Cinco años seguidos de muertes masivas de especies por un Mediterráneo demasiado cálido
Los repetidos episodios de calor incitan a la vida marina a desplazarse hacia las profundidades
El Mediterráneo hierve más pronto que nunca
![Un tipo de gorgonia (Paramuricea clavata) en el Mediterráneo](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sociedad/2022/07/31/Paramuricea-clavata-RaXJSjIni0aNmhzK5EHuHKL-1240x768@abc.jpg)
Hace 20 años, la catedrática de Ecología marina Cristina Linares decidió estudiar las gorgonias blancas, estructuras semirrígidas emparentadas con los corales, en una reserva al norte de Menorca. Sabía que en otros puntos del Mediterráneo el aumento de temperaturas las había afectado y estaban ... muriendo. Las encontraron a profundidades de entre 30 y 40 metros, como un bosque dando cobijo a otras especies. Cuando volvió la semana pasada a los mismos lugares, ese 'bosque' había desaparecido. Apenas hay algunos ejemplares dispersos. «Solo quedan reliquias», asegura.
La primera ola de calor en el Mediterráneo llegó en 1999. En 2003 llegó la siguiente, esta vez más amplia. Desde entonces, se han multiplicado en el tiempo y también en el espacio. Linares lo ha comprobado. Forma parte de un equipo internacional liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) que ha detectado que, entre los años 2015 y 2019, el Mediterráneo experimentó una ola de calor cada año, llegando a afectar al 90% del mar a profundidades de hasta 50 metros. El efecto directo fueron muertes masivas de especies.
«No habíamos visto cinco años seguidos con episodios de mortalidad con eventos de esta magnitud», asegura Joaquim Garrabou, investigador del ICM-CSIC y uno de los autores del estudio. El equipo se centró en especies ventónicas, es decir, las adheridas al fondo marino, como las esponjas, la posidonia, las gorgonias, algas y macroalgas, que marcan el paisaje submarino y dan estructura a los fondos que habitan una gran diversidad de animales. En su mayoría, se trata de especies con un ciclo de vida largo, llegando en algunos casos a los 200 años.
Esta dinámica lenta hace que estas especies crezcan y se reproduzcan poco, por lo que, cuanto más se aceleren las olas de calor marinas, más difícilmente podrán recuperarse. «Si aumentamos la intensidad de los impactos a cada dos o tres años, no les da tiempo a recuperarse», dice Linares. En total, son hasta 40 las especies que se han visto afectadas.
«Es una reconfiguración de los ecosistemas marinos o paisajes submarinos», asegura Garrabou. Las consecuencias de las olas de calor marinas no solo suponen una pérdida de biodiversidad, sino la pérdida de unos servicios ecosistémicos -sus 'funciones' dentro de la naturaleza- fundamentales. «Puede tener consecuencias en el sector pesquero, recreativo y farmacéutico», explica Garrabou.
Huida
Los investigadores también han empezado a comprobar que, huyendo de ese agua demasiado cálida, algunas especies se están 'desplazando' a mayores profundidades. Si la capa que se calienta está entre los cero y los 50 metros, especies que antes estaban a gusto a 30 metros, ahora comienzan a encontrarse por debajo de los 50. Eso mismo tendrá que comprobar Linares con la gorgonia blanca del norte de Menorca: ya constató un comportamiento similar de la gorgonia en Cabrera.
«Ahora prácticamente no hay localidades donde no haya habido una ola de calor. Antes parecía que había algunos refugios climáticos, pero ahora con esta intensidad, no hay localidades en las que no haya estos eventos», asegura la catedrática de la Universidad de Barcelona.
MÁS INFORMACIÓN
El mar Mediterráneo está considerado un «punto caliente» de biodiversidad marina. Representando apenas el 1% de la superficie oceánica del planeta, alberga entre el 10 y el 17% de las especies marinas. De estas, hasta el 30% son endémicas, es decir, que solo se encuentran en esta parte del mundo.
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