entrevista
Joaquina 'La Algabeña' sobre los jóvenes que aspiran a toreros: «Muchos llegan con sus auriculares y ni se los quitan para escucharte»
La torera de 67 años nacida en La Algaba, que toreó un novillo en la Maestranza, lamenta que se se haya perdido el «romanticismo» de la fiesta: «Antes los empresarios organizaban festejos en los pueblos, aunque no dieran apenas dinero, y ahora ya casi no hay, con lo que se está perdiendo la afición»
«Curro Romero me dijo que lo admirara más como persona que como torero»
![Joaquina Ariza 'La Algabeña' en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/04/20/joaquina-ariza-algabea-RFlcJWFsO3oXi8eWIvC3DqO-1200x840@abc.jpg)
Joaquína Ariza, más conocida como La Algabeña, lleva el toreo en las venas. Nació en la localidad sevillana de La Algaba y sintió la pasión por el toreo desde muy niña, aunque no lo tuvo fácil por los valores de la época y ... porque tampoco recibió demasiado apoyo familiar ni empresarial. «Aunque siendo mujer no he llegado a nada, nací torera y moriré torera. Esto es como una enfermedad, como una droga», cuenta esta mujer de 66 años que nunca se casó «porque me casé con el toro», dice. La Algabeña empezó a torear con las cortinas y las toallas de su casa, llegó a novillera y toreó un novillo en la Real Maestranza de Sevilla, el momento cumbre de una carrera en la que no faltaron faenas en muchas plazas españolas, incluida la Monumental de Barcelona, hoy convertida en centro comercial por la prohibición política de las corridas. Admiradora de Curro Romero, vio en la plaza de su pueblo la última faena del Faraón de Camas. «Le dije que lo admiraba como torero y como persona y me dijo que lo admirara más por lo segundo», cuenta. Curro Romero fue el primer torero que aceptó darle la alternativa a una mujer torera, Cristina Sánchez: «Curro dice que las mujeres acarician mejor los hombres y que a los toros hay que acariciarlos», recuerda.
-Aunque las mujeres acaricien mejor que los hombres, en el mundo del toro no lo han tenido nunca fácil.
-Todo lo que tú hagas en este mundo del toreo no tiene valor simplemente porque eres mujer. Ni el sacrificio ni el esfuerzo ni la afición. No quiero hacer reproches a nadie porque tampoco quiero crearme enemigos, pero si me preguntan contesto con mis vivencias.
-¿Había antecedentes taurinos en su familia?
-Sí, un tío mío también fue novillero y al final ganadero. Un primo de mi padre quiso ser torero y se quedó en banderillero.
-¿Qué le dijeron sus padres cuando les dijo que quería ser torera?
-Que me olvidara. No querían. Mi padre no decía nada pero nunca me apoyó. Mi madre igual y todo eso me desmoralizaba
-¿No la apoyaron porque era peligroso?
-Supongo que por ese motivo y por otros. Quizá también porque era mujer y por eso me decían que la mujer no iba a tener sitio en el mundo del toro. Pero mi afición y mi vocación eran más fuertes que todo lo que decían mis padres.
-¿Cuando pasó de torear en el patio de su casa con cortinas y toallas a hacerlo en una plaza con un capote?
-Yo empecé a ir al tentadero y al campo de mi tío con 9 años Con 18 años o cosa así me iba sola todas las tardes a a la plaza de toros de Santiponce a entrenar. Allí estuve con Espartaco y su padre, que iban los dos también a practicar. Había muchos banderilleros y picadores. Recuerdo que mi tío le pidió al alcalde de Castillo de las Guardas que me pusiera en una novillada que iba a ver allí a mediados de 1975. Entonces estaba prohibido que las mujeres torearan y el alcalde temía que Gobernación prohibiera el cartel. Aún así me puso y Gobernación no se enteró o no dijo nada y yo toreé a un becerro con unos vaqueros y una chaquetilla. Tres días después de torear allí, Franco derogó esa ley que prohibía a las mujeres torear. En Castillo de las Guardas di dos o tres lances muy buenos y vi a la gente botar en sus asientos. Y ahí se le ocurrió al empresario Paco Rodríguez crear un grupo de mujeres toreras. Estaban Maribel Atienza, Mari Fortes, Alicia Tomás, Rosarillo de Colombia y otras. Toreamos por toda España. En las crónicas los críticos taurinos decían que yo tenía pellizquito. Me salían las poses toreras, metía los riñones de natural. Me salía. El torero nace, no se hace, aunque la técnica se aprende
-¿Y de valor cómo iba?
-Tenía el suficiente para estar allí.
-¿Hasta cuándo estuvo así?
Hasta un par de años después. Necesitaba un apoyo de alguien pero no tuve a nadie.
-Pero toreó en la Maestranza.
-Sí. Y ése fue mi mejor recuerdo. Pisar ese albero no se puede comparar con nada. Fueron seis novillos del Conde de la Maza. Seis toros, seis toreros. Y me defendí muy bien con el mío. Di algunos derechazos que ni Antonio Ordóñez (risas),.
-¿Y después de la Maestranza?
-Todo se quedó muy parado. Hace dos años toreé una becerrita en Guillena y me dijeron que aún estaba para torear. Y eso que tenía 64 años. Les di un repaso a todos mis compañeros, todos más jóvenes. Algunos pensaban que era un torero, no una torera, porque llevo el pelo corto y la cara agachada. Creo que me confundieron con un torero por las hechuras de toreo bueno. Soy delgadita y no tengo el culo gordo.
-Ha enseñado en la Escuela Taurina de la Algaba...
-Sí, he estado allí muchos años. He enseñado a Manuel Carrión, el novillero que triunfó el año pasado en las promociones de la Maestranza. También a otros que se quedaron de banderilleros de toreros muy conocidos como Manzanares o Escribano.
-¿Y qué les inculcaba, además de buenos derechazos?
-Educación taurina. Pedirle permiso al ganadero cuando se va a torerar al campo y dar las gracias después, hayas toreado o no. Y he enseñado a respetar, tanto a los compañeros como a todo el mundo. De chulesco no se puede ir por la vida.
-¿Y ahora van así los aspirantes a figuras?
-Ahora los chavales se colocan los auriculares, se colocan el móvil y cuando les dices algo, o les corrigues cualquier cosa, no se enteran.
-¿Y no les dicen que se quiten los auriculares?
-Sí, se les dice, pero no lo hacen. Porque dicen que se enteran con los auriculares. ¡Pero cómo se van a enterar! No tienen tanta educación ni tanto respeto como teníamos nosotros. Pero no es los toros ni la escuela. Es la sociedad, que está así. Es una pena que hayan perdido ese respeto a los mayores y a los maestros. Y que hayan perdido ese saber estar.
-¿Y no se les puede enseñar eso?
-Todo es así, toda la sociedad. Lo que inculco a los chavales es que hay que formarse. Convertirse en figura del toreo es un milagro del cielo, es algo casi imposible. Hay que reunir muchas condiciones y, además, tener un apoyo y el respaldo de alguien. Y los aspirantes a toreros deben pensar en el futuro y formarse.
-¿La mayoría de los aspirantes a toreros vienen ahora de familias pudientes?
-Sí, esto ha cambiado mucho, aunque hay de todo.Antes llegaba mucha gente humilde que quería triunfar para comprarle una casa a sus padres. Y un Mercedes, por supuesto, que es el coche soñado por todos los que querían ser toreros. Pero ahora cualquier albañil tiene un Mercedes. Eso lo veo en los tentaderos, los cochazos con los que llegan los aficionados.
-¿Le inculcaron a usted que había que formarse para poder ganarse la vida fuera del toreo?
-Yo no tengo ningún reproche para mis padres pero en aquella época la mentalidad que había era otra. Y la formación de las mujeres no importaba tanto. Yo no tuve las oportunidades de mis dos hermanos, uno, que murió joven, se hizo médico.
-¿Y qué esperaban sus padres de usted?
-En aquella época se esperaba que las hijas cuidaran de los padres cuando se hicieran mayores. Y de hecho los cuidé. Yo no me casé porque me casé con el toreo. Vivo para el toro porque nací torera y moriré torera. Sé que no he llegado a nada como torera pero esto es como una enfermedad, como una droga. Yo era muy rebelde y la afición al toreo era para mí lo más importante y mis padres no podían conmigo. Sé que les hice sufrir por esto.
-Usted es muy conocida en La Algaba por su afición al toreo y lo que les enseña a los jóvenes que quieren ser figura, y hasta han puesto un pabellón cultural a su nombre. Pero también es conocida porque vende huevos por las calles de su pueblo...
-Bueno, de eso ya me he quitado. Yo tenía una granja pequeñita de cien gallinas con una clientela cortita. E iba vendiéndolos por la calle con mi bicicleta y mi canasto. Y repartía muchos a domicilio. Pero con la subida del grano por la guerra de Ucrania me he tenido que quitar. Ya no me salían las cuentas. Mi padre y mi madre nos dejaron a mi hermano y a mí una huerta de naranjos y de eso vivimos. Pero desgraciadamente cada vez se vive peor. Están arruinando a los agricultores y a los ganaderos porque nos pagan muy poco por la fruta. Se lo quedan todo los intermediarios y ningún Gobierno hace nada.
-¿Es más difícil triunfar ahora en el toreo que antes?
-Sí. Antes tú cortabas orejas y repetías. Ahora hay un circuito y si no estás en ese circuito, aunque cortes orejas, no toreas y no metes cabeza.
-¿Hay una especie de mafia?
-Esa es una palabra muy gorda y yo ahí no entro. Pero si no estás en el circuito no tienes nada que hacer.
-¿Y qué hay que hacer para entrar en ese circuito?
-Si lo supiera, entraba yo. En el toreo de antes había mucho romanticismo y ahora no hay romanticismo sino comercio y negocio. Antes los empresarios ganaban dinero con los toros, como es lógico, pero no les movía sólo el dinero. Montaban novilladas y toreaban todos los chavales, aunque esos festejos no dieran dinero. O no daban mucho. Antes en todos los pueblos había toros y ya apenas hay toros. Y la afición cada día va a menos.
-¿Esto hace más daño a los toros que los antitaurinos?
-Yo creo que sí. Los antitaurinos hacen daño y han conseguido quitar los toros de Cataluña, pero son los menos. Siempre se ha dicho que el cáncer del toreo está dentro del toreo. No estoy en las profundidades para decirlo pero lo he escuchado muchas veces.
-¿Se puede perder así la afición al toreo?
-Si no se hacen festejos, esto irá a menos. Y como cada día es más difícil llegar a ser torero, temo también lo que ocurra cuando se retiren los que ahora son figuras. La nueva savia del toreo lo tiene complicado.
-Sin toreros no puede haber toros.
-Espero que espabilen todos para que eso no ocurra. Esto es como una familia: el ganadero, el torero, el banderillero, el picador, el mozo de espadas el arenero. Esa familia tiene que estar todos a una. Si cada uno va por un lado, esto se hunde.
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