Enrique Valdivieso: «La calle Mateos Gago es un merendero en la que bares de plástico ponen paellas de paquete a los turistas»
El catedrático de Historia del Arte ha criticado los bares para extranjeros y ha defendido que El Rinconcillo «no es de esos sitios»
El Rinconcillo, historia de una taberna que lleva doscientos años en manos de la misma familia
![Enrique Valdivieso durante la presentación de «Historia de una taberna: El Rinconcillo de Sevilla»](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/05/29/enrique-R0EwFBtJAPaid0n9VgOqgIN-1200x840@diario_abc.jpg)
En la presentación de «Historia de una taberna: El Rinconcillo de Sevilla» celebrada ayer en la Fundación Caja Rural del Sur y en la que se repasa los 350 años de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, Enrique Valdivieso, habló de la importancia de seguir potenciando negocios como el de El Rinconcillo, «con historia», en contraposición de los «cada vez más» establecimientos destinados para los turistas.
«El Rinconcillo no es de esos sitios que llenan todo de plástico intentando mejorar para empeorar. Aunque también esta sufriendo, lógicamente, como en todos los lugares de la ciudad, la amenaza turística, sigue siendo una referencia», dijo a la hora de destacar el trabajo de los responsables del mítico bar.
Enrique Valdivieso subrayó que vive en Mateos Gago, y que tiene argumentos para explicar el deterioro que se está produciendo en materia hostelera con la llegada imperiosa de turistas. «Esta calle se ha convertido en un merendero en el que «bares de plástico» ponen «paellas de paquete» a turistas... Ellos, muy alegremente, le hacen la foto para mandarla a Londres alardeando de la alta cocina sevillana».
El catedrático, autor de numerosos libros sobre la escuela sevillana de pintura, siempre ha tenido muy presente la defensa de los valores y tradiciones de Sevilla. En su día, impulsó la restauración de las tablas del retablo mayor de Santa Ana y la realización de copias de cuadros de Murillo robados por el mariscal Soult en la iglesia de Santa María La Blanca y la iglesia de San Jorge de la Caridad.
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