Las exmonjas de Belorado no cesan los cambios: otro sacerdote en solo diez días
Se trata de un cura de origen alemán que celebra misa en las dependencias del hotel de Arriondas, en la que han denominado como «capilla del restaurante de clausura Santa María del Chicu»
Los monasterios cismáticos se convierten en un catálogo de clérigos sedevacantistas: en nueve meses ya han tenido seis capellanes diferentes
Las exmonjas de Belorado consiguen la licencia de apertura para su «restaurante de clausura» en Asturias

Belorado se ha convertido en un catálogo de sedevacantistas. Cuando hace apenas diez días anunciaban la presencia en Arriondas (Asturias) del obispo Rafael Cloquell, de origen valenciano pero formado en el sedevacantismo en Alemania, ahora parece que un discípulo suyo ha tomado el relevo y, desde ahora, el padre Manuel -«de origen alemán», según afirma la nota de prensa- será el encargado de «administrar los sacramentos» a las exreligiosas, en la que ha rebautizado, sin ningún rubor, como «capilla del restaurante de clausura Santa María del Chicu».
Según afirma el jefe de prensa, la colaboración de los religiosos sedevacantistas con las exmonjas «es rotativa». Así, «ayudan a las hermanas en las misas diarias y son figuras que van y vienen, se van rotando y colaboran con la actividad religiosa diaria», añade, a la par que confirma que «el sacerdote padre Manuel ya ha realizado la primera misa en la capilla del restaurante de clausura Santa María del Chicu de las monjas en Arriondas».
Una operación de 'renaming' en la que han utilizando el nombre del hotel que han alquilado por 1.600 euros al mes -Ribera del Chicu-, pero que no logra esconder lo improvisado de su nuevo espacio sagrado, más propio de las capillas de la «Iglesia conciliar» que ellas mismas criticaban al anunciar su cisma que del respeto supremo a la liturgia que esperaban encontrar con su salida de la Iglesia católica. Así, en el vídeo que han facilitado se puede observar cómo han recreado una capilla en lo que parece un espacio abierto al final del pasillo del hotel, con sobrias cortinas en vez de vidrieras y al que han dotado de las sillas del comedor para los fieles y una mesa alta que hace las veces de altar. Los ornamentos litúrgicos se encuentran sobre una estantería metálica de corte moderno, situada bajo el pulsador de emergencia en caso de incendio, mientras que sobre el altar, las oraciones, en vez de en los tradicionales marcos de plata, se encuentran protegidas por fundas perforadas multitaladro de polipropileno, de las que se pueden encontrar en papelería por menos de cinco euros la caja de cien.
También muestra el vídeo que la 'comunidad' de Arriondas la forman ahora cuatro de las exreligiosas, la mitad de las que todavía siguen fieles al cisma de Belorado. Se trata, en concreto, de las anteriormente conocidas como sor Sion, sor Myriam y sor Alma, las primeras que llegaron al lugar, a las que parece haberse unido sor Berit. Según esta última comentó en un vídeo anterior, estará en Arriondas «cuando sea necesaria para apoyar en algunas preparaciones o en el restaurante» y, «cuando no, estaré en Belorado cuidando a las hermanas mayores y del corral doméstico». Así, el trasiego de exreligiosas (supuestamente de clausura) también se suma al de sacerdotes.
En realidad, los motivos de este continuo tránsito son bien diversos y las circunstancias que les lleva a abandonar los monasterios mucho más mundanas de lo que cuentan las exreligiosas en sus notas de prensa. Los primeros en llegar a Belorado, justo en el origen del cisma, fueron el obispo excomulgado Pablo Rojas y su fiel sacerdote, el cura coctelero José Ceacero. Llegaban con el aura de representar a una importante entidad sedevacantista, la Pía Unión de San Pablo Apóstol, que, según ellos, contaba con varias capillas, un floreciente seminario en Alar del Rey (Palencia) y el respaldo de la alta sociedad vizcaína.
Pero, como demostró ABC, ni existían los fieles, ni pasado nobiliario, ni propiedades, ni capillas, y el seminario de Alar del Rey apenas estaba habitado por Rojas y Ceacero y sus pastores alemanes, con los que el obispo excomulgado da bucólicos paseos por la ribera del canal de Castilla que allí nace. La Pía Unión quedó más bien reducida a una pareja de amigos -se conocen desde sus años de infancia en Linares- que trataron de ser curas católicos pero no fueron aceptados en el seminario.
