Ruta
Un paseo literario por la Sevilla de Luis Cernuda
Numerosos rincones del centro, la mayoría evocados desde una de las obras capitales, ‘Ocnos’, reflejan una ciudad que el poeta abandonó para siempre en 1928 pero cuyo recuerdo le acompañaría de por vida
![Casa natal de Cernuda en la calle Acetres](https://s2.abcstatics.com/abc/sevilla/media/sevilla/2021/08/15/s/casa-natal-cernuda-kpII--1248x698@abc.jpg)
Luis Cernuda (Sevilla, 1902-Ciudad de México, 1963) mantuvo una relación difícil con su ciudad natal. De hecho, desde que falleciera su madre en 1928 jamás regresó a Sevilla y murió en México tras 25 años de exilio. Sin embargo, en su obra ... ‘Ocnos’ (1942) dejó escritas algunas de las páginas más hermosas que jamás nadie le ha dedicado a la capital hispalense . Por eso siempre es un buen momento para seguir los pasos del poeta por las calles de la judería, por el río Guadalquivir o bajo la inmensidad de la catedral.
Para comenzar esta ruta habría que ir hasta el número 6 de la calle Acetres , junto a la calle Cuna, que es donde se ubica la casa natal de Cernuda. Este inmueble, situado en la antigua calle Conde de Tójar, ha vivido muchos años de abandono y olvido —una placa recuerda el nacimiento del poeta el 21 de septiembre de 1902— hasta que el Ayuntamiento lo compró y ha anunciado hace poco la contratación del proyecto que albergará un museo sobre la vida y la obra de este insigne miembro de la Generación del 27 . En ese hogar vivió los felices años de la infancia hasta que en 1914 se marchó con su familia al Porvenir. De esta forma magistral evocaba en ‘Ocnos’ esos muros y patios de su casa en ‘El tiempo’ : «Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol.La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus puntas de paño rojo.»
Por esos mismos lares, concretamente en la Colegial del Salvador , el poeta fue bautizado. Por detrás de la iglesia, en la Plaza del Pan (Plaza Jesús de la Pasión), Cernuda hizo una viva descripción de los pequeños comercios en el pasaje ‘Las tiendas’ de ‘Ocnos’: «Estaban aquellas tiendecillas en la plaza del Pan, a espaldas de la iglesia del Salvador, sobre cuya acera se estacionaban los gallegos, sentados en el suelo o recostados contra la pared, su costal vacío al hombro y el manojo de sogas en la mano, esperando baúl o mueble que transportar.»
También muy ligado a la infancia del autor de ‘Perfil del aire’ estaba el ya desaparecido colegio de los jesuitas , en la esquina de Villasís con Martín Villa. Así retrataba en ‘Ocnos’ a un viejo profesor en ‘El maestro’ :«Lo fue mío en clase de retórica, y era bajo, rechoncho, con gafas idénticas a las que lleva Schubert en sus retratos, avanzando por los claustros a un paso corto y paisado, breviario en mano o descansada ésta en los bolsillos del manteo, el bonete derribado bien atrás sobre la cabeza grande, de pelo gris y fuerte».
Joaquín Turina
A apenas cien metros de la casa natal del poeta, en el número 8 de la calle Buiza y Mensaque , nació otro sevillano ilustre, el 9 de diciembre de 1882. Este no era otra que Joaquín Turina . El autor de ‘La realidad y el deseo’ lo inmortalizó en el poema ‘El piano’ de ‘Ocnos’:«Pared frontera de tu casa vivía la familia de aquel pianista, quien siempre ausente por tierras lejanas, en ciudades a cuyos nombres tu imaginación ponía un halo mágico, alguna vez regresaba por unas semanas a su país y a los suyos (...) Por los corredores ibas hacia la habitación a través de cuya pared él estudiaba, y allí solo a oscuras, profundamente atraído mas sin saber por qué, escuchabas aquellas frases lánguidas, de tan penetrante melancolía, que llamaban y hablaban a tu alma infantil, evocándole un pasado y un futuro igualmente desconocidos»
Otro rincón imprescindible para visitar es la casa donde el poeta vivió con su familia entre 1920 y 1928, en la calle Aire , en pleno barrio de Santa Cruz . Aquella fue una época de juventud y aprendizaje. Así la recreaba en el poema ‘La música y la noche’ de ‘Ocnos’: «Alguna vez, a la madrugada, me despertaba el rasguear quejoso de una guitarra. Eran unos mozos que cruzaban la calleja, caminando impulsados quizá por el afán noctámbulo, lo templado de la noche o la inquietud bulliciosa de su juventud. ¿Quién ha visto alguna vez un niño que intenta apresar en su mano un rayo de sol? Tan inútil y loco como ese afán era el que me asaltaba tendido en mi cama, en la soledad y la calma de la madrugada, al oír aquella música.»
La antigua universidad de la calle Laraña , donde estudió y recibió el magisterio de su compañero de generación Pedro Salinas , sale igualmente retratada en ‘Ocnos’: «Había en el viejo edificio de la universidad, pasado el patio grande, otro más pequeño, tras de cuyos arcos, entre las adelfas y los limoneros, susurraba una fuente. El loco bullicio del patio principal, sólo con subir unos escalones y atravesar una galería, se trocaba allí en silencio y quietud.»
Otro enclave imprescindible es el convento de San Leandro , en la plaza de San Ildefonso, magistralmente descrito en ‘Un compás’ de ‘Ocnos’: «El portón. Los arcos. (Para un andaluz la felicidad aguarda siempre tras un arco). Los muros blancos del convento.Los ventanillos ciegos bajo espesas rejas».
Siguiendo esta ruta, la catedral es de obligada visita. De este modo la plasma en ‘Ocnos’ en el texto ‘La catedral y el río’: «Ir al atardecer a la catedral, cuando la gran nave armoniosa, honda y resonante, se adormecía tendido sus brazos en cruz». Un poco más adelanta retrataba a los seises:«Y tras ellos caminaban los seises, con su traje azul y plata, destocado el sombrerillo de plumas, que al llegar ante el altar colocarían sobre sus cabezas, iniciando entonces unos pasos de baile, entre seguidilla y minué, mientras en sus manos infantiles repicaban ligeras unas castañuelas».
Aparte de otros escenarios imprescindibles como la plaza de la Encarnación , los jardines del Alcázar o el río, no puede acabar este paseo sin hacer una alusión a los magnolios en flor , como el poeta se refería a Sevilla. En ‘El magnolio’ , uno de los textos más célebres de ‘Ocnos’, se refiere al que había en la calle Judería, junto a la muralla del Alcázar. «En un recodo estaba el balcón, al que se podía trepar, sin esfuerzo casi, desde el suelo; y al lado suyo, sobre las tapias del jardín, brotaba cubriéndolo todo con sus ramas el inmenso magnolio. Entre las hojas brillantes y agudas se posaban en primavera, con ese sutil misterio de lo virgen, los copos nevados de sus flores. Aquel magnolio fue siempre para mí algo más que una hermosa realidad:en él se cifraba la imagen de la vida.»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete