Federico Casado Reina: «Mi madre no tuvo rivalidad con nadie y especialmente tuvo una gran amistad y conexión con Rocío Jurado»
25 AÑOS DE LA MUERTE DE JUANA REINA
El único hijo de Juanita Reina recuerda a su madre 25 años después de su fallecimiento y destaca su gran calidad como artista y como persona
Juanita Reina, la última dama de la copla
![Federico Casado Reina junto al árbol que plantó Juanita Reina en el Parque de Los Príncipes a finales de los ochenta a propuesta del periodista Cristóbal Cervantes](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/03/18/foto-fede-dos-RIVaatJ6qy6HyciDeeKm9RL-1200x840@diario_abc.jpg)
Federico Casado Reina (Sevilla, 1965) es el heredero universal del patrimonio artístico y humano de Juanita Reina. Este psicólogo y crítico de cine confiesa que no ha pasado un solo día en que no haya pensado en su madre desde que esta muriera hace ... 25 años. En esta entrevista a ABC revela cómo era esta encima de los escenarios y en las distancias cortas del hogar.
—¿Cómo ve en la actualidad el legado de su madre 25 años después de su muerte?
—Creo que el legado de mi madre como artista es algo completamente imborrable y forma parte de la historia de este país, tanto a nivel sociológico como a nivel cultura. Ella fue el referente en los años cuarenta y cincuenta del género de la copla y fue la artista a la que mayor número de trabajos le hizo el famoso triunvirato formado por Quintero, León y Quiroga. Prácticamente mi madre fue la artista a la que más le escribieron. Ella fue la banda sonora de dos o tres décadas de la historia de España.
—Fue un personaje muy popular en esa época y sonaba en las radios de media España, ¿no es así?
—Absolutamente. Por un lado estaba la música y también las funciones que hacía en los teatros. Y por supuesto estaba también el cine. Mi madre hacía un doblete porque, tras rodar la película, esta se estrenaba por todos los pueblos de España. Después de ver la película llegaba su espectáculo en directo. Por tanto, se puede decir que el cine le hizo a ella una gran publicidad para sus espectáculos y hacía que tuviera más éxito.
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—¿Cuántas películas rodó?
—Hizo 15 películas y en todas ellas tuvo el papel de protagonista. La última fue 'La novia de Juan Lucero'. Fue siempre una figura prominente en el mundo del cine. Su carrera estuvo muy mediatizada por la figura de mi abuelo Miguel. Hubo una situación que pudo haber cambiado la trayectoria de mi madre en el mundo del cine porque el director de 'El último cuplé' la escribió prácticamente para ella. Cuando mi abuelo leyó el guion de la película y vio que se trataba de un personaje controvertido decidió que mi madre no iba a hacerla. Entonces el papel le cayó a Sara Montiel. El director le dijo a Sara Montiel que estudiara a mi madre para hacer el personaje. Esta fue camuflada a ver los espectáculos de mi madre para imitarla a nivel de actuación.
—Desde el punto de vista cinematográfico, ¿en qué películas cree que su madre destacó más?
—Hay dos películas que fueron muy importantes para mi madre. Una es 'La Lola se va a los puertos' (1947) y la otra 'Lola la Piconera' (1951). 'La Lola se va a los puertos' es más dramática, pero a mí especialmente me gusta más 'Lola la Piconera', porque la producción era espectacular y al nivel de cualquier producción norteamericana de aquella época. Era una película con movimiento de extras, decorados y una escenografía espectacular, independientemente de la parte de la copla, que también es muy importante. Hay un detalle muy curioso que mucha gente no sabe y es que uno de los primeros papeles donde apareció Paco Rabal es en 'La Lola se va a los puertos'. A él se le puede ver al principio de la película porque participó de extra. Hay tres marineros dando un paseo por el puerto y uno de ellos es Paco Rabal.
—¿Cómo llevaba ella esa doble vida de mujer artista y de madre de familia?
—Yo siempre digo que era un poco como el doctor Jekyll y Mr. Hyde. Cuando era pequeño y veía a mi madre actuar no me podía creer que fuera ella, porque era muy distinta a como la veía en casa. En el ámbito personal era muy cercana, empática, dulce e intentaba ayudar a todo el mundo. Nunca tuvo un mal con las personas que se le acercaban. Siempre primó la felicidad de los demás antes que la suya propia. Ella estaba preocupada por el peso y siempre seguía una dieta, pero era una magnífica cocinera. Cuando hacía de comer no lo hacía para ella, sino para los demás.
—¿Cómo fue la relación de su madre con las otras artistas?
—Probablemente ha sido una de las artistas españolas que menos problemas ha tenido con otras compañeras, todo lo contrario. Lola Flores, Carmen Sevilla, Paquita Rico, Marifé de Triana, Rocío Jurado e Isabel Pantoja se llevaron muy bien con ella. Se llevaban estupendamente y nunca tuvieron ningún problema de rivalidad. Carmen Sevilla, Paquita Rico y mi madre hicieron un espectáculo en el Teatro de la Latina de Madrid. Mi padre fue el director teatral y resultó una experiencia fantástica. Fue muy amiga de Lola Flores y especialmente de Rocío Jurado, con quien tenía una gran amistad y conexión. Rocío creció con el modelo de mi madre y ella tuvo a mi madre como referente. Era muy amiga también de Isabel Pantoja, pero especialmente de su madre. Esta última fue una bailarina de conjunto de los espectáculos de mi madre. Una vez se puso muy mala y mi abuelo Miguel la llevó en su coche hasta Madrid para que se curara. La madre de Isabel Pantoja le aconsejó a su hija que tuviera el modelo de mi madre, y de hecho el movimiento de Isabel sobre el escenario es una reminiscencia de lo que hacía Juanita Reina.
—Su padre, Federico Casado 'Caracolillo', fue una figura fundamental en la vida de su madre, ¿no es así?
—Fue una persona de capital importancia. Él era uno de los primeros bailarines de los espectáculos de Conchita Piquer. Era una persona de cierto prestigio porque había hechos giras internacionales por Europa y Estados Unidos. Debutó en el Radio City Music Hall de Nueva York con un espectáculo titulado 'España', donde era protagonista. De hecho, el Estado le condecoró por la promoción que hacía de nuestro país. Mi padre era excelentísimo y tenía la orden del mérito civil. Su hermano, Caracol de Cádiz, que también era bailarín, empezó a trabajar con mi madre. Entonces, mi padre creció con el modelo de mi madre. Con el paso del tiempo mi abuelo se fijó en él para que participara en los espectáculos de mi madre, y ahí se conocieron. Al principio comenzó un romance casi oculto porque mi abuelo no quería que nadie se acercara a mi madre. Le puso a mi padre unas condiciones leoninas para poder continuar con la relación. Estuvieron cuatro años casi sin verse y sólo se comunicaban por carta. Mi padre lo hizo y cuando regresó ya se casaron. A partir de ahí, mi padre siempre estuvo pendiente de ella y de su trayectoria artística. Cuando yo crecí un poco, ella quiso seguir actuando. Su última actuación fue el 10 de octubre de 1994 en el Teatro Lope de Vega, el mismo día en el que inauguró la glorieta que le dedicaron en el Parque de María Luisa tras el espectáculo 'Azabache'.
—Su padre tuvo una gran generosidad dándole siempre a su madre un papel protagonista.
—Para mi padre el único motivo de su vida era mi madre. Él dejó toda su carrera artística para que mi madre prevaleciera sobre él. A nivel artístico no es fácil dar un paso atrás o al lado y admitir que la estrella era su mujer. Muchas veces existen celos artísticos, pero mi padre tuvo la grandeza como persona de dejar que mi madre fuera la estrella. Años después, en 1976, mi padre abrió la academia de danza Caracolillo en la calle Fortaleza de Sevilla. Tuvo tanto éxito que cuando los niños se presentaban a los concursos de sevillanas en la Feria, todos los premios eran para la academia de mi padre. Durante una época, el Lope de Vega celebró la quincena de la copla y allí actuaron alumnos de mi padre.
—'Azabache' fue un espectáculo muy importante para su madre, ¿no es así?
—Sí, fue un espectáculo con unos medios técnicos y artísticos impresionantes. La mítica Imperio Argentina estaba ahí. Rocío Jurado era la gran protagonista e interpretaba el papel principal del que nacía el espectáculo. Gerardo Vera fue el director. Nati Mistral representaba a la copla de Madrid. María Vidal estaba fantástica y, cómo no, mi madre, que representaba a Sevilla dentro de la copla andaluza.
—También fue importantísima la relación tan estrecha que su madre mantuvo siempre con la hermandad de la Macarena.
—Fíjese lo importante que fue que en la nómina de los espectáculos había siempre un personaje que era Esperanza a la que se pagaba como si fuera un artista más. En realidad era la hermandad de la Macarena, que estaba en nómina. Eso por no mencionar todas las cosas que mi madre donó a la hermandad, como por ejemplo una túnica para el Señor de la Sentencia, una saya, la toca de sobremanto, etc. Ella era camarera de la Virgen, hermana de honor e incluso es muy conocido que parte del pelo de la Macarena era de mi madre. Ella era una persona muy devota y siempre estuvo vinculada al mundo de la Semana Santa. Tanto es así, que Antonio Montiel pintó en 1992 un estandarte con una Virgen Dolorosa para la hermandad del Santo Sepulcro de Málaga y es un retrato para el que mi madre posó. También posó para el imaginero Juan Ventura, que hizo en 1995 la talla de Nuestra Señora de Guadalupe inspirándose en la cara de mi madre. Esta imagen sale en procesión cada Lunes Santo de la Parroquia del Carmen de Sanlúcar de Barrameda. Es curioso porque el día que inauguraron su glorieta del Parque de María Luisa, un fan gritó: «Juanita, sólo hace falta que te saquen en procesión». Y en la Semana Santa de Sanlúcar de Barrameda procesiona una Virgen inspirada en mi madre.