El protagonismo que tomaron en los primeros momentos del escándalo, en especial el del cura coctelero que se convirtió en improvisado portavoz con su parte diario a las puertas del monasterio. Una actitud que no gustó a las exreligiosas, en especial a la exabadesa, que los expulsó de Belorado justo cuando el arzobispado de Burgos decretaba la excomunión de las diez religiosas que habían protagonizado el cisma al renegar de la autoridad del Papa y de los obispos católicos. Rojas se mostró muy dolido por la decisión y reconoció entonces a ABC que habían sido «utilizados» por la exabadesa.
«Caminamos libres y solas en defensa de la fe católica», dijeron entonces, pero lo cierto es que la abrupta expulsión del obispo excomulgado y el cura coctelero dejó entonces a las exmonjas sin un capellán que celebrara los sacramentos en el cenobio y les diera asistencia religiosa. Algo poco acorde para una comunidad que sostiene que en el origen de su ruptura con Roma se encuentra su deseo de vivir con autenticidad la vida consagrada.
Un cura campeón nacional de cebado de mate
Se acercó por Belorado algo después, ya a finales del verano, el cura argentino Sergio Casas Silva, que a su formación eclesiástica sumaba en su currículum el ser juez colegiado de boxeo y campeón nacional de cebado de mate en 2017. Casas Silva fue ordenado sacerdote dentro de la Iglesia católica, pero su relación con el sedevacantismo llevó a que fuera excomulgado. Además, según Casas Silva se hizo ordenar de nuevo 'sub conditione' por el obispo sedevacantista John Hesson, aunque éste niega haber presidido esa ordenación.
Aunque las exreligiosas nunca hicieron pública la presencia de Casas Silva en Belorado, sí que afirmaron en alguna entrevista que contaban con «asistencia espiritual». Poco después, el cura argentino daría el relevo al obispo sedevacantista brasileño Rodrigo da Silva. De hecho, en los primeros días de septiembre ambos tuvieron un encuentro en Madrid en el que también estaba presente Rafael Cloquell, quien hace apenas nueve días fue presentado como «nuevo obispo» de Belorado.
En noviembre, tras abandonar su Seminário São José en Brasil, Da Silva se instaló en Belorado. Llegó acompañado por un seminarista, Paulo Cavalcante, el único que hemos conocido en este tiempo. Ambos trataron de afianzarse en España, a pesar de que han entrado con un visado de turista y tienen que salir cada tres meses para no incurrir en una estancia ilegal. Con fotos en Belorado, Cavalcante pedía dinero en su cuenta de Instagram para seguir con sus estudios eclesiásticos, aunque no debió tener mucho éxito, pues unas semanas después recurría a un portal de segunda mano para ofrecer un breviario de 1957 por 1.000 euros. Aunque las exreligiosas niegan que los libros pertenezcan a su biblioteca, lo cierto es que se trata de una edición específica para los monasterios de espiritualidad franciscana, como las clarisas.
También iniciaba Cavalcante un 'crowdfunding' para comprar «una propiedad en Burgos, España, que albergará el Seminario San José». Una iniciativa que también ha tenido un escaso, casi nulo, respaldo. En tres meses sólo ha recaudado 127 euros de los 194.000 previstos. Un 0% del objetivo, según la aplicación. En ese contexto, y con el visado de turista a punto de expirar, Da Silva y Cavalcante volvieron a principios de este mes a diferentes países de América, donde han emprendido una gira por diferentes comunidades sedevacantistas en cuyos carteles anunciadores destaca un denominador común: pedir donativos a sus fieles para continuar con su labor apostólica.
Tras la salida de Da Silva entró en escena el valenciano Rafael Cloquell, quien tras un breve paso por el seminario de Valencia, donde no encajaron sus posiciones tradicionalistas, decidió emigrar a Suiza, donde tomó contacto con los lefebvrianos. Allí, vinculado a grupos sedevacantistas, fue ordenado sacerdote y más tarde consagrado obispo, en dos ceremonias consideradas ilícitas por la Iglesia católica por no contar con la debida autorización. El comunicado que difundieron entonces las exmonjas decía que su presencia sería «temporal» y así ha sido: apenas nueve días después, las exclarisas han estrenado su sexto capellán en nueve meses.
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