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Alerta canina: la plaga de procesionarias se adelanta antes de la primavera

Con este invierno tan extraño las temidas orugas comienzan a amenazar aunque no sea su estación. Por culpa de ellas un tranquilo paseo puede convertirse, en algunos de los casos, en una lucha por salvar la vida

¿Cómo evitamos las reacciones alérgicas que provoca la oruga procesionaria del pino?

Orugas procesionarias ABC

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Con este invierno tan extraño —unos días con frío y otros cálidos— las temidas orugas procesionarias comienzan a amenazar aunque no sea primavera. Por culpa de ellas un tranquilo paseo puede convertirse, en algunos de los casos, en una lucha por salvarle la vida a nuestra mascota.

Pero, ¿Qué es la procesionaria? La Thaumetopoea Pityocampa es una mariposa nocturna que, en su fase de oruga, es más conocida como la «procesionaria del pino» por el desplazamiento en grupo y en forma de procesión que realiza. Cada una de estas orugas tiene alrededor de medio millón de pelos urticantes que albergan una toxina que puede afectar tanto por contacto directo como por vía aérea. Son las protagonistas —nada agradables— de la primavera.

Es en esa época cuando había que estar alerta con su presencia en nuestros paseos con nuestros perros en parques, jardines y en el campo. Este año, dado que el invierno está siendo —salvo unos días— cálido, ya comienzan a verse con mayor cantidad pese a estar aún en febrero. Por eso hay que extremar la precaución. Les recomendamos que si mientras pasea con su perro detecta un pino con bolas blancas (son sus nidos) avise de inmediato al servicio municipal para que las retire. Estas una vez que eclosionan invaden aceras y jardines y esos 'bichitos' se convierten en uno de los peores enemigos de nuestros perros —sobre todo los que tienen el síndrome de perro aspiradora— y los niños que jueguen cerca de ellas.

Lo menos que producen es escozor; pero pueden complicarse las cosas y llegar a graves extremos si no se coge a tiempo. El nombre de procesionaria del pino lo recibe, por un lado, por las formaciones a modo de procesión de las que hablábamos antes. Y, por otro lado, porque las larvas de la oruga se alojan en los pinos (y otras coníferas como cedros y abetos), instalando en ellos sus bolsones para desarrollarse en su interior y alimentarse de sus acículas (agujas y hojas) para crecer. Además estas bolsas secan los árboles.

Lista de preocupaciones

Como venimos diciendo, la procesionaria entra con fuerza en la lista de preocupaciones de quienes tenemos mascota. Esta oruga, tóxica también para los humanos, puede llegar a causar la muerte en el caso de los animales. Por este motivo, además de ser muy precavidos, es importante estar lo más informados posible para saber cómo reaccionar en todo momento en relación a ella. Un perro puede perder la vida en apenas tres o cuatro horas.

Cada año, entre los meses de enero y marzo según el lugar de que se trate y la temperatura existente, las orugas de la procesionaria empiezan a emerger y a formar dichos bolsones de los que hablábamos antes. Es en este momento del año cuando presentan un mayor peligro para nuestra mascota. En primer lugar, porque las procesiones de las orugas son muy llamativas visualmente. Tan atractivas son a la vista que pueden ejercer un efecto llamada para nuestros perros (igual que ocurre con los niños) que, al verlas, captan su atención y pueden invitarles a acercarse para verlas más de cerca, tocarlas. Pero, sobre todo, porque en el caso de las mascotas, en ocasiones pueden morderlas (o incluso tragárselas) e ingerir el tóxico que llevan en su interior.

Taumatopenia: de escozor a muerte

Dicha toxina, llamada Taumatopenia, se oculta en el interior de los finos pelos de la oruga y, como decíamos antes, puede transmitirse tanto por contacto directo como por vía aérea. El mero contacto con ella, puede producir urticaria y reacciones alérgicas en humanos y animales; por lo que de ingerirse las reacciones pueden ser bastante más graves, llegando en algunos casos incluso a la muerte. De ahí la importancia de prevenir cualquier posible situación de riesgo, de detectarlas rápidamente en caso de producirse y de saber cómo reaccionar en cada caso.

¿Cómo saber si su mascota ha entrado en contacto?

El contacto con la oruga de la procesionaria ocasiona una serie de síntomas visibles en su mascota, al tiempo que provoca también ciertos cambios en su comportamiento. A partir de ambos factores, podremos detectar rápidamente si ha habido contacto con la procesionaria y, en consecuencia, tomar las medidas oportunas. Es importante también discernir qué tipo de contacto ha habido. ¡Ojo al suelo durante el paseo! Si bien es difícil que llegue a tragarse, debido a la irritación que provocan los pelos y que suele llevar a que, una vez chupada o mordida, la procesionaria se suelte y no se trague; en caso de que nuestra mascota llegue a ingerirla, reaccionar de forma rápida y precisa será aún más importante.

En caso de que los pelillos de la oruga entren en contacto con los ojos o con las mucosas, nuestra mascota empezará a sentir picores, urticarias y sensación de quemazón. Será fácilmente detectable en su comportamiento porque la notaremos nerviosa, empezará a babear, salivar en abundancia y a rascarse la zona de la boca con las patas.

Reaccionar rápidamente

En una segunda fase, podemos detectar dificultad para respirar, indigestión, hipertermia (aumento de la temperatura corporal) y fiebre. En algunos casos más graves, en los que además ha podido ingerirse alguno de los pelos, podremos detectar también inflamación, vómitos, piel dañada, manchas rojizas o moradas en la lengua, y ampollas, pudiendo llegar incluso a aparecer necrosis en la lengua y en la garganta, así como convulsiones. Estos síntomas no se producen de forma tan inmediata como los anteriores, pero es importantísimo reaccionar rápidamente en caso de ingesta para evitar consecuencias nefastas.

Pasos a seguir

En todo caso, y aunque lavemos la zona, es importante llevar también a nuestra mascota lo antes posible al veterinario, por si acaso necesita un tratamiento de urgencia. Antes para ir adelantando y evitar males mayores hasta que lleguemos a la consulta veterinaria el primer paso de emergencia consiste en lavar la zona afectada para diluir el tóxico, evitando eso sí que se trague los pelos y siempre de forma que éstos sean expulsados hacia el exterior.

Lo ideal es realizar este lavado con suero fisiológico (una buena idea es llevarlo con sus cosas, siempre a mano por si acaso) pero, en caso de que esto no sea posible, podremos lavarle también con agua templada. Muy importante, eso sí, es que en ningún caso frotemos, ya que podríamos romper los pelos urticantes y liberar la toxina, que es justo lo que queremos evitar. Por último, un consejo, en el caso de que vayamos de viaje a una zona de riesgo y alejada de clínicas veterinarias, es recomendable llevar con nosotros, en el botiquín, un medicamento para detener una posible reacción. Para todo esto consultar con el veterinario.

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