«Echo de menos cierta humildad en los jóvenes que llegan ahora a un laboratorio. Esto es duro y no se consiguen las cosas de un día para otro»
La biotecnóloga sevillana Estefanía García Guerrero, de 36 años, dirige un grupo en el Instituto de Biomedicina de Sevilla que investiga terapias CAR para linfomas y otro tipo de cánceres: «La investigación es una carrera de fondo»
«La terapia CAR será una revolución no sólo contra el cáncer sino contra el parkinson o el lupus»
«Mis padres son camareros y pude estudiar gracias a las becas»
![Estefanía García Guerrero es biotecnóloga y desarrolla su labor en el Instituto de Biomedicina de Sevilla](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2024/06/19/estefania-garcia-guerrero2-RWxTYYr6mXrTVDphJNNVlOO-1200x840@diario_abc.jpg)
Estefanía García Guerrero tiene 36 años, es biotecnóloga por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y una de las investigadoras de su generación más reconocidas de Andalucía. Acaba de recibir la Medalla de Sevilla por su labor con las terapias CAR en el ... Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), donde lidera desde hace varios años a un grupo de nueve personas que lucha por producir nuevos fármacos contra el cáncer.
-¿Qué cualidades debe tener un buen científico, aparte de la tenacidad y de saber rodearse de un buen equipo?
-La humildad.
-¿La echa de menos en los jóvenes que salen ahora de las facultades?
-Sí. Vienen a nuestro centro estudiantes con muy buenas notas, como yo las tuve en mi época, pero es muy diferente estar con los libros estudiando que enfrentarte a un laboratorio. Un laboratorio es muy duro y observo que muchos de estos jóvenes no saben manejar la frustración. Para bien o para mal, un científico requiere enfrentarse a la frustración y si no sabe hacerlo, es que esta profesión no es para él.
-¿Quiere decir que llegan un poco sobrados al Instituto de Biomedicina de Sevilla?
-Vienen no sé si sobrados pero sí con expectativas irreales. En un laboratorio no se consiguen las cosas de un día para otro, no es como decir «¡Eureka! Tengo la solución». No funciona así. Son años y años de trabajo. Hacen un experimento y no sale. Hacen un segundo experimento y no sale. Hacen un tercero y tampoco. Y muchos ya tiran la toalla. Yo regresé a España después de mi estancia en Alemania a finales de 2017 y hasta 2023 no pudimos tratar al primer paciente con nuestra terapia: el 23 de febrero de 2023. El trabajo de un investigador es algo continuo, con muchos altibajos de los que tienes que recuperarte. Yo misma el año pasado sufrí uno de ellos por problemas con la financiación y con algún contratiempo; y porque nos llegó un paciente en muy malas condiciones al que no pudimos tratar. Me generó mucha impotencia e incluso me llegué a preguntar si merecía la pena tanto sacrificio. Pero la respuesta fue sí, porque pensé en los pacientes. Y a partir de ahí, no dejaron de pasarme cosas bonitas: la Asociación para la Lucha contra el Cáncer nos dio un premio por nuestra terapia CAR-Temis, el Ateneo de Sevilla también nos dio uno y hace poco nos llega la Medalla de Sevilla. Fue, quizá, una señal. O tres señales para continuar.
-¿Por qué cree que no hay conciencia en los responsables políticos de la importancia de la investigación, no sólo la aplicada sino la investigación básica?
-Cualquier tipo de investigación y, por supuesto, la básica, es importante y enriquece a la sociedad. La investigación básica, a partir de la cual surgieron las vacunas ARN mensajero que se usaron contra la pandemia del Covid, es como el pilar de una casa. Y el otro pilar es la investigación traslacional. En el caso de la terapia CAR la investigación básica es el mecanismo de acción de los glóbulos blancos. Y de ahí se pasa a aprovechar ese conocimiento para introducir ese misil teledirigido e inyectarlo para un tratamiento contra linfomas y otros tipos de cánceres.
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