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Estafados por amor: «Nos dejan hechos polvo»

ENCANTADORES DE SERPIENTES 2.0

Ve la luz la asociación de afectados por estafas emocionales Anceme dado el volumen de denuncias que hay en España. Solo se destapan un 10% de los casos, mientras el resto de las víctimas lloran su fragilidad por caer en una trampa que siempre usa el mismo señuelo: el corazón

La clave para conseguir con éxito una primera cita en Tinder o Bumble según un estudio

El estafador del amor ingresa en prisión tras pasar medio año en paradero desconocido

Blanca Frías tardó cuatro años en descubrir que había sido víctima de un engaño FOTOS: ISABEL PERMUY
Érika Montañés

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Son magos del ardid, artistas de la palabra, profesionales del engaño. Los donjuanes del siglo XXI se amparan en las armas 2.0 en la solapa para sonsacar a sus víctimas desde cientos de euros hasta medio millón, el récord de un afectado registrado en la asociación que ve la luz estos días para denunciar a esos estafadores del sentimiento. Se llama Anceme (Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional) y se ha constituido para ofrecer asistencia psicológica y asesorar a las víctimas frente a las múltiples tácticas que van a desplegar ante ellas para robarles su dinero.

La presidenta de Anceme, Blanca Frías, detalla a ABC por lo que pasó en 2014 para que su estafador, un hombre italiano que le desfalcó 7.000 euros a ella –aunque tiene a otras muchas víctimas de las que luego ha podido saber– la sedujera, enamorara y convenciera de que le prestara ese dinero por amor. Se esfumó en cuanto se sintió descubierto, una conducta estándar que repiten estos encantadores de serpientes modernos.

Blanca lo relata todavía con el sinsabor del parné perdido y las lágrimas en los ojos. «Ahora ya no caería –pergeña–, no confío en nadie». Pero lo importante es que lo cuenta, porque según la asociación, hay un magma denso de casos ocultos que no afloran por la «vergüenza, el miedo, la pena y el estigma» que sienten comúnmente los engañados. «Salen casos como champiñones», afirma la presidenta y eso que solo un 10% de las víctimas lo estarían denunciando, según algunos estudiosos del tema.

David (nombre ficticio) detalla su caso por vía telefónica de forma catártica. Conoció a su enamorado por la APP de citas Tinder. «Te van contando historias, al principio sí hay una base amorosa, pero en mi caso el engaño fue a más». Y es que a este hombre en la cincuentena su pareja virtual le escribía y ponía con pelos y señales dónde estaba, para qué lo necesitaba. «Intervenían otras personas para que yo lo viera real y le daba veracidad. Me los ponía por WhatsApp y yo le creía, claro. Se escudaba en oficiales de la aduana donde lo habían detenido, en sus familiares, en el personal del hospital donde estaba ingresado y para lo que requería el dinero». Al estar 'enfermo', «lo haces también por solidaridad», dice con tono bonachón. Incluso lo amenazaron con que esa persona iba a morir si no pagaba.

En total, a David le sablaron 150.000 euros por lo que llama «un conglomerado de estafas». Y es que en su caso, tras la estafa sentimental, sobrevino el timo de una red de cartas nigerianas. Su caso se enrevesa de una manera sorprendente cuando le proporcionan un cheque, una dirección de internet de un banco extranjero y las credenciales para entrar y transferirse el dinero que se le debe. Nunca hubo ni rastro de los billetes, pero le iban sacando aún más con coacciones. «Temía por lo que me pasara, me sentía amenazado y si quieres que te diga la verdad, cuando pagas, descansas; no dormía si no lo hacía. Ya no era cuestión de amor. Tampoco fui avaricioso queriendo recuperar el dinero, lo hice por desconocimiento, porque te da vergüenza ir a la Policía a contarlo o decírselo a la familia. Te acorralan».

El final de su historia es que descubrió por sí mismo que las fotos del sujeto eran un 'fake', robadas de un perfil de un viajero australiano y que también había un delito de suplantación de identidad detrás del timador emocional. Se queja ahora, pasado un tiempo, de que no ha recibido una sola llamada de la Policía sobre su asunto. Él descubrió el origen y al destaparlo ante sus estafadores, se evaporaron.

