andalucía
«Se debería retirar el subsidio agrario a quien no quiera trabajar en el campo»
El testimonio de este dueño de 100 hectáreas de olivar en Sevilla pone de relieve las dificultades de los agricultores para encontrar mano de obra local
«Pedimos al Servicio Andaluz de Empleo 80 jornaleros para recoger la aceituna y te mandan 8. Al final tenemos que contratar extranjeros»
Las dos caras del campo andaluz: miles de jornaleros en el paro y los agricultores andaluces buscan trabajadores en el extranjero
Recogida de aceituna de mesa en un finca de Córdoba
La familia de José García -nombre ficticio para proteger su identidad- es propietaria desde hace décadas de una finca de 100 hectáreas de olivar en la provincia de Sevilla. Su finca genera 250.000 kilos de aceituna, cuya recolección supone 1.666 peonadas. Como otros ... muchos dueños de fincas agrícolas se encuentra cada año con un problema difícil de sortear: la falta de mano de obra para recoger la aceituna en el tiempo que dura la campaña, unos dos meses entre septiembre y octubre. «La aceituna de mesa se coge a mano, subido a una escalera y con un macaco colgado del cuerpo para cargar el fruto. Nosotros tenemos una personal durante todo el año pero en época de recolección necesitamos 80 personas», cuenta.
Son 80 personas de las que depende coger o no en tiempo la aceituna porque si transcurre más días de los debidos en el árbol, la aceituna se pierde o tiene que enviarse a molino para aceite. «Comunicamos al SAE nuestras necesidades de mano de obra pero te mandan 7 o 8 personas, con lo que tenemos que recurrir a empresas para traer a jornaleros extranjeros al campo, ya sean rumanos, marroquíes o de otros países. Muchas veces te mandan a gente que no sabe trabajar de peón, cuando el trabajador de aquí sabe perfectamente coger aceituna porque lo ha hecho toda la vida. Cada vez es más complicado recoger la aceituna de mesa y el 98% se hace con mano extranjera», se lamenta este propietario agrícola, al que le gustaría poder contratar en origen, como hacen los agricultores onubenses.
Sobre el hecho de que pueda haber personas de edad en las listas de parados del sector agrícola, José matiza que la jornada es de 6 horas y 20 minutos y una persona de 50 o 60 años puede recoger perfectamente aceitunas porque no tiene dificultad ni requiere mucho trabajo físico. «El problema de la mano de obra en el campo viene de largo. Ya cuando se celebró la Expo 92 sufrimos mucho porque con el boom de la construcción nadie quería trabajar en el campo».
«No entendemos que si alguien está apuntado en el paro como demandante de empleo en el sector agrario y le llama el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) pueda rechazar el trabajo sin una razón argumentada y sin perder la ayuda pública que recibe. Quien no quiera trabajar en el campo se le debería quitar el subsidio agrario o la renta agraria. Este es un problema que requiere medidas impopulares y ningún político se atreve a atajarlo», propone enojado José. El SAE asegura que no es competente en materia de subsidios o prestaciones cuando se le pregunta si la legislación contempla la posibilidad de retirarlos a quienes rechacen un empleo en el campo si figuran como parados.
Existe una gran controversia en el campo sobre el salario de los jornaleros que recogen aceitunas. El convenio del sector estipula que el jornal es de unos 60 euros brutos diarios pero es una práctica común que algunos empresarios paguen por kilos recogidos, de modo que si superan una determinada cantidad, además del salario estipulado el peón agrícola pueden incrementar sus ingresos por rendimiento. «Si trabajan por kilos ganan más dinero porque pueden recoger hasta 14 espuertas (de entre 21 y 22 kilos cada una) a unos 7 euros cada una. En las fincas con pocas aceitunas prefieren el jornal, pero en aquellas con mucha aceituna los propios trabajadores reclaman ganar por kilo recogido», añade este agricultor.
Puntualiza que aunque se trabaje a espuertas, «en mi finca todos están dados de alta en la Seguridad Social porque cada mañana cuando entran se pasa lista para comprobar que la empresa contratada para reclutarlos ha hecho su trabajo. Yo no puedo arriesgarme a que cualquiera de ellos se caiga de una escalera y se lesione porque antes de que el trabajador llegue al hospital en ambulancia tengo a la Policía aquí pidiéndome los papeles. Tanto la Guardia Civil como inspectores de trabajo pueden entrar en mi finca y comprobar que todos los trabajadores cuentan con todos sus papeles en regla».