedentes en la elaboración de productos lácteos, una situación agravada por la subida de más del 30% del precio de los lácteos debido a la inflación.

«Hemos perdido muchas ovejas, pero sobre todo las inundaciones han dejado incalculables destrozos en las infraestructuras de las pequeñas granjas lecheras, en los pastos y en los cultivos como la alfalfa y el maíz que eran usados para alimentar al ganado», lamenta Yorgos Sakelaríou, alcalde de Palamás, una de las localidades más afectadas por las inundaciones. «Los daños son irreparables y la zona no volverá a recuperar los niveles de producción lechera ni agrícola que teníamos hasta ahora. Este año, a duras penas, estamos consiguiendo rescatar menos de un 10% de la cosecha de algodón, maíz y alfalfa. Nos enfrentamos a una crisis sin precedentes», añade.

Ioana Kará, propietaria de la granja láctea Stalos explica a este diario que ha perdido cerca de dos millones de euros que había invertido en las ordeñadoras y el resto de equipamiento de la granja, donde el agua llegó a alcanzar los dos metros de altura y acabó con la vida de 700 de sus cabras y ovejas. «Lo hemos perdido todo, lo único que nos mantiene con ganas de luchar y volver a sacar la granja adelante es nuestra hija de tres meses», comenta visiblemente triste.

Kará y su marido Zanos Zuzulas abrieron la granja en 2020, equiparon las instalaciones con tecnología punta y se gastaron todo lo que les había quedado en comprar ovejas, cabras y en convertir los terrenos aledaños a la granja en campos de pastoreo para sus rebaños. Con mucho esfuerzo y dedicación, el joven matrimonio consiguió que su granja produjera 200 toneladas de leche y que el negocio fuera viento en popa.

Granja sumida en la oscuridad, pero con factura incluida

«Llevamos sin luz desde el 7 de septiembre, pero nos han pasado la factura equivalente al mes que la granja ha estado sumida en la oscuridad. Todas las ordeñadoras y toda la red eléctrica de la fábrica han quedado inservibles tras las inundaciones. Nos estamos gastando un auténtico dineral en limpiar y desinfectar la granja, no tenemos ayudas por parte de las autoridades locales o centrales», explica Kará.

La dueña comenta que los gastos se mantiene, pero no tienen ingresos, porque «es imposible que funcionemos en las condiciones en las que están las instalaciones». Además, comenta que hasta el pasado domingo «aún teníamos los cadáveres de los animales en la granja, porque las autoridades no habían venido a recogerlos». Tampoco ha ido nadie a evaluar los daños y no les han informado de cuándo llegarán las indemnizaciones, o si realmente cubrirán lo suficiente como para volver a empezar y retomar sus vidas.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación