El movimiento feminista no se recupera tras la era Montero
La bronca política separa las marchas por la igualdad este 8-M y se ceba con el socialismo clásico: 30.000 asistentes en la manifestación oficial frente a las 4.000 personas de la corriente abolicionista
La ausencia de Ana Redondo en la protesta de Cibeles enfada a las asistentes: «Esta ministra no es feminista»
Editorial | El feminismo y la pluralidad
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Atravesado por cuestiones que consideran trascendentales como la autodeterminación de género y la abolición o no de la prostitución, el movimiento feminista ha discurrido este viernes dividido y con consignas diametralmente distintas por las calles de Madrid, la ciudad que sirve de ... termómetro a este Día de la Mujer.
A la ministra Ana Redondo no le importaba (ya lo dijo) que hubiese una, dos o cincuenta marchas. Han sido más de 40 en todo el país, pero en ciudades como Sevilla se estrenaba por primer año la bifurcación en corrientes por separado. Redondo indicó que necesitaba a mujeres en las calles, y miles de mujeres las ha habido, 30.000 en la marcha de la Comisión 8-M, según la Delegación del Gobierno en Madrid, y medio millón según las organizadoras, en el habitual baile de datos de asistencia. El año pasado, la convocatoria quedó algo deslucida en Madrid y hubo 27.000 personas en total marchando por el centro de la ciudad. Peor le ha ido a la marcha organizada por el Movimiento Feminista de Madrid, que ha congregado tan solo a 4.000 personas, según la Delegación del Gobierno, la mitad del año pasado.
Comisión 8-M
Este año el respaldo a la protesta histórica ha sido importante y con gran asistencia de hombres. Como Carlos, que se ha decidido a acompañar a su mujer este año (ella lleva un mechón de pelo morado) para no «cenar solo» y lo dice mientras en la marcha se grita el típico «Manolo, Manolito, la cena tú solito».
En la marcha histórica que convoca la Comisión 8-M desde el año 1977 se han colocado en cabeza las históricas activistas del movimiento y bajo otra pancarta diferente, la ministra Redondo y la pléyade de responsables socialistas (Pilar Alegría, Teresa Ribera) y la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez y el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, entre otros. En esta marcha se ha pedido expresamente por las mujeres palestinas y clamado contra el genocidio israelí. Ha habido gritos en favor de que las «mujeres trans sí son mujeres» y no han faltado gritos republicanos o contra la Conferencia Episcopal por su posición contra el aborto libre.
El socialismo es también el que hoy camina desunido en el corazón de España, pues el Movimiento Feminista de Madrid ha comenzado a andar desde Cibeles hacia el oeste de la urbe; mientras la Comisión 8-M ha recorrido el Paseo del Prado desde Atocha hasta culminar en la Plaza de Colón. Y pese a los deseos de la ministra Redondo, no han confluido en ningún momento. La escisión es tal que en las horas previas a las marchas históricas y veteranas socialistas han sacado un manifiesto para pedir la expulsión del PSOE de cualquier cargo que ose aparecer en sumarios junto a prostitutas o en el interior de prostíbulos. Preguntada por esta cuestión, Redondo ha asegurado que considerarán la propuesta de más de 150 socialistas como Susana Díaz, Adriana Lastra o Ángeles Álvarez porque si ellas lo «proponen, por algo será».
En opinión de Redondo, las sensibilidades que cruzan el movimiento son múltiples, como «instrumentos de una orquesta», mientras prefiere culpar al PP y a la extrema derecha del «problema real» que acecha a la conquista de la igualdad y que no es otro que el negacionismo de la violencia de género.
A esta marcha se ha sumado también una delegación «inesperada»: Sumar ha acudido representada por primera vez por la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, acompañada de las ministras de Sanidad e Infancia, Mónica García y Sira Rego, respectivamente. Díaz ha elogiado el ejemplo de las campeonas del Mundo de Fútbol como referente para las mujeres en la sociedad. «Se acabó el machismo en nuestras vidas, en el deporte, el cine y en todos los lugares de nuestras vidas», destacó la dirigente ferrolana que ha asistido a la marcha perdiéndose el 12 cumpleaños de su única hija Carmela.
Las históricas no 'atrapan'
En la otra marcha, desinflada este año, el Movimiento Feminista espetó a la ministra Redondo, tras confirmarse que no recorría la capital junto a ellas, que no se puede estar «sorbiendo y soplando» al mismo tiempo.
Con otra expresión, la frase que utiliza una de esas acólitas del socialismo y el feminismo clásico para resumir en ABC la situación que se vive hoy con este Ministerio de Igualdad recuperado por parte del PSOE es la de que Ana Redondo «está dando migajas» a las veteranas y se alinea con las de siempre, con las que defienden postulados como el regulacionismo de la prostitución y que tan bien abanderaba (lo mismo que ha hecho hoy) la exministra de Podemos Irene Montero. Las de Montero se han dado un buen baño de masas en la manifestación con el alma dividida entre las que llevan ahora el timón de las políticas de igualdad y por tanto, pueden hacer algo contra la violencia de género y las brechas aún existentes, y las que tienen tomado el pulso morado al movimiento pero ya no pueden adoptar ni dirigir ninguna política estratégica
Manifestación abolicionista
![Manifestación del Movimiento Feminista por el Día de la Mujer](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/03/08/8m-abolicionista02_20240308204554-U60554845418yFK-760x427@diario_abc.jpg)
La ausencia de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha enfadado a las feministas que han marchado este 8-M en la manifestación que reclamaba la abolición de la prostitución. «Esta ministra no es feminista», o «escucha, ministra, aquí está el movimiento feminista», han coreado las asistentes en la marcha organizada por el Movimiento Feminista de Madrid. También ha habido proclamas dirigidas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que han dedicado cánticos como «Sánchez, escucha, el feminismo está en la lucha» o «Gobierne quien gobierne el feminismo no se vende».
La manifestación, que solo ha acogido a 4.000 personas según la Delegación del Gobierno, más de la mitad del año pasado, -cifra que las organizadoras sitúan muy por encima, en 30.000- ha destacado por sus cánticos continuos sobre acabar con la prostitución. «El feminismo es abolicionista», «nuestros cuerpos no son mercancía, ni se venden ni se alquilan» o «ninguna mujer nace para puta» han sido algunos de los gritos más escuchados.
El año pasado la delegación del Gobierno cifró la asistencia a esta marcha en 10.000 personas. En ese momento, entre las reclamaciones hubo gritos de dimisión a la entonces ministra de Igualdad, Irene Montero, por una ley 'del sí es sí' que estaba rebajando penas a condenados por violación y una Ley Trans que «hormona a menores», según sus argumentos.
En esta ocasión también han proclamado contra la Ley Trans, con frases como «ser mujer no es un sentimiento». Este es uno de los puntos, junto al fin de la prostitución, que más dividen al movimiento feminista. En la manifestación abolicionista, que ha comenzado pasadas las 19 horas en Cibeles y avanza hasta la Plaza de España, se oponen a la idea de que hay personas que nacen en el cuerpo equivocado.
Minutos antes de que diera comienzo la marcha, Jana Bravo, representante del Movimiento Feminista de Madrid, explicaba a ABC que en la marcha abolicionista se sigue «la agenda feminista», mientras que en la organizada por la Comisión 8-M se está intentando cambiar esa agenda «por otros intereses económicos y políticos». Acabar con la prostitución, dijo, no es discutible.
Las manifestantes han contado con el apoyo de una delegación del PP, encabezada por Ana Alós, vicesecretaria de Igualdad del partido, que junto a otras populares como Silvia Valmaña, Patricia R. Calleja o Pilar Ayuso han marchado con ellas. No lo ha hecho, sin embargo, la ministra de Igualdad, que ha acudido a la otra marcha.
De Blas, del Movimiento Feminista, ha mandado un mensaje claro al Gobierno: «Queremos hechos, no palabras». Y esos hechos pasan por aprobar una ley que elimine la prostitución.
Entre los gritos y pancartas también ha cobrado protagonismo la situación en Gaza. «Palestina libre, no al genocidio», se ha escuchado en algún momento. También proclamas contra la violencia machista. De hecho, a la cola de la marcha había decenas de mujeres vestidas de blanco, con una sábana, con máscaras en la cara y velas, que representaban a las mujeres asesinadas por violencia de género.
La abolición de la prostitución es la principal reivindicación de este colectivo y una de las grandes diferencias que lo separan de la otra manifestación, pues entre el feminismo que engloba la marcha de la Comisión 8-M hay muchas posturas al respecto.
Las mujeres del Movimiento Feminista de Madrid resumen sus reivindicaciones en ocho puntos: el feminismo es internacionalista y ninguna tradición está por encima de los derechos de las mujeres; son necesarias políticas públicas contra la brecha laboral y por las mujeres más vulnerables; el feminismo clama contra la «cultura de la violación», es abolicionista de la prostitución y denuncia la pornografía.
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En su manifiesto también reclaman una sanidad pública, así como servicios sociales. Denuncian además la «explotación reproductiva y el mercado de óvulos» y se manifiestan «contra el borrado de las mujeres» y la idea de que se puede nacer en cuerpos equivocados. Alzan la voz además por la coeducación y el reconocimiento cultural de las mujeres y claman contra la violencia machista.
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