Belén pasa la Navidad sin celebraciones y con miedo al sofoco económico
El enviado del Papa celebra allí misa y solicita que se abra una «rendija» para enviar ayudas a Gaza
El Papa envía un cardenal a Tierra Santa, para que pase la Navidad cerca de Gaza
![Un Nacimiento realizado con escombros en una Iglesia de Belén](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2023/12/24/navidad-RpYyjuGbsKTetPWSBjDUeyO-1200x840@abc.jpg)
La tradición en Belén cada Nochebuena es abrirse paso entre miles de personas entre gaitas y tambores, desde la llamada 'gruta de los pastores' hasta la basílica de la Navidad que marca el lugar donde nació Jesús. Pero este año, como respuesta a la ... guerra, las Iglesias cristianas han decidido vivir la Navidad sin villancicos, ni luces, ni mercadillos. Sólo se mantienen las ceremonias religiosas.
Por eso, hay otra tragedia dentro de la tragedia. Como no hay extranjeros en Belén, sus tiendas y hoteles están cerrados a cal y canto. Sin turistas y sin dinero en los bolsillos, la ciudad de la Navidad corre el peligro de sofocarse poco a poco. «Aquí más del 60% de la población depende directa o indirectamente del turismo», explica el párroco latino de Belén, el franciscano Rami Asakhrie.
Asegura que la mayoría de los cristianos trabajan en ese sector, ya sea como guías turísticos, en tiendas de artículos religiosos o en restaurantes. «Llevo cuarenta años trabajando aquí y nunca había visto condiciones y circunstancias tan duras», confiesa Atallah Handal, uno de los vendedores ambulantes que tiene su puesto en los alrededores de la basílica de la Natividad.
También el palestino Mike Safar, que tiene una tienda de productos religiosos, explica que su economía familiar «ha recibido un duro golpe». «Hoy las calles deberían estar llenas de peregrinos, pero están vacías. Salimos de la pandemia con la esperanza de un año mejor, pero ahora ha estallado la guerra y estamos pasándolo muy mal», lamenta.
La situación es aún más complicada para quienes viven allí pero tienen el trabajo en Jerusalén, a 9 kilómetros, pues con la guerra, los palestinos no pueden entrar en territorio israelí. «Todas las ciudades palestinas están cerradas, no se puede salir, hacen falta permisos», subraya el párroco Asakhrie.
Como consecuencia, este año la Navidad en Belén tiene una dimensión exclusivamente religiosa. «Una Navidad sin luces, sin fiestas nos ayudará a comprender el sentido profundo de este misterio, qué significa acoger a Dios en nuestra propia vida», confía Francesco Patton, el franciscano «custodio de Tierra Santa». «Este año, la cueva de Belén está vacía, al igual que las calles y plazas de la ciudad», explica Patton en su mensaje navideño. Dice que «cuando María y José vinieron a empadronarse, ni siquiera había una habitación para ellos. Hoy, todas las habitaciones de Belén están disponibles, a la espera de que termine la guerra, de que vuelvan los peregrinos, de que las iluminaciones y las voces de los niños vuelvan a animar las calles de la ciudad».
Este año, sólo los habitantes de Belén pudieron seguir el tradicional rito de llevar una imagen del Niño Jesús a la estrella que marca el lugar donde nació, y luego trasladarla a un pesebre. Antes de la misa de Navidad, el Patriarca de Jerusalén, el cardenal Pier Battista Pizzaballa había confesado su temor a que un bando u otro del conflicto instrumentalice las palabras de su homilía en esta fiesta.
«Recordaré que en el Evangelio se dice que 'no había sitio para María y José en la posada'. Esa frase expresa lo que hoy estamos viviendo: no hay sitio físicamente en Gaza, y no hay sitio para otros tampoco en el corazón de la gente, en sus perspectivas, en sus opiniones», adelantó.
Según Pizzaballa, «no hay celebraciones navideñas en Belén porque no tiene mucho sentido hacer fiesta cuando hay gente que muere todos los días en la guerra». «En este mar de odio, violencia, rencor y desconfianza necesitamos que el Niño Jesús despierte el deseo de pasar página incluso en los corazones más duros», añadió en declaraciones a la televisión italiana TV2000.
También ha celebrado allí misa el enviado del Papa, el cardenal Konrad Krajewski. A sólo 75 kilómetros de Gaza, dice que está llevando «la cercanía de Francisco y la oración, pero también hacen falta obras. Estamos dispuestos a enviar ayudas a Gaza, basta que se abra una pequeña rendija y las enviamos inmediatamente», añade.
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