«Nos dejan hechos polvo»

«Una dirección IP de Nigeria es motivo para que no se investigue el caso mucho más», refrenda Frías, que desde su asociación cuenta con asesoría jurídica para respaldar a laos damnificados en las acciones legales que emprendan. Pero te «roban medio millón de euros y el delito que les puede caer es un delito de estafa normal, con penas de seis meses a tres años de cárcel. Y a nosotros nos dejan hechos polvo», objeta. La presidenta de Anceme insta a reformar el Código Penal para incluir un delito de estafa emocional 'per se', con penas asociadas y que «sean elevadas», porque es un engaño que juega con el señuelo más delicado: el del corazón.

Unas personas están solas, otras se sienten melancólicas o decepcionadas con el amor, y por este agujero se cuelan ellos, los maestros de la manipulación emocional. Carmen (no es su nombre real) conoció a un chico por Tinder y le sorprendió que congeniaron desde el principio al 100%, comenta. «Yo pasaba un mal momento, ya que un familiar muy cercano estaba muy enfermo y él lo aprovechó para ser mi apoyo incondicional», arguye. En su técnica de seducción, la tenía postrada ante el móvil: «Apenas dormía tres o cuatro horas por hablar con él. Me hizo creer que estaba completamente enamorado de mí y lo peor es que yo estaba loca por él».

El ejemplo de Carmen es modélico en estas estafas, porque ellos sí se tocaron, se vieron, se conocieron en persona. Quedaban y aparentaban ser una pareja normal, aunque él siempre se mostró muy reticente a aparecer en público haciendo carantoñas. Este estafador decía sufrir ataques de sus familiares, desaparecía y uno de sus hermanos llamaba continuamente a Carmen como parte de la estrategia embaucadora. La hacían formar parte de esa familia y sus problemas. Como supuesta pareja, empezó a pedirle cantidades pequeñas, «de 20, 50 o 100 euros porque tenía problemas con las empresas que compartía con sus hermanos». Al final «las cantidades iban aumentando, hasta un monto realmente importante. «Me juraba que me lo iba a devolver», recuerda.

Siete meses después de conocer a este chico, falleció su familiar y ahí él 'disparó' a traición. No tuvo arrestos en usar a su hijo, porque «no podía pagarle el colegio o no tenían para comer» para timar lo posible a esta mujer de mediana edad. Un año duró en total esta relación donde ella admite que le «tenía comida la cabeza» y era «tan dependiente de él que a pesar de haber descubierto su mentira y que él la admitiera», le dio dinero «hasta la noche antes de denunciarlo». No estaba muy convencida y cortaron la comunicación solo minutos antes de su detención. Ella, con el regusto que dejan las relaciones inacabadas, señala: «Yo no era capaz de no saber de él». Lo más duro de todo –y repite frases que emplean todas las víctimas– es que «aparte de sentirte engañada por alguien en quien confiabas plenamente, cuando empiezas a darte cuenta de la realidad, te hundes completamente». Salen del bucle de la distorsión emocional. Estalla la burbuja. La peculiaridad de esta estafa es que a la pérdida económica se une el daño psicológico enorme. Las consecuencias en Carmen no fueron pocas: «Estuve meses en la cama sin poder levantarme, llegando a tomar más de diez pastillas entre antidepresivos y ansiolíticos, intenté hacerme daño para dejar de vivir, no tenía ilusión por nada...».

Después, rememora cómo la gente «juzga» duramente al engañado por su poca picardía y su mucha ingenuidad «sin saber realmente lo que te ha pasado». «La gente te hace caer aún más profundo», se duele.

Perforan la vulnerabilidad

La fragilidad que encuentran la explotan. Gente que se acaba de divorciar, como Blanca, o que está en el duelo, como Carmen, o entregado y confiado como David. Hay patrones comunes entre las víctimas de estos perforadores del amor. Pero más los hay mirándolos a ellos.

