crítica de la orquesta joven barroca
Esos jóvenes que nos cautivan…
La agrupación interpretó varias piezas en el ciclo de Otoño barroco del Espacio Turina
La Orquesta Barroca de Sevilla tocará en el Prado y hará una gira internacional

'Otoño barroco'
- Programa: Obras de Vivaldi, Albinoni, Telemann y Dall'Abaco
No hacemos más que alegrarnos de que en Sevilla los proyectos para músicos jóvenes se multipliquen. Pero uno de los más veteranos es el de la Joven Orquesta Barroca de Sevilla, dispuesta a dar cabida a chavales que exceden de las audiciones del conservatorio, ... imprescindibles, pero de carácter bonancible, al tener como público a familiares, mayoritariamente. En un concierto como este hay que sacar una entrada que, aunque no cuesta mucho, sí supone para los chavales que hay unos aficionados dispuestos a pagar por verlos, lo que sube ya las expectativas (aunque hay mucho familiar, naturalmente).
La orquesta es tan activa que anda siempre de renovación, y los mayores van dejando sitio a los pequeños, un indicio importante porque, como el río heraclitiano, es difícil que oigamos siempre a la misma orquesta, por la propia fluctuación de su plantilla, y sin embargo la calidad de la misma sigue siendo magnífica.
Para demostrarlo, empezaba el concierto dedicado a la música italiana con dos obras de Vivaldi. La primera era el Concierto para cuerdas en do mayor RV 110, que pertenece a ese grupo de obras para cuerdas, casi miniaturas, en tres movimientos, cada uno de aproximadamente un minuto de duración, pero de una brillantez y un vigor exultante, parecidas a las oberturas de óperas en tres partes.
De hecho, su primer movimiento se usó como bis al final del concierto. Era una primera toma de contacto, en la que los jóvenes explosionaban sobre las piezas que, según su director, llevaban repasando desde las 9 de la mañana (y eran las 12 h.). Ya ahí sobresalía Eduardo Cornago como flamante concertino, con un sonido precioso y de un temple en su manera de tocar que llamaba la atención.
Otro de los aspectos del proyecto, que comparte con la orquesta matriz, es el de ofrecer la oportunidad solística a sus miembros, lo que supone una prueba sin red, al tratarse de obras difíciles. En esta ocasión oíamos el Concierto para dos violonchelos, cuerda y continuo en Sol menor RV 531, también de Vivaldi, a cargo de dos chelistas de la orquesta, Irene y Miguel Hernández, primos, y compañeros en el hermoso viaje.
Parece que destinado a las niñas del coro del Ospedale della Pietà de Venecia, una vez más nuestro jóvenes demostraron su valía, con un sonido muy atractivo y distinto. Irene con chelo cálido, noble y ágil, que le ayudó a surcar los arriesgados pengramas y Miguel de sonido de algo menos color, pero nos pareció que sobre todo asumiendo su rol de 2º violonchelo. El barroco es época de contrastes, de enfrentamiento, más que de acompañamientos; es cierto que en ciertos pasajes homofónico uno podía funcionar como 'sombra' del otro (recordemos los trampantojos en la pintura), pero en general había juegos de imitaciones, a veces completas y otras estratificadas, de forma que en la carrera uno alcanzaba al otro y empezaba a tocar sobre el final del primero, con apenas tropiezos que merezcan reseñarse. De igual manera funcionó el lirismo en las partes más lentas. El director ya había advertido de que nuestro oído advertiría la diferencia entre la tonalidad mayor del Concierto para cuerdas primero de la menor en este para dos chelos.
Las tonalidades de Sol mayor y Re mayor dominaron el programa, porque son las que mejor les van a los instrumentos de cuerda. La sinfonía en Re mayor de Albinoni propuso esa última tonalidad para un momento de intensidad sonora.
La sorpresa de Amalia Bosch
Indudablemente, la gran sorpresa de la velada la trajo Amalia Bosch con el Concierto para viola, cuerda y continuo en sol mayor TWV 51:G9 de Telemann, que asumió desde una madurez poco previsible en una chica de su edad, sobre un instrumento verdaderamente interesante, y entre ambos ofrecieron un sonido hondo, profundo, de madera, sobre fraseos que fluían a borbotones, llenos de elegancia y saber decir, que se tornaron plenos de lirismo en el lento y de enorme, pero bellísimo virtuosismo al final. Los aplausos fueron tantos que la chica se volvió a su sitio (de viola solista) como sin saber donde meterse, porque no dejábamos de aplaudir.
Terminó el programa con un autor poco conocido, aunque la OBS lo ha tocado ya anteriormente, Evaristo Felice Dall'Abaco y su Concierto à più istrumenti en Re mayor Op.5 nº6, en el que fue un verdadero festival tímbrico y rítmico, en donde sobresalió toda la valía de la joven orquesta, en especial su último movimiento.
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