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FORENSES ANTE LA CATÁSTROFE

«Por el estado de los cadáveres será más difícil la identificación con necrohuella, habrá que recurrir al ADN o a odontología forense»

El director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cataluña, Eneko Barbería, aclara que no hay peligro de contagio pese a la acumulación de cuerpos por el temporal

Los cadáveres se apilan en camiones frigoríficos a la espera de sus familias

Un furgón de la funeraria sale de un garaje con cadáveres localizados tras el paso de la DANA, en el barrio de la Torre ep
Elena Burés

Elena Burés

Barcelona

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Un equipo de diez forenses del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cataluña (Imelec) se han incorporado este sábado a las tareas para identificar a los fallecidos por la DANA en la Comunidad Valenciana. Son ya más de 200 víctimas por el temporal y aún hay decenas de desaparecidos. Muchos vecinos de las zonas más afectadas denuncian que todavía hay cuerpos sin recuperar, pese a que más de un centenar de especialistas, junto a la Policía Científica, se afanan en ello. El director del Imelec, Eneko Barbería, explica a ABC que mientras unos forenses realizan autopsias en la Ciudad de la Justicia de Valencia, otros se encargan del «etiquetaje». Es decir, una «codificación», tras la sectorización de las áreas de impacto, para identificar los cuerpos. Todo ello, en base al protocolo nacional que se implementó tras el 11-M. «Se recogen las huellas dactilares y una muestra biológica para hacer estudios de ADN, por si es necesario para la identificación». El problema es que, con el paso de los días, por el estado de los cuerpos en contacto con el agua, «empieza a haber dificultades para hacerlo mediante la necrohuella. Por eso hay otros métodos científicos como el del ADN o la odontología forense», aclara.

El más sencillo y más rápido es el del cotejo de huellas. «Estamos hablando de población local, y se puede consultar la base de datos del DNI, que en España es obligatorio a partir de los 14 años. Si tú tienes un candidato, haces una comparación de la huella pos-mortem con la ante-mortem y ya tienes la identificación», detalla Barbería. El problema es que el deterioro de los cuerpos limitará la aplicación de esta opción y será necesario recurrir al cotejo de ADN o a la odontología forense. ¿Cómo? En el segundo caso, «a partir del estudio de los dientes, obteniendo una fórmula dental, como cuando vas al dentista. También se puede realizar alguna prueba radiológica, si fuese necesario, y lo que se hace es recuperar la información de la última vez que esa persona acudió al dentista para recuperar los datos, y poder así compararlos con las pruebas que se le han hecho al cadáver», especifica el forense. También es un método económico y eficiente, pero «se necesita buena información».

«Hace algunos años sería más discutible, pero hoy en día la mayoría de gente ha ido al dentista», apunta. Así lo corrobora otro experto, Narcís Bardalet quien, aunque ahora ya jubilado como forense, acumula cuatro décadas de experiencia a sus espaldas. Entre otras, identificando cadáveres tras el tsunami de Tailandia, en 2004. Al respecto de la identificación bucal apunta que «el problema sería en caso de niños lactantes, porque aún no tienen dientes, o de aquellos de corta edad, que aún no hayan realizado las primeras visitas al especialista». También de aquellas personas que, por el efecto del agua, «hayan perdido las prótesis bucales».

Por lo que respecta al ADN, en caso de que integrantes de una misma familia hubiesen fallecido, y no haber algún pariente con el que efectuar el cotejo, se realizaría entre las propias víctimas. «Se puede establecer la filiación con los diferentes perfiles, saber quiénes son los padres y los hijos, por ejemplo. Además, habría más información para su identificación, como el lugar donde se encuentren los cuerpos», precisa el director del Imelec. «¿Problemas que pueden surgir? Personas sin hogar, o [posibilidad poco probable en este caso] gente que estuviese de viaje que no haya informado a nadie de su paradero, o incluso que no tengan familia», indica Bardalet.

Galería. Dos vecinos se abrazan a la entrada de un garaje en Paiporta, Valencia, tras el paso de la DANA efe

Descartada la genética para la identificación de las víctimas, como última opción existen «elementos secundarios», indica Barbería, como puede ser algún indicio médico -por ejemplo, una prótesis que cuenta con un número de identificación- o algún tatuaje, que permita saber quién es el fallecido. «En todo caso, se debería crear una base de datos con todos los perfiles genéticos para que se pueda cotejar y que nadie quede sin identificar».

Ante una catástrofe de tal magnitud, lo más relevante es el centro de integración de datos, «para decidir como clasificas toda la información que recibes», explica el director del Imelec. La sectorización resulta crucial. «A cada municipio afectado se le asigna un número, y se ubica el cuerpo en un área, también con una cifra». Hasta allí, la zona marcada, se desplaza un médico forense y la Policía Científica «para etiquetar adecuadamente el cadáver. Es muy importante esa trazabilidad para tener una buena identificación, sino sería todo muy complicado. Si no sabes de dónde vienen, sería todo caótico. Dentro de las dificultades existentes, hay que poner un poco de orden».

Al no ser un «accidente puntual», como podría ser el de un avión, donde las víctimas están localizadas en un área concreta, las tareas de recuperación son mucho más complejas y lentas. En el caso de los especialistas catalanes desplazados a la Comunidad Valenciana, seis de ellos son forenses -uno, odontólogo- y otros cuatro técnicos de autopsias. «Además de la identificación, también es importante establecer las causas de la muerte», precisa Barbería que, ante el temor a posibles patologías por la acumulación de cuerpos subraya que «los cadáveres en sí mismos no son agentes infecciosos. No hablamos de una epidemia de Covid, en la que tampoco lo serían de por sí los cuerpos».

«Los cadáveres en sí mismos no son agentes infecciosos. No hablamos de una epidemia de Covid, en la que tampoco lo serían de por sí los cuerpos»

Para que fuese así, precisa, la persona debía haberlas padecido en vida y, según la Organización Mundial de la Salud, excepto en los casos de fiebres hemorrágicas y cólera, por lo general, los cadáveres no transmiten enfermedades. «Los cuerpos serían peligrosos, en todo caso, para la gente que los manipula, y éstos lo hacen con los equipos de protección individual que hacen falta. Lo que es necesario controlar es el agua, garantizar que el suministro sea controlado».

Ahora la prioridad de los forenses es recuperar e identificar los cuerpos de los fallecidos. También realizar la autopsia a los que ya se encuentran en sótanos de la Ciudad de la Justicia de Valencia.

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