novedad editorial
Unos libros plasman en imágenes el malestar vital de Pessoa y Baudelaire
Pedro Tabernero presenta una edición profusamente ilustrada de 'La Lisboa del desasosiego' y 'El spleen de París'
Una nueva mirada gráfica a Walt Whitman y Federico García Lorca
Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) y Charles Baudelaire (París, 1821-1867) son dos de los más grandes escritores que ha dado la cultura occidental en los últimos siglos. Aunque no se llegaron a conocer, ambos poetas coincidieron en un mismo sentimiento de malestar ... y desasosiego que plasmaron en sus escritos, visiones que proyectaron en las ciudades donde les tocó vivir: París y Lisboa. Con esa coincidencia temática como punto de partida, el editor Pedro Tabernero ha aprovechado la fuerza que tienen las obras 'La Lisboa del desasosiego', que recoge una selección de textos de Pessoa, y 'El spleen de París' de Baudelaire para presentar una edición en dos volúmenes profusamente ilustrados por un centenar de pinturas de Manuel Maqueda y Juan Torres, respectivamente.
Ambos libros son los números 13 (Pessoa) y 14 (Baudelaire) de la colección 'Poetas y ciudades', que Tabernero lleva publicando desde hace años y en donde han aparecido títulos fundamentales asociados a grandes ciudades, como 'Poeta en Nueva York' de Federico García Lorca, 'Diario de un poeta reciencasado' de Juan Ramón Jiménez, 'Sombra del paraíso' de Vicente Aleixandre u 'Ocnos' de Luis Cernuda, entre otros.
Dice el editor sevillano que en el caso de estas obras de Pessoa y Baudelaire «nunca antes habían sido ilustradas. Son Libros hechos desde la dimensión de la imagen, que compone un lenguaje paralelo a los textos. Es un discurso propio. No se trata de ilustrar un libro, sino de exponer una conversación entre dos autores, entre lo literario y lo gráfico».
Añade que «me llamó la atención la visión de ambos escritores sobre la ciudad y los espacios. Baudelaire inspiró a Pessoa, que había leído 'El spleen de París'. Los dos libros recogen la visión del malestar y el desasosiego de Lisboa y París. Son dos puntos de vista: la de Pessoa más romántica y la de Baudelaire más desgarrada. Pessoa era un escritor más cercano a la literatura. Baudelaire, en cambio, estaba rodeado de prostitutas. Pessoa llevaba una vida normal de clase media, mientras que Baudelaire era un poeta maldito. Aunque ambos coinciden en el desasosiego. El 'spleen' del que habla el francés se refiere al hartazgo de la ciudad. Ambos libros están muy interconectados».
Estas obras se presentaron recientemente en el Instituto Cervantes de Lisboa. A este respecto, Pedro Tabernero comenta que «a los portugueses les ha gustado la originalidad con la que está hecho el libro de Pessoa. Manuel Maqueda es más grafista, más de símbolo, mientras que Juan Torres es más un pintor y tiene un gran sentido del color. Maqueda ha trabajado con la técnica del gouache o témpera, la acuarela y la tinta china, siguiendo en algunas ilustraciones la estética oriental. Por su parte, Torres ha hecho cuadros al óleo y con acrílicos». Dos años ha sido el tiempo que el Grupo Pandora ha necesitado en la preparación de ambos volúmenes.
Tabernero resalta igualmente la labor que ha realizado Manuel Moya en la traducción de los textos. «Es el máximo especialista mundial en la obra de Pessoa. Y también se ofreció a traducir a Baudelaire porque domina el francés». Los libros recogen prólogos de Fernando Cabrita, Manuel Moya y Ramón Pérez Montero, en el caso de Fernando Pessoa, y de François-Louis Blanc, José-Reyes Fernández y Ventura Fernández, en el de Charles Baudelaire.
Las presentes ediciones recogen una selección de textos referidos a Lisboa escritos por Fernando Pessoa entre 1912 y 1935 y a París de Charles Baudelaire en 1869. Están realizadas a todo color y encuadernadas en cartoné y sobrecubiertas en papel vegetal. Constan de las versiones íntegras de la obra original. Las obras se encuentran libres de derechos de autor.
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El libro completo de 'La Lisboa del desasosiego' está compuesto por más de 500 fragmentos escritos entre 1912 y 1935. Pessoa, que había nacido en Lisboa, se crio en Sudáfrica —por tal razón comenzó a publicar sus primeros poemas en inglés—, hasta que regresó definitivamente a la capital portuguesa en 1905, hallándola totalmente transformada.
Según indica en uno de los prólogos del volumen de Pessoa Manuel Moya, «'Libro del desasosiego' es, además de otras muchas cosas, un catálogo de sensaciones, rincones, pensamientos, descripciones, escenas, colores, aromas, insomnios —muchos, muchos insomnios—, ensoñaciones, y cavilaciones sobre una ciudad que es, a la vez, todas las ciudades, todas las aglomeraciones urbanas, todo el sentir del hombre vulgar sobre esos animales prodigiosos que son las ciudades. La suya tiene moscas, tormentas, cajas de verduras tiradas en las aceras, ingenuas muchachas que van en corros al trabajo, nieblas, extraordinarios viajes a Benfica o Cascais, chirridos y campanillas de tranvías. Una ciudad que presenta algo del espíritu baudelairiano. Todo en la visión pessoana de la ciudad parece soñado o entresoñado, pero todo resulta preciso a nuestros sentidos». Y añade «(...) Fernando Pessoa, el hombre que se impuso escapar de lo real, que tanto se esforzó para parecer invisible, consiguió hacer de su ciudad un ámbito interior, un espacio donde dormir la vida. Y, curiosamente, la ciudad a la que Pessoa consagró su invisibilidad, la ciudad en la que él decidió convertirse en nadie —emulando al mítico Ulises, tan unido a la génesis de la ciudad—, hoy es toda ella un vivo recuerdo de su poeta.
Baudelaire, un adelantado
Por otra parte, en uno de los prólogos que tiene 'El spleen de París', Ventura Fernández dice que «Baudelaire es uno de esos escasísimos genios capaces de dar la vuelta al calcetín no solo de la literatura, sino de nuestra manera de sentir y de aceptar el mundo desde los márgenes de la poesía. Un adelantado que era visto como una pérfida alimaña por todos, salvo por dos docenas de amigos que lo tenían por lo que era, un figura envuelto en un genio. Pero ya se sabe que los genios, acaso por su suprema rareza, por su poca presteza para el escalo, son poco o nada reconocibles. Lector y traductor de Poe, Baudelaire encuentra en la oscuridad del hombre, en sus terribles apetitos y en su angélica bondad, su campo de trabajo».
José-Reyes Fernández destaca igualmente el trabajo que el pintor Juan Torres ha realizado para el 'El spleen de París'. «Juan Torres no solo posee una acreditada técnica académica (no en vano ha sido profesor de dibujo y pintura), sino que, además, posee un enorme talento. Y eso hace que, al plantarnos ante su obra, no solo la admiremos, sino que nos sintamos conmovidos. Juan lo hace, como sin querer, mediante la minuciosa precisión de un dibujo, en apariencia desaliñado, que sacrifica el desvanecimiento de sus perfiles al dominio magistral de un colorido que, como corresponde a su talento, se convierte en el auténtico y emocionado protagonista de la obra».
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