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EL MERCADO NEGRO DE LA PASTILLA AZUL

Los jóvenes buscan el 'like' en la cama con réplicas de la Viagra

Combatir la disfunción eréctil ya no es el fin común para esos potenciadores y su público objetivo ha cambiado: veinte-treintañeros en noches de fiesta

Policía y sanitarios alertan de los efectos de su adquisición en internet donde los laboratorios clandestinos ocultan su composición y procedencia

Decenas de canales abiertos de Telegram dispensan irregularmente anabolizantes

Jóvenes se divierten en una discoteca ABC
Érika Montañés

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«Estos jóvenes no tienen ningún problema físico, solo una seria dificultad para mantener la erección por la ingesta de sustancias, por lo que surge el bloqueo mental», en palabras del jefe de sección de Urología del Hospital Infanta Leonor de Madrid Javier Cambronero. Esa inseguridad les aboca a un formato de consumo que arrasa: toman Viagra, o alguno de los 5-6 genéricos con que se ha popularizado la pastilla azul. Los sanitarios advierten del consumo al alza de estos fármacos entre los jóvenes; y también la Policía, debido a la gran cantidad de incautaciones de producto en un mercado «sin control».

El fármaco de Pfizer se comercializó en 1998 para combatir la disfunción eréctil. Su público objetivo eran varones mayores de 50-60 años. Entre los mayores de 70, el 75% padece algún problema de ese tipo. En España, a diferencia de lo que ocurre en otros países como Reino Unido, a quien lo sufre se le prescribe una receta en consulta. Se cumple una década desde que se liberó la patente de Pfizer y surgieron más asistentes químicos para el vigor vendidos en varias modalidades y precios más asequibles.

Pero «los chicos no vienen a consulta a pedirla», corrobora Cambronero. La preocupación es que ahora adquieren los inhibidores de fosfodiesterasa para fines lúdicos, completa la ginecóloga del Hospital Mateu Orfila de Menorca Myriam Ribes. Ella coincide con el urólogo en que «el 90% de los hombres en las franjas de edad de 20-40 no necesitan» uno de estos facilitadores de la erección, solo tienen algún tipo de bloqueo psicológico como el miedo al 'gatillazo'. De hecho, hay un objetivo muy repetido entre los nuevos adictos al sildenafilo o sus variantes: «Mantener el tipo».

Sildenafilo, avanafilo, tadalafilo y vardenafilo, como explica Pablo Caballero, del Área de Divulgación Científica del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, conforman la gama de vigorizantes 'low cost'. «Todas van en la misma dirección, solo varían la vida media y la rapidez de acción», detalla el doctor Cambronero.

Este nuevo perfil de consumidor entraña dos problemáticas: al margen de aquellos jóvenes que las consumen para darse un «homenaje» con sus parejas, dicen los expertos, los usuarios recurren con mucha asiduidad al mercado negro, donde laboratorios de China e India están encontrando un reducto excelente para su negocio, inciden fuentes policiales. Se dispensan monodosis en páginas web y canales de redes sociales donde con dos clics y un número de tarjeta, el material llega al domicilio en un discreto envoltorio. Si no, en plena juerga, relata Benedicto desde los bares de una zona pegada al Retiro en Madrid, «los vendedores de confianza que te facilitan cocaína o MDMA te dan estas pastillas», con la particularidad de que entonces el precio por dosis se dispara de 6-8 euros a 20-30. «Es difícil encontrar farmacias que los den sin receta, pero las hay«, aduce.

Pastillas de Viagra ABC

«No conocen la procedencia ni la composición de lo que están ingiriendo, así que vemos en las Urgencias arritmias y lesiones renales por la adulteración de lo que se han tomado«. Cambronero, también urólogo del Quirónsalud San José de la capital, afirma que el cóctel que lleva a una camilla suele ser el de varias bebidas energéticas (cada una equivale a tomar de golpe 5-6 tazas de café), copas de alcohol, drogas y el vasodilatador. Caballero reseña desde su farmacia que los efectos secundarios más frecuentes son cefalea, mareos, náuseas o malestar estomacal, congestión nasal, problemas visuales como visión borrosa y dificultad para distinguir los colores. Pero ninguna pastilla lleva a un joven a tener por lo general ningún trastorno si no padece un problema cardiaco o determinadas enfermedades, dicen los expertos consultados.

Mimetizar los clips de porno

Lo normal es que no suceda nada y se entreguen a estas sustancias para dar rienda suelta a las escenas de «sexo irreal» que quieren reproducir del porno que consumen cada vez antes. De hecho, les genera, acota Ribes, también sexóloga, dependencia psicológica, un «efecto placebo» pretendido. Aquí está la otra preocupación compartida por psicólogos y sociólogos. El joven que la toma (se han detectado consumos de vigorizantes por adolescentes de 15 años) se garantiza «mejorar su rendimiento sexual», reiteran los usuarios, y cae pronto en adicción.

¿Para qué la toman si no hay problema original? Esta ingesta aflora porque debajo hay «una narrativa ficticia creada en torno al sexo», interpreta el sociólogo Jorge García Martín. El perfil de las relaciones sexuales ha cambiado. Las APP de citas han hecho una parte. El consumo de pornografía la otra. Se busca la gratificación de lo inmediato y colgarse la medalla, se busca el 'like'.

«Los patrones sexuales están distorsionados –asevera Ayuso–. Las nuevas generaciones buscan incentivos continuos, pues se han socializado en una sociedad mas visual que les estimula desde muy pequeños y eso hace que cada vez se busque más». No se busca la empatía y conexión con otra persona, corrobora el psicólogo clínico Ángel Peralbo. Diana Fernández, sexóloga y docente, apunta: «La presión sobre la erección va en aumento. Los hombres sienten que su éxito depende de ella. Piensan que si no tienen buenas y largas erecciones no pasan la prueba de la cama. Toman esta medicación por una falsa necesidad de la misma en quien ni se lo había planteado». Y el porno acaba –apuntilla– por rematar esa «veneración de la erección».

Expectativas falsas

El profesor García Martín, de la Universidad de Santiago de Compostela, abunda en que el 'beneficio' que obtienen es una falsa expectativa creada. «El estándar que los jóvenes tienen del sexo es muy artificial», cimentado en el porno, es «una concepción del sexo muy falocéntrica».

Peralbo tiene una óptica optimista a medio plazo: «Ahora dan a un botón y tienen lo que quieren, estos aspectos les van a hacer adultos débiles, están un poco despistados. Pero luego todo vuelve a su cauce porque mantener esas relaciones no es sostenible en el tiempo».

«El joven buen deportista con anabolizantes lo es, se crea fama de ello, pero a qué precio», compara Cambronero. Lo mismo pasa con el sexo. Refuerzan su condición de hombría. Tienen la 'presión' de un expediente sin mácula. «Cumplí, varias veces durante el finde –refiere en su conversación el madrileño de 35 años–, no puedes permitirte no estar a la altura. Y quiero hacerlo bebiendo alcohol, pero éste me inhibe mucho. Con una pastilla el viernes estoy a punto 30-36 horas», despacha.

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