Jorge Carrillo, el investigador que busca la primera vacuna contra el virus del Nilo: «En cuatro años tendremos un prototipo»
Coordina un consorcio internacional que busca tratamientos contra el virus
La mayor acumulación de casos sugiere el peor verano del virus del Nilo
![Jorge Carrillo, especialista en Inmunología](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2024/08/28/carrillo1-RyW57CotNDPZdBTL9dF19PL-1200x840@diario_abc.jpg)
Al principio eran casos anecdóticos, casi una enfermedad exótica. De los cinco afectados por el virus del Nilo Occidental que hubo entre 2010 y 2016, España ha pasado a lidiar cada verano con las primeras muertes y brotes con decenas de afectados. ... Como España, otros países mediterráneos temen a un enemigo invisible y casi desconocido que se transmite con la picadura de un mosquito y para el que no existe ni vacuna ni un tratamiento específico. El virus del Nilo viaja con la ayuda de las aves migratorias, a las que pican los mosquitos que más tarde lo transmiten a los caballos y a las personas con nuevas picaduras. El ciclo de transmisión se conoce pero no tanto el comportamiento de la infección: por qué a algunas personas no desarrollan ningún síntoma y otras mueren tras la picadura. En este contexto, Jorge Carrillo, investigador de IrsiCaixa busca la que podría ser la primera vacuna contra el virus del Nilo. Coordina un proyecto internacional con investigadores de Francia, Alemania y Dinamarca en el que participa también Hipra, la farmacéutica que desarrolló la primera vacuna española contra el Covid.
En la provincia de Sevilla, donde el virus del Nilo ya se ha cobrado cinco vidas este verano, se pide a la Organización Mundial de la Salud una vacuna «ya». ¿De qué plazos podríamos hablar?
Yo espero que no tardemos mucho. Obviamente, esto no ocurrirá de hoy para mañana, pero los plazos se pueden acortar en función de muchos factores y uno de ellos es la financiación. La Unión Europea sostiene nuestro proyecto con 5,7 millones de euros. Empezamos el 1 de diciembre del año pasado y nuestro objetivo es contar con un prototipo de vacuna en cuatro años. Después, para cumplir con los ensayos clínicos, la fase regulatoria y la producción se necesitarían varios millones de euros adicionales.
Buscan un candidato a vacuna y también anticuerpos que sirvan como posibles tratamientos en las personas que ya se han infectado. ¿Qué será más fácil de conseguir?
Es difícil decirlo. Lo cierto es que las dos investigaciones son complementarias. Los anticuerpos nos ayudarán a tratar casos de infección cuando se desarrolle una enfermedad grave y también serán una buena profilaxis para personas mayores e inmunocomprometidas que son los más vulnerables al virus del Nilo. Pueden ser utilizados tanto como prevención como tratamiento.
El virus del Nilo se identificó en Uganda en 1937 y desde entonces se ha diseminado por Norteamérica, Asia, África y Europa. ¿Por qué se ha tardado tanto en buscar una vacuna?
El Covid si ha dejado algo en claro es que tenemos que anticiparnos a futuras pandemias. Aunque es difícil predecir cuál va a ser la siguiente pandemia, está claro que hay ciertos virus con un alto potencial para provocar epidemias importantes en el futuro. En esta lista está el virus del Nilo. Se ha extendido por todo el mundo y la incidencia de la enfermedad va a ir irremediablemente en aumento. Lo hará, impulsada por el cambio climático, porque las estaciones en las que se transmite cada vez son más largas por las altas temperaturas. Ocurre con el virus del Nilo y también con el dengue, el zika, Crimea-Congo y otras enfermedades transmitidas por mosquitos y artrópodos. De ahí, el interés de la Unión Europea en financiar proyectos de investigación para atajar estas infecciones. En estos momentos solo contamos con una vacuna para prevenir la enfermedad en caballos. Hubo alguna iniciativa previa para humanos que se abandonaron cuando ya entraba en la fase de ensayo clínico. Los resultados iniciales no eran del todo malos... Si se pararon por problemas de seguridad, no lo sabemos.
¿En qué consiste el trabajo de su grupo de investigación?
En el consorcio de investigación aunamos conocimientos en inmunología, virología, modelización y producción de proteínas y desarrollo de vacunas y anticuerpos. Mi investigación dentro del proyecto se centra en definir la inmunogenicidad de los prototipos de vacuna seleccionados. Además mi equipo participa en la generación de anticuerpos contra las proteínas localizadas en la superficie del virus del Nilo.
¿Cuántos candidatos se están estudiando?
Estamos haciendo estudios sobre más de cien candidatos y nos tenemos que quedar con uno solo. Utilizamos herramientas de inteligencia artificial y otras bioinformáticas para encontrar el mejor, el más eficaz y seguro.
No se conoce bien aún por qué algunas personas pasan la infección sin ningún síntoma y otras fallecen. ¿Esto hace más difícil el diseño de tratamientos y vacunas?
Hace más difícil entender los mecanismos de protección del organismo humano y por qué fallan. Lo que sabemos es que en el 80% de los infectados el sistema inmunitario es capaz de controlar la infección y no se desarrollan síntomas. Eso es bueno porque significa que nuestro sistema de defensa es capaz de luchar contra este virus. Aproximadamente un 20% de casos enferma y solo un 1 % de ellos fallece. Lo malo es que ese 1% se eleva al 30% cuando se trata de una persona vulnerable, por su edad o porque es inmunodeprimida. Cuando el mosquito pica en la piel, el virus se replica en las células inmunitarias y comienza la diseminación por el organismo. La infección va asociada a una neuroinvasión, por eso una de las complicaciones es la meningoencefalitis. No conocemos bien los receptores que utiliza el virus para infectar, lo cual hace más difícil encontrar una diana. Pero en la mayoría de las vacunas que se han desarrollado a lo largo de la historia no se llegó a conocer bien cómo funcionan, pero lo hacían.
Este año podríamos tener uno de los brotes epidémicos de virus del Nilo mayores. ¿Los casos que estamos detectando solo son la punta del iceberg?
Está claro que las muertes comunicadas representan la punta del iceberg de la enfermedad. Los casos asintomáticos pasan desapercibidos, por eso en los protocolos de donación de sangre y trasplante se obliga a testar el virus del Nilo.
¿Hemos pasado lo peor este verano?
No, aún no. Los mosquitos aún están muy activos y esto aumentará en los próximos años.
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