Imagen principal - Arriba, el pontevedrés Rodrigo Nogueira. Abajo, a la izquierda, Francisco Gómez Manzanares; y a la derecha, Albert Cavallé que se ha entregado a la Justicia tras medio año fugado
Imagen secundaria 1 - Arriba, el pontevedrés Rodrigo Nogueira. Abajo, a la izquierda, Francisco Gómez Manzanares; y a la derecha, Albert Cavallé que se ha entregado a la Justicia tras medio año fugado
Imagen secundaria 2 - Arriba, el pontevedrés Rodrigo Nogueira. Abajo, a la izquierda, Francisco Gómez Manzanares; y a la derecha, Albert Cavallé que se ha entregado a la Justicia tras medio año fugado
Arriba, el pontevedrés Rodrigo Nogueira. Abajo, a la izquierda, Francisco Gómez Manzanares; y a la derecha, Albert Cavallé que se ha entregado a la Justicia tras medio año fugado ABC

Durante meses Rodrigo Nogueira se paseó por España haciendo lo propio con decenas de víctimas. El pontevedrés de Marín, que además se aprovechaba de su don de lenguas y su personalidad dicharachera, se ha convertido en uno de los estafadores del sentimiento más mediáticos de España. Como Albert Cavallé, que persuadió al menos a ocho mujeres y que esta misma semana se ha entregado a la Justicia tras seis meses fugado. El vitoriano Francisco Gómez Manzanares estuvo años recabando dinero postulándose como agente de la Ertzaintza, piloto de aviones, probador de Fórmula 1, sargento de Salvamento Marítimo o miembro del cuerpo técnico del Barça y otros tantos empleos falsos. De él se publicó 'El Estafador' (Ed. Península), donde se habla de una recaudación de hasta tres millones de euros expoliados a mujeres timadas.

Carmelo Hernando Matute fue un exitoso empresario con decenas de videos colgados en sus redes sociales sobre cómo urdía negocios lucrativos en Emiratos Árabes Unidos o México. Sin embargo, la compañía de la que era CEO no estaba registrada y en su lugar, las aportaciones que le daban sus parejas repartidas por toda la geografía española le servían para costearse una vida a todo tren.

Otro libro, éste escrito por Sheila Queralt, 'Estafas amorosas' (Ed. Larousse), es una radiografía perfecta de los cuatro. Queralt es lingüista forense y perito judicial, los especialistas que no descubren un delito no por lo que hace, sino por lo que dice el delincuente. Estos charlatanes de feria se salen con la suya a través de la palabra, con la «adulación permanente» y otras técnicas amatorias, pero sobre todo convencen modulando «hasta el tono de voz», apunta Queralt. Escribió su estudio científico tras testar que se producen «muchos más casos de los que salen a la luz. Hay una barbaridad de víctimas», afirma. Respecto a ellos, los ha perfilado en tres arquetipos: los artistas del ligue (no entran en el plano económico); los 'love scam' (que traban relación virtual para conseguir transferencias bancarias); y los estafadores del amor en serie, que contactan 'on line' pero establecen una relación en el plano real y su finalidad es económica.

Víctimas de la IA

Estos últimos son narcisistas, se alimentan de la otra persona y no tienen remordimiento ninguno, explica. Primero captan, demandan la reciprocidad, manipulan la realidad, ponen en situaciones extremas, aíslan a sus víctimas, redundan en sus ideas (la repetición acaba calando) y cuando preparan la estafa estudian la vía por la que su presa va a ser más vulnerable. «Encuentran el punto débil. No son solo lobos solitarios, también hay muchas mujeres estafadoras», acentúa. Muchos emulan el ciclo de la violencia de género, por lo que Queralt está de acuerdo en que se agraven las penas en estos fraudes.

Por los casos recapitulados en Anceme, Frías indica que las mujeres caen más en trampas que lanzan como anzuelo el amor; mientras los hombres, de estafas del tipo de las cartas nigerianas. Y, por si fuera poco, están detectando que la inteligencia artificial ha venido para sumarse a la estafa con decenas de perfiles creados en aplicaciones de citas. Así que el enamorado al otro lado de la pantalla puede que no sea otra cosa más que una máquina al servicio del tramposo.

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