El hijo de la familia de Chiloeches estaba en la casa y huyó de la matanza

Fernando, el presunto asesino, intentó entrar primero en la habitación de Yeray. El chico escapó por la ventana y se alejó del chalé para llamar al 112

La Guardia Civil peinó el perímetro de la valla cinegética de la urbanización, a pie y con drones, para determinar por dónde entró y salió el autor

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Dos miembros de la Guardia Civil vigilan la vivienda donde sucedió el triple crimen EFE // Vídeo: EP

Yeray, el hijo de la familia Villar Fernández asesinada en su chalé de Chiloeches (Guadalajara), fue la persona que llamó al 112 para contar que alguien había entrado en su casa la madrugada del pasado sábado. Pero no lo hizo, como se creía, al volver de fiesta y encontrarse el incendio provocado. El joven, de 20 años, estaba en el interior de la vivienda cuando llegó Fernando P. S., el presunto autor de los hechos.

La información, adelantada por el programa 'Y ahora Sonsoles' (Antena 3), explica algunas de las dudas sobre cómo ocurrió el triple crimen, con un único autor material, pese a que los tres investigados Fernando, su novia Windy Guaidó y su amigo David M.A., están imputados de manera provisional como presuntos autores de tres delitos de asesinato, robo con violencia e incendio. Ella es la única que quedó en libertad.

La secuencia de hechos, que ya ha reconstruido la Guardia Civil de Guadalajara, comienza con Fernando y David, este al volante del Peugeot negro de la madre del primero, llegando a la urbanización Medina Azahara de Chiloeches por carretera y entrando hasta el perímetro de la valla cinegética que rodea la urbanización. A unos 100 metros del chalé de los Villar hay un agujero «que ya tenían localizado», según las fuentes consultadas, por el que se cuelan los corzos y los jabalíes. David dejó en ese punto a Fernando y fue este el que entró en la casa -no está claro si por una puerta abierta o por una ventana-.

Yeray, el hijo menor, tenía su habitación en esa planta baja y fue el primer lugar al que trató de acceder Fernando, armado con un cuchillo. El chico estaba despierto, sujetó el picaporte desde dentro al escuchar el ruido e impidió que el ladrón entrara. Cuando este se alejó, él salió por la ventana al exterior. Todo apunta a que no se quedó delante de la vivienda, sino que mientras llamaba al 112 para pedir ayuda se alejó. Varios vecinos han declarado que lo vieron llegar, ya con el incendio activo, de ahí que se creyera inicialmente que volvía de fiesta.

«Pudo ser producto del miedo o de su carácter»

Los amigos de Yeray han contado que no solía salir y que esa noche no lo hizo. Por el momento, no está en el punto de mira de la investigación pese a un comportamiento tan errático. «Pudo ser producto del miedo o de su propio carácter introvertido y peculiar», explican las fuentes. Se está comprobando su teléfono y si conocía a alguno de los implicados, aunque en principio se cree que no, a diferencia de su hermana Laura.

Fernando subió hasta la planta superior donde dormía el resto de la familia. A Laura, la hija, a la que conocía perfectamente, pudo encontrársela en las escaleras al subir o cuando ya escapaba, aún está por determinar, aunque la lógica apunta a que la chica despertara al escuchar los ruidos en la habitación de sus padres. En ese dormitorio Fernando, consumidor de cocaína, desató su furia asesina. A Elvira, la madre, la apuñaló hasta la muerte sin que la mujer tuviera opción de defenderse. Ángel, el marido, corpulento y aficionada al taekwondo, se revolvió con todas sus fuerzas. El asesino sufrió cortes y heridas en las piernas durante esa pelea pero asestó a la víctima una veintena de puñaladas.

No abrió la caja fuerte

El individuo se apoderó entonces de una decena de relojes de oro, unos 2.000 euros en efectivo, una cadena y unos pendientes de la mujer. No abrió la caja fuerte ni se llevó más dinero en metálico que había en otras partes de la casa, según ha podido saber ABC, quizá porque lo sorprendió la hija.

Antes de escapar del chalé volvió a la habitación de Yeray, que estaba vacía, entró y prendió fuego a unos plásticos, origen del incendio que luego sofocaron los bomberos de Azuqueca antes de hallar los tres cadáveres.

Su cómplice, David, no estaba en el lugar de la recogida. Pudo ser porque o supo en directo lo que había hecho Fernando o este tardó más de lo previsto y decidió no esperar ahí. El autor del triple crimen huyó a través del campo con el botín hasta que en un punto aún indeterminado lo recogieron en el mismo coche. La sospecha es que en ese turismo -el de la madre de Fernando- había más personas, aparte del conductor.

Los autores se separaron luego. David regresó a su casa -hasta que al día siguiente lo detuvo la Guardia Civil- y Fernando se ocultó con Windy, venezolana, influencer y supuesta prima de Guaidó, en el hotel Cervantes de Daganzo de Arriba, donde ella había reservado una habitación. Allí los encontraron los investigadores, con el botín intacto.

La pista clave fue el Peugeot, grabado por varias cámaras de seguridad. Se averiguó de inmediato de quién era, pero la dueña del coche y madre de Fernando no colaboró con los agentes. La segunda pista fue el registro de Windy en el hostal. Los cercaron en cuestión de horas.

La titular del Juzgado de Instrucción 4 de Guadalajara mantiene el secreto de sumario tras enviar a los dos hombres a prisión sin fianza el martes. Los investigadores analizan decenas de muestras recogidas, perfiles de los autores y de todos los implicados, contenido de cámaras, móviles y redes sociales, a la espera de los resultados de Criminalística.

Tras el crimen peinaron toda la valla a pie y con drones para determinar el punto exacto por el que accedieron a la urbanización, dado que no es el único agujero que existe en esa cerca. Son tres los individuos que, de momento, se sabe que planearon el robo que acabó con la vida de los Villar Fernández, pero se trabaja contrarreloj para determinar si hubo más implicados.

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