![Juanita Reina, junto a Federico Casado 'Caracolillo' y Federico Casado Reina](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/03/18/junita-federico-fede-U67346483045dDN-760x600@diario_abc.jpg)
—¿Cómo era su madre en las distancias cortas?
—Era muy divertida y con un sentido del humor tremendo. Tenía mucha chispa y una gran agilidad mental. Ella admiraba el arte y le encantaba Dalí y Michael Jackson, que le parecía un artistazo. También admiraba a Alfredo Kraus, a Montserrat Caballé y a Plácido Domingo. Este último estuvo con ella en la hermandad de la Macarena y mi madre actuó como una especie de embajadora. Conoció a grandes artistas como Julio Iglesias, Raphael y a prácticamente todo el 'star system' de España porque se relacionaban con ella. Hay un detalle gracioso. Cuando Julio Iglesias estaba empezando a cantar, le tocó actuar una vez justo detrás de mi madre. Mi padre estaba entre bambalinas. Después de que actuara mi madre, Julio le dijo a mi padre: «Bueno, ¿y ahora qué hago después de lo que ha hecho esta mujer?». También está Raphael, que siempre ha dicho que admiraba a mi madre. Cuando él era pequeño y ella actuaba en Linares, este siempre iba todos los días para ver sus dos funciones. Como mi abuelo se fijó en él, al final lo dejó entrar gratis y vio a mi madre en primera fila. Con el paso del tiempo, coincidieron en muchas ocasiones y se hicieron buenos amigos. En el programa de Televisión Española 'Cantares', de Carlos Herrera, la primera cantante que actuó fue mi madre junto con Raphael, que la acompañó en esa ocasión.
—¿Por qué su madre tiene un árbol en el Parque de los Príncipes?
—Es una anécdota muy curiosa. Yo estaba trabajando con Cristóbal Cervantes en Radio Nacional de España. Él me llamó un día y me preguntó si a mi madre la apetecería plantar un árbol en el Parque de los Príncipes. Calculo que fue sobre 1989 o 1990. Siempre se habla de que es bueno que las personas planten a lo largo de su vida un árbol, y mi madre lo pudo hacer.
—¿Cómo llevó ella su enfermedad?
—Con mucha resignación porque mi madre era una persona muy resignada, entera y muy capaz. No fue agradable porque ella era una persona llena de vida.
—La ciudad se volcó cuando falleció.
—Sí. El Ayuntamiento la nombró Hija Predilecta a título póstumo, aparte de otros reconocimientos que se le hicieron. El día de su entierro hubo miles de personas. Desde la basílica de la Macarena hasta el cementerio de San Fernando la gente llevó en volandas el féretro. En esos momentos tan arrolladores no te da tiempo a reconocer nada porque fue un delirio. El paso del tiempo te da la frialdad emocional para evaluar la situación. Fueron recuerdos muy impactantes. La familia se unió como una piña. Fueron momentos duros, pero también se vio el cariño y la admiración de la gente, sobre todo porque mi madre era una persona muy cercana. Cuando mi madre iba por la calle y la gente le pedía hacerse una foto, ella nunca tuvo un mal gesto para nadie. Siempre estaba al lado de cualquiera que se le acercara y se preocupaba por su público. Un día me comentó que cada vez que salía al escenario tenía que dar el cien por cien, ya que no sabía el esfuerzo que había tenido que hacer el público para pagar la entrada. Ella tenía que darle y recompensarle a la gente lo que se merecía. Jamás canceló un espectáculo por enfermedad. Cuando se encontraba mal, se tomaba una pastilla y salía a cantar porque nunca concibió una cancelación. Ella actuó en toda España y en otros países como Argentina, Cuba y Venezuela.
—¿Cómo siente esa ausencia de su madre 25 años después?
—Me acuerdo de ella todos los días y a todas horas. Cuando eres un hijo único como yo la figura de tu madre siempre está ahí presente. Te queda la cosa de que me hubiera gustado haber hablado más con ella o haber compartido más tiempo. 13 años después murió mi padre y sentí un gran vértigo y desamparo. Los dos han dejado una gran huella en mí.
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