La amenaza que llega a Europa: captagon, la droga de los yihadistas
El mercado de los estupefacientes crece a gran ritmo en Francia, con un aumento del 30% de incautaciones

Píldoras de captagon, la droga de los yihadistas
Según la Office anti-stupéfiants (Ofast, Oficina anti estupefacientes) el tráfico de drogas ha crecido en Francia de manera «espectacular», confirmando la aparición de «nuevos productos», tan peligrosos para la juventud más modesta como para las amenazas terroristas.
Según las estadísticas oficiales de ... la Ofast, los servicios policiales de las aduanas francesas incautaron, durante el 2021, un 30% más de estupefacientes que un año antes. Un portavoz oficial de la Oficina comenta esa cifra de este modo: «El aumento de las incautaciones en nuestras fronteras confirma varias cuestiones indisociables. Nuestros servicios funcionan mejor, crece de manera llamativa el tráfico y comercio ilícitos y, muy importante, han aparecido nuevos productos en el mercado de las drogas. A otras como la cocaína, el cannabis, la heroína y el éxtasis, se suma ahora el captagon, una droga temible, por varias razones… es muy barata y, sabemos, desde hace años, que es un estimulante, un arma y un mercado creciente para los yihadistas terroristas».
Insensibles al dolor
Captagon es uno de los nombres de un producto farmacéutico bien conocido, la fexetilina, «una unión química de anfetamina y teofilina, que se comercializa como pisco estimulante, con otras marcas, como Fitton y Biocapton». Un especialista médico que trabaja para la Ofast describe de este modo los efectos del captagon: «Suscita una cierta euforia, acompañada de insensibilidad al dolor. Mezclada con otros productos, funciona como ración 'alimenticia' para muchos yihadistas: los hace insensibles al sufrimiento propio y al sufrimiento de sus víctimas. De ahí que los terroristas islámicos puedan cometer todo tipo de atrocidades, 'felices' y riéndose. Chutándose con captagon están convencidos de llegar al cielo islámico».
La actualidad judicial confirma esa visión de los efectos del captagon. Hace días comenzó el juicio del atentado perpetrado por un inmigrante tunecino, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el 14 de julio del 2016, en Niza, irrumpiendo con un camión cargado de explosivos contra la multitud de personas que celebraban la Fiesta Nacional en el Paseo de los ingleses. Aquel atentado islamista se cobró 86 muertos y 458 heridos. Tras varios años de instrucción, se ha descubierto que el yihadista era un consumidor habitual de captagon.
Los EE. UU. crearon hace años una unidad especial para la represión del captagon, cuya comercialización no ha dejado de crecer en el Líbano, Siria, Arabia Saudita y todo Oriente medio. Es tradicional presentar el captagon como «la droga de los yihadistas». Según Europol, Siria se habría convertido en un estado narco traficante. Y, según todos los servicios de seguridad occidentales, Hezbolá, la organización musulmana, chií, próxima a Irán, en el Líbano, utiliza esa droga como una eficaz fuente de financiación: el comercio de droga permite pagar acciones terroristas.
En Francia, la Ofast estima que el incremento espectacular de las incautaciones de droga da una «advertencia» inquietante. Marsella, la periferia suburbana de París y otras grandes ciudades franceses, son mercados muy prometedores para los traficantes de captagon.
Exportaciones de naranjas
En los puertos del Líbano son recurrentes, desde hace años, las incautaciones de captagon, ocultas de exportaciones de naranjas. Italia y Francia son grandes consumidores de productos hortofrutícolas turcos y libaneses: dos filiales de primera importancia en la propagación de la droga de los yihadistas.
La Fondation pour la Recherche Stratégique (FRS) publicó a finales de agosto un estudio de Georges Clementz titulado '¿Un narco Estado en Oriente Medio? La implicación del régimen sirio en el tráfico de captagon', que comienza de este modo: «La producción de captagon ha aumentado en zonas sirias controladas por el Estado y en zonas de la frontera libanesa controladas por Hezbolá».
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Clementz describe de manera muy minuciosa la geografía y las rutas de la droga de los yihadistas, desde el Mediterráneo oriental hasta Arabia Saudita, insistiendo en este punto: «El tráfico de esa droga corre el riesgo de aumentar y descubrir nuevos mercados». Ese el «detalle» que inquieta a la Oficina anti estupefacientes francesa.