Locus amoenus
«Mercurio», saturnal y mercurial
Tanta muerte y resurrección trasciende lo mercurial (o guadianesco) y sitúa a «Mercurio» en la esfera de lo saturnal, espíritu que también cultiva Javier González-Cotta, aunque de un tiempo a esta parte se le ve saturnino por los ambientes
![Javier González-Cotta](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/cultura/2021/12/11/s/Javier-gonzalez-cotta-kfp--1248x698@abc.jpg)
Las revistas literarias son expresión del metabolismo cultural de las ciudades donde nacen, y Sevilla es una ciudad que ha tenido numerosas cabeceras, a pesar de carecer de la influencia y poderío cultural de Madrid o Barcelona. Sin embargo, ahí están -para presumir- revistas como « ... Grecia», «Mediodía» y «Nueva poesía», entre las pioneras y míticas. Recordemos «La Ilustración Regional», «Papeles del Rinconcillo», «Calle del Aire» o «El siglo que viene», mucho más próximas en el tiempo. Y, por supuesto, «Renacimiento», «Tempestas», «Nadie parecía», «Sibila», «La isla de Siltolá» o «La vaca de muchos colores», entre otras. Asimismo, lo normal es que cuando una revista literaria desaparezca -aunque su agonía sea lenta- no resucite nunca más. Por eso el caso de «Mercurio» es increíble, porque surge y resurge, resistiéndose a la extinción.
«Mercurio» nació en los años 90, como una aventura de los hermanos Javier y Lale González-Cotta, quienes con la complicidad (y las «peonás») de numerosos amigos crearon una revista que fue capaz de atraer lectores curiosos, colaboradores altruistas y pródigos patrocinadores. Las cosas iban tan bien, que aquella primera vida de «Mercurio» terminó con esa perita en dulce en manos de la Fundación José Manuel Lara, que durante muchos años mantuvo a los fundadores y gestores originales al frente de la redacción, hasta que la absorción se consumó, dando origen así a la segunda vida de «Mercurio», dirigida por Guillermo Busutil y siempre bajo el riguroso cuidado de Ignacio Garmendia, quien ya ejercía como el exquisito editor que todos admiramos. En la nueva etapa, «Mercurio» se pobló de celebridades planetarias y fue caja de resonancia y plataforma de lanzamiento de grandes novedades editoriales, sin dejar de reservar páginas para reseñas, reportajes, entrevistas y opinión. Sin embargo, aquel modelo de revista también entró en crisis y «Mercurio» volvió a desaparecer por segunda vez. O eso creíamos todos.
La tercera vida de la revista supuso en realidad una doble resurrección, pues no sólo renació «Mercurio» sino también Javier González-Cotta, quien, exiliado más allá de los Cárpatos, regresó como un anciano rey de Troya -o como un personaje de Bram Stoker- dispuesto a reanimar los despojos de su antigua cabecera. Y así, después de subastar unas fanegas en la Baja Andalucía y de repatriar las liras turcas de sus pisos turísticos en Galípoli, González-Cotta llegó a un acuerdo con la Fundación Lara para relanzar «Mercurio» y otro con la revista «Jot-Down» para compartir costes y recursos, amén de encomendarle la dirección a Maite Aragón, librera y agitadora cultural, antaño en «La Extravagante» y hogaño en «Caótica». La mano de Maite Aragón se ha dejado notar desde el número 217 de setiembre, pues además del nuevo diseño y formato, «Mercurio» ha creado nuevas secciones (¿«loci amoeni»?) que justifican el subtítulo de su flamante mancheta: “cultura desorbitada”.
Tanta muerte y resurrección trasciende lo mercurial (o guadianesco) y sitúa a «Mercurio» en la esfera de lo saturnal, espíritu que también cultiva Javier González-Cotta, aunque de un tiempo a esta parte se le ve saturnino por los ambientes. Sin embargo, motivos para el entusiasmo existen, porque «Mercurio» es una revista de calidad que no tiene nada que ver con otras publicaciones de distribución gratuita, y que además cuenta con una lujosa nómina de colaboradores, que ya quisieran algunos suplementos culturales. La cuestión es: ¿por qué una revista cultural -estupenda y gratuita- ha muerto ya dos veces? A Umbral le leí una frase gamberra, que voy a reproducir cambiando el verbo: ‘en España se lee poco y los que leemos somos siempre los mismos’. Por lo tanto, el reto de «Mercurio» es muy claro: hay que buscar nuevos lectores, y sobre todo entre universitarios, estudiantes de bachillerato y alumnos de 4º de la ESO. Así que más vale saturnal que mercurial.
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