Diego Alburez-Gutierrez, demógrafo: «Habrá ancianos que tengan que cuidar a la vez de sus padres y de su nieto»

El jefe del grupo Desigualdades de Parentesco en el Instituto Max Planck de Investigaciones Demográficas asegura que «las familias son más pequeñas, delgadas y alargadas: ya no tenemos tantos primos, sino que tenemos más abuelos vivos al mismo tiempo»

No nacen bebés en España, ni tampoco en los países nórdicos

El antropólogo y demógrafo guatemalteco Diego Alburez-Gutierrez abc

El trabajo que Diego Alburez-Gutierrez publicó a comienzos de este año en la revista 'PNAS' junto a colegas de la Universidad de Ámsterdam y de Buenos Aires 'rompió' literalmente la demografía mundial. El titular más explícito que condensó el trabajo fue: «Las familias ... son cada vez más pequeñas, delgadas y alargadas». ¿Qué quiere decir? Las familias adelgazan: las mujeres tienen menos hijos, estos tienen menos primos y apenas hermanos, pero más abuelos y bisabuelos vivos. La familia crece en el modelo vertical, pero encoge en el horizontal. Su tamaño no ha dejado de reducirse desde 1950 y seguirá haciéndolo con fuerza en la proyección realizada hasta finales de siglo, en 2095. Con datos de mil historias de parentesco de cien países, una conclusión clave que extrajo fue que en 1950 una mujer promedio, cuando llegaba a los 65 años, tenía 41 parientes vivos; para 2095, esa cifra cae a 25 familiares, una reducción del 38%. El análisis infirió que la extensión de este fenómeno ya es planetaria.

Antropólogo y demógrafo de formación, este guatemalteco apila modelos matemáticos en su oficina en Rostock (Alemania), donde ejerce desde hace cinco años como jefe del grupo Desigualdades de Parentesco en el Instituto Max Planck de Investigaciones Demográficas (MPIDR). Esas estadísticas corresponden, avanza, a la segunda parte de un retrato generacional que promete nuevos encabezados periodísticos y una reflexión más profunda sobre el papel de las personas mayores.

¿Se ha recuperado ya del 'boom' que supuso la publicación en 'Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS)'?

La verdad es que ha sido motivador. Nuestro trabajo tenía algunas implicaciones para la sociedad y la Administración y hemos visto que había mucho interés en el tema. Ahora queremos ver las estructuras familiares en el futuro, pero añadiendo más detalle: uno de los temas más interesantes es el de cómo influye el nivel educativo que tienen los parientes en los países y cómo va a cambiar ese nivel educativo en el futuro. Creo que el ejemplo más claro es el de los abuelos: su educación depende de la situación socioeconómica en el momento en que ellos trabajaban. De alguna forma, la educación actual de los abuelos depende del pasado y esto va a ir cambiando mucho en el futuro. Esperamos que los niños tengan cada vez más abuelos vivos y también que esos abuelos hayan alcanzado un nivel educativo superior. Hablamos a nivel global, en el mundo. Esto tiene unas grandes implicaciones: van a proveer un apoyo menos físico y menos instrumental, pero más consejos por ejemplo en temas económicos, decisiones sobre las pensiones, etc. Y van a estar trabajando hasta una edad más avanzada, desarrollando aún más estudios.

¿Para cuándo prevén su publicación?

A finales de este año tendremos ya una versión disponible del estudio.

¿Cuál es la proyección específica para España?

El número promedio de bisabuelos para un recién nacido en España a lo largo de tiempo ha sido de tres en 1950-55, 3,3 en 1975-1980, en la actualidad son cuatro y serán 4,8 en 2095. En América del Norte y Europa, donde las familias ya son pequeñas, los cambios son menos abruptos. En España, en 1950 una mujer de 65 años que entraba en periodo de jubilación tenía unos 20 parientes vivos, el doble de los que tendrá en 2095, que serán 12.

¿Qué cambios debiera implica esto?

No es solo que el número de parientes cambie, sino que la distancia de edad entre las personas y sus parientes también va a aumentar considerablemente. Esto quiere decir que hay un envejecimiento también dentro de las propias familias, ya no tenemos tantos primos, sino que tenemos más abuelos y nietos vivos al mismo tiempo. Algo en lo que hemos enfatizado es en la planificación de la Administración Pública a raíz de esto, en la necesidad de invertir en un sistema de apoyo social. Lo que creo que ya no se puede hacer es asumir que el apoyo de los pariente va a continuar en el futuro de la misma forma en que ha existido hasta ahora. Las familias no van a ser solo los lazos de sangre porque simplemente hay menos parientes biológicos. No estamos considerando amistades o parientes políticos de la pareja. No van a poder cuidarnos los parientes, va a haber otra gente.

