Crítica de teatro
¿Quién soy yo en el Lope de Vega?
Una «obra-visita» que enseña al espectador-turista hasta la entraña última del Lope
!['Take a walk on the wild side'](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/10/02/s/take-a-walk-kSgF--1248x698@abc.jpeg)
Hay algo programático en esta apertura de temporada: una «obra-visita» que enseña al espectador-turista hasta la entraña última del Lope, allí, el sagrado escenario (luego la platea, con la impresionante lámpara a la altura del hombre), en cuya puerta trasera se puede leer ... un cartel digno del «No trespassing» de 'Ciudadano Kane' : «en este teatro, una hora tiene sesenta minutos y un metro son cien centímetros». Eso es un sindicato hablando.
'Take a walk on the wild side' es un buen prolegómeno, sobre todo porque, dentro del inevitable clima sentimental que parece haber secuestrado a la profesión (¿a la sociedad?), se dicen cosas importantes. Así, al principio, aún fuera del edificio, a través de unos auriculares que recuperan ese «off» que confiscara para siempre el cine, Emilio Rivas nos cuenta, cual improvisado Fellini , que es posible mirar un edificio y ver un lago, y sobre él un teatro, que puede que sea un barco, incluso uno naufragado —la obra-visita no deja ninguna duda sobre el estado calamitoso del coliseo— pero extrañamente aún digno de aventuras.
Quizás pasó desapercibido luego, entre tanto «striptease» de autor, pero ahí se nombraba algo decisivo: el teatro de los desconchones y las barandas titubeantes no es un lugar definido del todo, más bien, una pasarela, un túnel hacia otra dimensión, y en él todo, recovecos, habitaciones, escaleras, butacas, podrían adquirir un doble sentido, una virtualidad radical de la imaginación que se conecta, como bien explica Rivas, con lo más profundo y primero —antes de ayer estábamos subidos en los árboles, no conviene olvidarlo— de lo humano.
Rivas es, sin lugar a dudas, un talento a seguir, aunque esta obra no funcione demasiado cuando se para y de ella brotan frágiles escenas. Cuando más lo hizo, a nuestro entender, fue en el momento en que este Hamlet que se sabe de pacotilla encuentra una metáfora inesperada para plasmar su malestar y desorientación. Hay mucho humor en 'Take a walk on the wild side' , la mayoría facilón; pero no creo que nadie esperara ese «finale», digno de Moretti, con los chicos del voleibol y el batería, persiguiendo todos el camino del ritmo, de la armonía entre los aparentemente contrarios.
Un broche brillante, en definitiva, con el que el artista halla el puente entre las artes —la música con la escena, lo abstracto con lo concreto— y mediante el que invita a una nueva temporada de esta intemporal manía del teatro.
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