PRIMERA VUELTA AL MUNDO
Ganadores y perdedores en la carrera de la especiería
Un viaje extraordinario
La ruta de Magallanes y Elcano proveyó de gloria pero no de riquezas a sus autores
Los principales protagonistas murieron en el plazo de un lustro
500 años de la primera vuelta al mundo

Ganaron la gloria pero perdieron la vida. Tal vez sea la manera más descarnada de cifrar el balance de la expedición magallánica, de la que sobrevivió apenas un 13% de los embarcados en agosto de 1519. Paradójicamente, sacaron más provecho de la gesta oceánica ... quienes más lejos de los peligros de la mar estuvieron.
El balance económico de la expedición de Magallanes al archipiélago de la Especiería no fue tan exitoso como en principio podría suponerse. El clavo que la nao 'Victoria' trajo de las Molucas dio para enjugar las deudas de la expedición, pero sólo a largo plazo, quince años después, cuando el financiero Cristóbal de Haro recuperó su inversión con intereses del 9% anual.
De todos los nombres propios de aquella aventura, fue el mercader burgalés el que más fortuna halló. Fortuna material, se entiende, porque la gloria póstuma acompaña a Magallanes en el estrecho austral que lleva su nombre y aun en la galaxia satélite de la Vía Láctea conocida como Gran Nube de Magallanes. Pero el verdadero reconocimiento le llegó con la biografía de Stefan Zweig, ya en el siglo XX, más de cuatro siglos después de morir en combate.
Ni a portugueses ni a españoles les agradaba agigantar su figura. Para los lusos, porque había servido al país rival en la carrera por los grandes descubrimientos geográficos del siglo XVI; y para los españoles, porque ciertos episodios como los de bahía de San Julián cuando el motín en su contra desoyendo órdenes reales, le habían indispuesto a los ojos de la Corona.
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España intentó hacer valer el éxito de Juan Sebastián Elcano como propio encumbrando al marino guipuzcoano a la categoría de héroe nacional por más que la suya fue una gloria sobrevenida en circunstancias tan adversas como la huida de la flota lusa que trataba de darle alcance a través del Índico. Elcano pagó un alto precio por esa gloria póstuma: murió en la siguiente expedición a las Molucas, la de García Jofre de Loaysa, él, tres de sus hermanos y algún pariente más.
Su figura fue ensalzada con ocasión del cuarto centenario en 1922, cuando la España alfonsina, herida en su orgullo por el desastre de Annual y otros reveses militares, necesitaba reverdecer laureles victoriosos. Pero en el plano internacional, Elcano siempre fue visto como autor de una gesta accidental frente a la determinación que Magallanes exhibió en sus planes.
Penalidades y supervivencia
El final trágico caracteriza a la mayoría de protagonistas de la expedición de 1519-1522. No sólo por los únicos 18 supervivientes que llegaron a Sevilla, sino por las penalidades que padecieron quienes intentaron el retorno a través del océano Pacífico. Tal es el caso de Gonzalo Gómez de Espinosa, alguacil mayor de la expedición y sobrevenido capitán de la 'Trinidad', que se separó de Elcano en Tidore e intentó infructuosamente el tornaviaje hacia Oriente. Vencido por los vientos y las tempestades, regresó a Ternate, donde fue capturado por los portugueses.



Preso en la India, no llegó hasta 1526 a Lisboa donde fue finalmente liberado. En 1529, el emperador Carlos lo nombró visitador y capitán de las naos de la carrera de Indias con una renta de 300 ducados, equivalente a 112.500 maravedíes al año. Un sueldo más que digno, equiparable al de capitán general de la flota. De hecho, Magallanes tenía una asignación mensual de 12.166 maravedíes que representaban 145.992 al año.