¿Y la Administración está escuchando, sabe que tiene que cambiar el sistema de cuidados apoyado fundamentalmente en familiares?

Hemos tenido muchos encuentros con políticos, y por ejemplo en mi país, Guatemala, también por evidentes razones culturales como en España, el cuidado se sigue confiando a la familia. Necesitamos invertir en los sistemas de protección social y el hecho de que las familias sean más alargadas, con más abuelos, no quiere decir que vaya a haber mayor número de cuidadores, porque quizás esos cuidadores también van a necesitar cuidados. Se dará el caso de que los ancianos tengan al cuidado a sus padres y a su nieto. Además de la presión sobre la 'generación sándwich', mujeres en el segmento de 35-50 años que sustentan el papel de cuidadoras de los menores y los mayores de la casa. Deberíamos asegurarnos de que los sistemas que existan se fortalezcan.

Va a haber mucha gente con necesidad de cuidados y pocos cuidadores

Claro, eso lo sabemos, pero los retos son mayores por el envejecimiento poblacional. Por lo general asumimos que va a continuar el cuidado en el seno de las familias y no es algo que podamos dar por sentado.

En España la natalidad y el índice de fecundidad están en mínimos históricos, pero usted sostiene que eso ya no va para arriba

Es algo que se puede tomar de esta investigación, más que un mensaje alarmista sobre la fecundidad o que la sociedad va a colapsar. La evidencia muestra que hay muy poco que se pueda hacer para aumentar esos datos de fecundidad, como los programas y los incentivos para promover la natalidad. No hay medida que funcione.

¿Por más prestaciones que se den a las madres no tendrán más hijos?

Es muy importante que esas prestaciones existan, se debe proveer apoyo a los padres, pero no es suficiente. Hay factores estructurales (mercado laboral, el de la vivienda y las exigencias y presión actuales sobre los padres). El sistema del bienestar es superimportante, pero hay que se realistas con el hecho de que no hay certeza de que aumente la fecundidad. El mejor ejemplo son los países nórdicos, con una fecundidad más alta que el resto de los países de Europa, se vinculó a su sistema de prestaciones. Pero esa relación ha colapsado en los últimos años.

Ustedes han estudiado a fondo el impacto demográfico de los conflictos armados. Ahora mismo tenemos muy cerca dos: Ucrania y Gaza. ¿Cómo será ese impacto?

El caso de Ucrania es muy particular y no tiene precedentes, además, por el tema del envejecimiento poblacional. Es algo a lo que no se le ha dado atención: el envejecimiento de la población estaba ya muy avanzado, con una fecundidad baja en el país por un tiempo prolongado. En el país hay ahora mismo mucha gente en edades avanzadas, poca en edades jóvenes y si se le agrega el efecto de la guerra, dado que las personas que mueren por el conflicto, las poblaciones tienden a envejecer aún más. Sumamos este hecho a una población que ya estaba envejecida. Zelenski, de hecho, aumentó la edad del reclutamiento porque ya no había suficientes hombres jóvenes, esto es algo que no se ha visto con anterioridad y que si lo vemos desde un punto de vista puramente demográfico y de dependencia, (que es la relación de gente mayor de 65 años respecto a la gente que está en edad laboral, porque es una medida de que tanta presión hay para proveer para la gente mayor) esos índices de dependencia van a dispararse en Ucrania en las próximas décadas como impacto del conflicto. Hay un estudio específico en el que nuestro grupo observamos esto y yo creo que además de la destrucción de estructuras familiares, de la económica, que la guerra conlleva, también va a haber una aceleración del envejecimiento.

Asimismo, también habrá consecuencias en el mercado matrimonial porque los hombres jóvenes están muriendo y las mujeres no tanto: lo que vemos en todos los conflictos es que cuando acaban hay más mujeres buscando parejas que hombres potencialmente para ser una pareja. Esto es algo que también conlleva otros desafíos.

Por otro lado, aparte del tema puramente de dependencia, tenemos luego el asunto del desplazamiento forzado. Se ha visto en Europa con personas desplazadas de Ucrania, y que ahora se va a ver más en Líbano que en Gaza, porque aquí está restringida la inmigración, y es algo que afecta a las dinámicas sociales, económicas, también. Y la tercera pata demográfica (son fecundidad, inmigración y mortalidad, como se sabe): el impacto del conflicto en la fecundidad está por verse. El 'baby boom' se dio después de la II Guerra Mundial y no se sabe si es algo que pueda ocurrir de nuevo en estos territorios. Con Palestina sí se ha documentado en episodios de conflicto anteriores que la fecundidad es más alta de lo que se esperaría, porque responde a una intención comunal de aumentar el número de la población ya que se percibe una amenaza a la existencia del grupo.

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