Crítica musical
Reencuentro embrujado
Nos encontramos en una etapa no sólo de visibilización sino de excelente forma. Naturalmente, eso ha sido posible gracias a muchos factores, pero la presencia de Michael Thomas ha sido providencial
Más allá de las palabras
Claroscuros barrocos

Música de cámara
- Programa: '99 años y un mes'. Obras de Ravel, Haydn, Debussy y Falla.
- Intérpretes: Orquesta Bética de Cámara.
- Director: Michael Thomas.
- Lugar: Teatro Turina
- Fecha: 13/01/2022
Cualquier aficionado sevillano ha tenido que ver con la Orquesta Bética más tarde o más temprano, ya fuera en su versión sinfónica y/o en la camerística. Nosotros nos incorporamos cuando Luis Izquierdo se vinculó a ella, lo cual no es ser muy exacto, ... porque el maestro gallego la dirigió durante muchos años. La orquesta que fundara Falla en 1923, esta de cámara, se vinculó pronto con 'El amor brujo' para iniciar un recorrido guadianesco, tras del cual nos encontramos en una etapa no sólo de visibilización sino de excelente forma. Naturalmente, eso ha sido posible gracias a muchos factores, pero la presencia de Michael Thomas ha sido providencial. Quien ofreciera con su Brodsjy Quartet la serie de conciertos 'clásicos' que más entusiasmo suscitó en Sevilla desde que podemos recordar, los cuartetos completos de Shostakovich, ha asumido la dirección artística de la OBC.
Evidentemente, su actuación en la sala Turina parecía quedarle chica: a pesar de la vocación camerística de la orquesta, Thomas alcanzaba unos volúmenes de gran sala de conciertos, acaso proveniente de cierto desequilibrio en la plantilla, ya que en una primera parte anduvo con las cuerdas a 2 y un contrabajo; y los vientos, también. Esto significaba sobre el papel la 'deglución' de la cuerda; pero hete aquí que esta optó por el viejo recurso de supervivencia de cualquier sección en 'inferioridad' de condiciones: donde pone una 'f' en la partitura (fuerte) ellos hacen dos (muy fuerte), o tres o cuatro, no dejándose amilanar. Para que la jugada salga bien se necesita de un primer violín especialmente seguro, que tire melódicamente de los demás y de sonidos sin la menor duda, lo cual se consiguió con el protagonismo de Lara Sansón. El motivo de esta desproporción tímbrica no lo sabemos, pero sí que la orquesta, como toda la que se mueve con un presupuesto justo, no siempre puede disponer de todos los músicos que quisiera.
La parte más positiva -y no menor- es que ofrecieron una versión verdaderamente 'de cámara', dada la intensidad de su discurso: desde el inicial 'Le tombeau de Couperin' de Ravel es verdad que el oboe no parecía ajustarse al pianísimo marcado en el 'Preludio', y aunque el tiempo indica 'Vivo', la velocidad era superior a la acostumbrada; pero la sensación fue desde un primer momento que la que estaba muy viva era esta Bética, muy penetrante, donde los instrumentos dialogaban con fruición, dando lugar a unas texturas que llamaríamos de aristas vivas, donde cada línea melódica verdaderamente conducía a algún sitio.
No había que esperar, pues, un ensimismamiento en algún pasaje plácido de los violines, ni en los dulces sones del arpa, ni abandonarnos a paisajes meramente evocadores. 'Le tombeau' es un homenaje al decisivo clavecinista francés, y la estructura de la obra la de una suite de danzas para clave, así que Ravel hizo que al preludio le siguiera una fuga. Thomas optó por un 'tombeau' original, sin orquestaciones que no fueran las de Ravel, por lo que nos perdimos la fuga, por ejemplo (hay varias orquestaciones de buen nivel), aunque esto siempre es a criterio del director.
Entre los compositores preferidos no sólo estaban Ravel o Debussy, sino también Haydn. Su última sinfonía, la londinense nº 104, fue la elegida para figurar en este programa, llevada con brío y entereza. Hay que recordar que en esta obra convergen instrumentos tan poderosos como la trompeta y los timbales, auténticas 'vitaminas' para reforzar la espectacularidad de la famosa sinfonía ya desde el fortísimo comienzo… y más trabajo para la exigua cuerda. De nuevo tiempos ágiles y texturas muy claras.
'La muchacha de los cabellos de lino' es otra obra icónica del repertorio pianístico de Debussy y que aquí se convertía en orquestal por el arreglo del propio director, extrayendo delicadeza y a la vez tersura a la apasionada orquesta.
Desdoblamiento melódico
Los '99 años y un mes', título del programa y que suena a condena, se refiere a la proximidad del centenario de la orquesta que creó Falla en 1923 y que al año siguiente interpretaría de 'El amor brujo' que el compositor versionaría para ella. Lectura extraordinaria la de Thomas, que no tuvo más mácula que la de una voz mediatizada por la megafonía, que además de desvirtuar el timbre 'gitano' de la cantaora daba lugar a un desdoblamiento melódico: podíamos oír la voz natural de Argentina y detrás la misma electrificada y con un ligero retraso.
Hemos dicho muchas veces que la mayoría de los cantantes flamencos no pueden prescindir del micrófono ni siquiera en salas tan eufónicas con la voz como la Turina (aunque de acústica tirando a seca, siempre es mejor que una 'rever' de eco artificial); y además Thomas no debe consentirlo, aunque sea teniéndoles que poner una cláusula específica en su contrato (seguro que para el centenario volverán a repetir la obra). El mismo director demostró la suficiente acústica de la sala presentando algunas partes del programa sin tener que elevar el tono natural de su voz. Por cierto, nos recordó que se trataba de un programa como se hacía en los tiempos de Falla, empezando por una suite al estilo barroco, siguiendo por el clasicismo, impresionismo y nacionalismo.
'El amor brujo' es una obra maestra por donde se la mire, donde Falla concentra buena parte de los hallazgos que conformaron su estilo, y que le llevó a tal entusiasmo que la compuso en sólo seis meses, inaudito con su manera detallista y pausada de componer. Así que contiene mil y un detalles que Thomas procuró evidenciar, navegando en las olas de sus ritmos flamencos tanto como envolviéndose en la sedosidad de su tímbrica aterciopelada. Thomas redujo los vientos a 1, como en la versión de 1915, que cada vez se ha ido asentando más en el repertorio, precisamente por la desnudez de sentimientos, de melodías y armonías… y de instrumentos. En fin, que ha sido un reencuentro feliz con la OBC en una obra referencial para ellos, a las órdenes de un grandísimo maestro.
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