Rui Faleiro fue internado demente y murió en Sevilla en 1523
Los capitanes de las naos de la Armada del Maluco cobraban 3.333 maravedíes al mes por 3.000 de los maestres (al mando de la tripulación), 2.500 de los pilotos (oficial de maniobra a bordo), 1.875 de carpinteros y calafateadores, 1.200 de marineros, despenseros, barberos y ballesteros, 800 de los grumetes y 500 maravedíes de los pajes. Además de esa asignación, cada tripulante disponía de un cupo de espacio en la nave con derecho de quintalada, para comerciar por su cuenta, exentas de pago de flete aunque sujetas a una tasa del 5% para la Hacienda real.
Gómez de Espinosa murió de viejo, lo que no puede decirse de la mayoría de sus compañeros de expedición, pero sin que su nombre sea recordado. Otro tanto puede predicarse de Rui Faleiro, cuyos cálculos matemáticos y cosmográficos tanto le sirvieron a Magallanes para calcular la ruta a las Molucas siempre hacia Occidente. Enemistado con el marino portugués no se sabe muy bien por qué más allá de los lógicos recelos que nacieron entre ambos, murió en Sevilla en 1523 con la cabeza ida, encerrado como demente.
Negocio fabuloso y adelantos de la Hacienda Real
El otro gran valedor de la expedición sí sacó provecho. El comerciante burgalés Cristóbal de Haro fue nombrado por el Rey factor de la Casa de Contratación de la Especiería en La Coruña. Desde ese cargo siguió organizando y financiando a su costa expediciones en busca de especias.
Cristóbal de Haro, el fletador, fue el más favorecido por el Rey. Fue nombrado factor de la Casa de Contratación de la Especiería en La Coruña
En aquel tiempo, era un fabuloso negocio (mitad quimera, mitad especulativo) con formidables retornos si se ganaba la apuesta. Laurence Bergreen, biógrafo de Magallanes, escribe en su obra 'Hasta los confines de la Tierra': «Dado el carácter azaroso del comercio de las especias, así como de los largos viajes oceánicos, los financieros como Cristóbal de Haro sólo podían ser inducidos a arriesgar su capital por una razón: la perspectiva de obtener extraordinarios beneficios. Si una expedición tenía éxito, aunque sólo fuese un éxito parcial, podría obtener a su regreso de las Indias unos beneficios del orden del 400 por cierto. El pragmático Cristóbal de Haro calculó que la expedición de Magallanes podía obtener un 250 por ciento de beneficios. Entretanto, adelantó dinero al 14 por ciento de interés».
El adelanto al que se refiere lo constituían 1.880.126 maravedíes con que financió el 22,6% de la expedición de Magallanes en un precedente de cooperación público-privada 'avant la lettre'. La Casa de la Contratación, o sea la Hacienda real, dotó 6.454.209 maravedíes para proveer las naves con sus aparejos, artillería, pólvora (3.912.241 maravedíes); las provisiones (1.589.551 en bizcocho, vino, pescado, tasajo, legumbres, etc.); mercaderías para intercambiar (1.679.769 maravedíes en paños, sedas, lienzos); el sueldo de cuatro meses para 237 tripulantes, por 1.154.504 maravedíes; y otros artículos de despensa, cobre o aparejos de pesca por 415.060 maravedíes. En total, 8.334.335 maravedíes (22.225 ducados) de coste inicial, porque el devengo de los sueldos de tripulantes, incluyendo a los muertos durante la travesía, fue muy superior a los cuatro meses adelantados y otros pormenores.
A cambio, los 700 quintales con 24 libras de clavo que trajo la nao 'Victoria' en sus bodegas supusieron 7.569.130 maravedís (20.184 ducados) al cambio tras subastarse por los oficiales de la Casa de la Contratación. A este valor hay que sumar los 106.274 maravedíes en que se remató la propia nao en 1523.
Por supuesto, el 7% del tonelaje estibado, esto es 36 quintales y 17 libras, se repartió entre cuarenta tripulantes (o sus herederos) de la 'Victoria' incluyendo al menos a uno de los tres esclavos malayos que completaron la primera circunnavegación del planeta, llamado Juan de Pegu. El más beneficiado de aquel reparto fue Juan Sebastián Elcano, al que correspondieron 530.975 maravedíes. Más que eso, ganó la gloria de haber capitaneado la primera nave que dio la vuelta al mundo.
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